domingo, 8 de agosto de 2010

Impunidad de Alsan

La inmobiliaria se niega a entregar escrituras de una casa adquirida de contado; su propietario, de origen español, asegura que nadie le puede hacer nada
Víctor O. Fonseca Jacques
Cuando la señora María Ana Figueroa Tamayo decidió regresar a su Guaymas querido, tras muchos años de radicar con su familia en el Distrito Federal, jamás imaginó la terrible pesadilla que hoy está viviendo: adquirir de contado una casa en el fraccionamiento “Villa Sofía”, con pago de contado, le está ocasionando no solamente daños económicos y morales, sino además físicos.
Con raíces en Guaymas, La señora Figueroa Tamayo, tras la jubilación de su esposo, el ingeniero Luis Martín, decidieron venirse a radicar a esta ciudad, y para ello, reunieron los ahorros conseguidos a través de años de esfuerzo, vendieron su casa en el DF, y buscaron opciones para adquirir una aquí. Alguien les dijo que las casas de “Villa Sofía” representaban una buena opción, y hacia allá se dirigieron.
Entre septiembre y octubre del año anterior iniciaron los trámites con la empresa Alsan Inmobiliaria, a cargo actualmente del español Alonso Sánchez Mena, para la compra de la vivienda, y cuando hallaron una a su gusto, el día 9 de Noviembre de 2009 pagaron 450 mil pesos de contado por la residencia. El trato se hizo directamente con la contadora de la empresa Alma Lucila Núñez. A ella se le entregó el cheque que amparaba la cantidad.
Todo parecía marchar bien. Tras el trato, la referida Alma Lucila le dijo que en Enero, a más tardar, se haría entrega de las escrituras de la casa. Sin embargo, el tiempo empezó a transcurrir y los mentados documentos no llegaban. Se hicieron muchas visitas a las oficinas de la empresa, cuyo propietario, hasta entonces, no daba la cara. La preocupación empezó a hacer mella en el matrimonio, que dicho sea de son ya adultos mayores.
Durante ese tiempo, la señora Figueroa Tamayo dio cuenta de que el piso de la casa mostraba algunos deterioros, por lo cual pidió a la empresa corregirles el problema. El compromiso de arreglar el piso se sumó a la promesa de la entrega de las escrituras. Ni una ni otra cosa, hasta que finalmente el extranjero se “dignó” a atenderlos. Un día llegaron trabajadores presuntamente de la empresa, y levantaron los mosaicos. Jamás volvieron para colocar el piso nuevo. La situación empeoró para el matrimonio.
Un día, a consecuencia del mal estado del piso, el señor cayó al suelo. Si bien sus lesiones no fueron de consideración, el dolor físico se sumó a la angustiosa impotencia de no poder hacer nada por conseguir una respuesta de la citada empresa. A partir de entonces, ellos advierten que el empresario español podría quedarse con sus ahorros sin darles ninguna garantía de tener en regla su patrimonio. La desesperación crece a tal extremo que, por su edad y la tensión a la que están sometidos, pudiera derivar en un delicado problema de salud.

Un pesado calvario
Debido a que transcurrieron semanas y meses enteros sin obtener una respuesta a sus peticiones ante la empresa, la señora Figueroa Tamayo atendió la sugerencia que se le hizo de acudir a la Procuraduría Federal del Consumidor. Ahí fue atendida por el licenciado Héctor Hernández, quien tras escuchar la denuncia, advirtió que esto podría constituirse como un fraude. Incluso advirtió que el alcalde César Adrián Lizárraga Hernández, quien mantuvo sociedad con el español, podría ser llamado también a declarar, toda vez que ya está enterado del grave problema. “Aquí, si al presidente le sale relación con el caso, él tiene que acudir también”, dijo el funcionario.
Desde la primera comparecencia de la señora ante Profeco, varios citatorios se han enviado al empresario extranjero. Sólo ha acudido a una cita, y aunque ahí su comportamiento fue “solícito”, representantes de la empresa que han acudido en otras ocasiones lo dijeron claramente: “dice el señor Sánchez Mena que a él, ni el presidente municipal (Lizárraga Hernández) ni el mismo Gobernador del Estado le pueden hacer nada, que tiene las suficientes influencias para salir librado de cualquier problema, del tipo que sea”.
Incluso, en su mensaje, advirtió que en caso de que le quisieran fincar una responsabilidad legal por esto, simplemente “agarro el avión y me regreso a España”. Este comentario es lo que ha provocado más angustia al matrimonio Martin Figueroa. Ellos advierten con un bien fundamentado temor que su dinero podría haber pasado a manos de un delincuente. La constante negativa a entregarles sus escrituras y repararles el piso así se los da a entender.
Alguien le recomendó que acudiera a Servicios Migratorios a pedir orientación sobre su caso. La persona que la atención en Migración le dijo que esto evidentemente es un fraude cometido por una persona extranjera. Sin embargo, a su caso no se le ha dado el seguimiento urgente que requiere. ¿Desinterés o…. intereses?

Quiere hablar con el alcalde
La señora Figueroa Tamayo está en el clímax de la desesperación y la angustia. Ella misma teme por su salud, puesto que como consecuencia de esto ha llegado el insomnio, la impotencia. Ella sabe que por su edad ya no está en condiciones de enfrentar una situación tan estresante como ésta.
En tales circunstancias, ha buscado un acercamiento con el alcalde César Lizárraga Hernández, quien ya está debidamente enterado de la situación que ella enfrenta, aunque hasta ahora no hayan cruzado palabra.
Acudió a Presidencia Municipal donde fue atendida por una secretaria. La muchacha le hizo múltiples preguntas sobre su intención de ver al alcalde. Finalmente, sólo anotó su nombre en una papelito en color rosa. Le dijo: “señora, nosotros le avisamos cuándo la puede atender el presidente”. La respuesta de la secretaria sonó a desesperanzadora promesa. Duda que pueda platicar con él.
La preocupada guaymense, mortificada por haber tenido que llegar al extremo de acudir a los medios de comunicación, advirtió que no es una persona a la que le guste el escándalo público ni mucho menos. “Yo no voy a andar haciendo escándalos, yo solamente quiero que me entreguen las escrituras de la casa que pagué de riguroso contado. Por Dios, no me vayan a hacer creer que cometí el error más grande de mi vida al haberme regresado a mi Guaymas querido”, comenta con lágrimas de angustia en sus ojos.
Incluso manifestó su temor en el sentido de que exponer su caso de esta manera pudiera degenerar en reacciones negativas por parte de los funcionarios con quienes ha tratado su asunto. “Ya no sé que hacer”, asegura casi al punto de derrumbarse.