Ayer por la tarde iba llegando a mi trabajo en la radiodifusora Amor 101, y me detuve a conversar un rato con mi hermano Arnoldo Efrén, que iba pasando en su carro de servicio de alquiler.
En eso estábamos cuando escuchamos un bullicioso parloteo. A casi una cuadra, se acercaba caminando un grupo de cuatro mujeres. A la distancia, se veían jóvenes, risueñas, simpáticas, y obviamente los “moscorrones zumbando” alrededor. Los galanes por impulso, pues.