lunes, 7 de marzo de 2011

El carnaval 2011 no tiene diferencias con los eventos anteriores. La tradición se sigue en Guaymas, y la gente se entrega al desenfreno de la llamadas fiestas paganas, en el entendido de que esto es sólo una vez por año, y que esos cuatro o cinco días hay que disfrutarlos como si fuera el último carnaval. Claro, cada quien se divierte a su manera.
Si volteamos los ojos a la fiesta, es lo mismo de los años anteriores, quizá la diferencia son los artistas o grupos que se presentan, pero no hay más. Y lo mismo pasa con el paseo de carros alegóricos y comparsas. La gente acude por millares al recorrido, y sucede lo mismo de siempre: invasión de calles y críticas, entorpecimiento de las coreografías de las comparsas, ataque bestial a “cascaronazos” de chamacos solapados por alcahuetes padres y todo, todo lo que regularmente vemos.
Por eso creo que entrar al “rollo” de la crítica, pues es simplemente cumplir con una especie de “tradición complementaria”. En Guaymas la gente critica de manera sistemática, ya como por inercia, y curiosamente, los principales críticos somos los mismos que provocamos el desorden.
Vaya, resulta curioso que mientras por la avenida Serdán la gente estropea el paseo invadiendo casi completamente la calle, al día siguiente las estaciones de radio están saturadas de llamadas por parte de personas quejándose de que “la gente” no deja ver el desfile… Si todos están molestos por eso… ¿¿entonces quienes son los que se atraviesan al paso de las comparsas??... son los mismos, pues.
El carnaval hay que disfrutarlo, para eso es. Estarse quejando no tiene ningún sentido, habida cuenta de que es una práctica inútil, inservible. El carnaval va a terminar, y el año que viene va a ser lo mismo. ¿Qué necesidad de andarse desgastando en algo que no vale la pena, y que además hasta cuesta dinero? ¡Qué flojera!