viernes, 17 de diciembre de 2010

Yo no creo que la respuesta de Javier Caraveo Rincón, alcalde de Empalme, en torno a que “en lo federal hay que preguntarle al César (Lizárraga Hernández, alcalde de Guaymas)”, haya sido precisamente para buscar crear una polémica al respecto. Se ha manejado la posibilidad de que el munícipe guaymense eventualmente compitiera por la curul del Congreso de la Unión, pero no ha pasado de eso, de una simple posibilidad.
El mismo Presidente Municipal de Guaymas me comentaba en días pasados que en lo particular no puede definir nada respecto a su futuro político. “Si el Gobernador (Guillermo Padrés Elías) considera que podría ayudarle desde la Cámara de Diputados ya pensaría en entrarle a la competencia”, me dijo. Se ubicó respetuoso de las decisiones de su partido, el PAN, y agregó que de momento está concentrado en sacar el duro compromiso de gobernar a los guaymenses.
Por otra parte, Caraveo Rincón, porque lo conozco con el tiempo suficiente para opinar al respecto, puedo asegurar que no es un hombre que le guste mucho entrar en discusiones. Menos entratándose de política. Insistió mucho en su propósito de ser alcalde de Empalme, y ahora que lo consiguió obviamente no va a perder el tiempo en alegatos estériles ni en embrollos políticos cuando hay tanto por hacer en beneficio de los empalmenses.
Cada uno de ellos tiene bien definido su rumbo y difícilmente las cosas podrán cambiar por un comentario. De hecho me atrevo a decir que la atención de ambos en estos momentos está concentrada al cien por ciento en sacar adelante los problemas en que se encuentran sus respectivos municipios, y vaya que son muchísimos. La situación económica no está para trabajar como si todo estuviera bien, y no dudo ni tantito que tanto uno como el otro hasta estén pensando si valió la pena correr esta aventura.
Al parejo de eso, vienen asuntos importantes al inicio del nuevo año. En Empalme hay muy pocas posibilidades de que se presenten cambios en el engranaje municipal, pero en Guaymas, se da prácticamente como un hecho que los movimientos se dejen venir en cascada, esperándose que salgan de la nómina inclusive funcionarios de primer nivel, como de hecho ya empezó a ocurrir.
El Estado, preocupado por la situación que se vive en Guaymas, con la prudencia que el caso exige, está buscando ajustar todos los detalles que están provocando problemas al interior de la Comuna, porque hay un interés muy claro de seguir trabajando en beneficio de la ciudadanía, sobre todo en lo que corresponde a la obra pública. Ya hay gente del Gobierno estatal cuidando muy de cerca el rumbo de la presente administración pública, y eso yo creo que es saludable.
De tal forma, no debe sorprender que entrando el año veamos gente nueva por algunas de las dependencias claves del Ayuntamiento. Son cambios necesarios. No entendieron que el estilo de trabajo se pretende sea diferente, y por esa razón tendrán que regresar a sus antiguos trabajos. Ni modo. Así son estas cosas.
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Siempre he tratado de ser respetuoso del trabajo de los demás medios de comunicación. “Entre gitanos no se leen las manos”, dice un conocido refrán, y creo que bien puede aplicarse en este caso. Y siempre he sostenido que, como en todo, las opiniones son siempre distintas, pero eso no quiere decir que unos estén bien y otros mal. Simplemente hay una forma distinta de ver las cosas.
Las coincidencias son extrañas. Me ha tocado trabajar con grupos, en equipo con otras personas, y rara vez me he encontrado con alguien que piense exactamente igual que yo. Pero eso no quiere decir que quienes no piensan como yo están equivocados. El problema es que no somos precisamente respetuosos de las ideas ajenas. Y lo que es peor, nos enemistamos con quienes se niegan a aceptar nuestras razones.
Lo que yo opino es mi manera de pensar. Si la tuya es distinta no es mi problema. Y si tú dices que yo estoy equivocado, ¿en dónde está escrito que no puede ser lo contrario? Sin embargo, se opta por la crítica pública como mejor recurso para tratar de desacreditar la opinión ajena.
No hay problema. Seguiré siendo respetuoso. Con sus límites, claro.