lunes, 11 de abril de 2011

Cuando Julio César Chávez estaba en la cúspide de la fama, reconocido como el mejor boxeador del mundo libra por libra, hubo voces que muy oportunamente advirtieron que era el momento de retirarse. Su impecable trayectoria como pugilista lo volvieron un deportista extremadamente popular, un auténtico ídolo, pero lamentablemente no tuvo la inteligencia de retirarse a tiempo. Finalmente, tuvo que caer abatido a golpes para entender que ya no tenía nada que hacer arriba del ring. Quizá para algunos la comparación resulte fuera de orden, pero me sirve la introducción que hago para reflexionar un poco sobre la renuncia, a la Dirección de Seguridad Pública de Guaymas, del licenciado Librado Navarro Jiménez, quien el sábado anterior sorprendió a muchos cuando públicamente anunció su separación del cargo a través de un medio de comunicación radiofónico. A diferencia del boxeador, a Librado los “sabanazos” que le lanzaron le sirvieron para darse cuenta de que, estando cumpliendo de manera por demás eficiente con la responsabilidad de ser el jefe policiaco, era el momento oportuno para alejarse del escenario. Y así lo hizo, precisamente después de que Guaymas había sido reconocido a nivel estatal como un municipio seguro en términos generales. Librado no salió mal tras su renuncia. Hace tiempo comentaba yo sobre el prestigio que tiene como abogado en nuestra región, y su paso por ese delicado cargo no hizo mella en ese reconocimiento público. Desde un principio se propuso responder a la confianza que en él depositaron, y lo cumplió. Y ahí están las opiniones de una gran cantidad de elementos policiacos, que lo vieron como un comandante atento, comprensivo y colaborador, pero también enérgico en los momentos precisos. Y esas no son mentiras, son testimonios de gente que sigue ahí. Ahora bien, lo mejor en estos momentos era precisamente que renunciara. Ya eran evidentes las diferencias que había con el Secretario del Ayuntamiento, Alonso Arriola Escutia, y en casos así resulta literalmente imposible seguir trabajando, sobre todo cuando se tiene el compromiso del servicio público. No resultaba saludable ni para uno ni para el otro. Y Librado, en una buena reflexión de su parte, decidió “tomar el toro por los cuernos”. Y digo que salió bien de su encomienda, porque finalmente se despidió “en buenas migas” del alcalde César Adrián Lizárraga Hernández. Le hizo ver que había cumplido responsablemente con el compromiso que había hecho con él, pero que sentía que era el momento de retirarse. El munícipe así lo entendió y le aceptó la renuncia. Inclusive ese mismo día comió con el alcalde en su casa. Hubo quienes se cuestionaron el por qué Librado anunció públicamente su renuncia en una estación de radio. Es comprensible: la decisión personal estaba tomada, y hacerlo de otra manera llevaba la posibilidad de que trataran de convencerlo de seguir en el puesto. Él ya no quería estar ahí. Sentía que era el momento oportuno de emprender la retirada, ya cumplida debidamente la encomienda. Finalmente, ojala las consecuencias de todo esto sean para bien. Quien asuma oficialmente los bártulos en la DSP tendrá que mantener vigente ese reconocimiento que Guaymas tiene en cuanto a seguridad pública se refiere. A este momento no estoy enterado si ya se nombró de manera oficial al nuevo comandante, pero una cosa sí me queda muy clara: para ser un buen jefe policiaco no necesariamente se requiere ser policía de carrera. Y creo que la historia en ese sentido me da la razón. Por Guaymas, ojala que se tome la mejor decisión. -------------------- Me urge hablar con mi amigo Marco Antonio Ahumada Gutiérrez, director de la CEA. Pasando por la calle 10 y la avenida 4, me encontré con que del pavimento de concreto recién instalado, surge una caudalosa fuga de agua potable, cuando la obra no hace ni seis meses fue terminada. No quiero ni imaginarme que tendrán que romper de nuevo el concreto ahí para proceder a su reparación. Saludos a todos.