Y es que no lo puedo entender. En un abrir y cerrar de ojos te convertiste en la anhelada esperanza de millares de guaymenses, que vimos en ti a un muchacho sano, lleno de energía positiva, con un proyecto extraordinario a pesar de tu juventud, a una persona que vendría a cambiar radicalmente las cosas en nuestra ciudad y Municipio. Por eso fuimos a apoyar tus pretensiones en su momento.
Hiciste compromisos muy concretos, fáciles de aterrizar, y en cada uno de ellos empeñaste tu palabra. Nos obligaste a confiar en ti, porque la sinceridad te brotaba por los poros. Tu mirada, incluso, era limpia. Tus palabras fluían con entusiasmo tan desbordante como contagioso. Tu actitud denotaba demasiada madurez para tus 33 o 34 años. Eras la mejor esperanza para tu ciudad.
No se me olvida la frase que usaste en una ocasión, cuando dabas cuenta del apoyo que habías recibido: “eso no se paga con un agradecimiento… se paga con acciones”. Esas frases eran las que convencían a medio mundo de que estábamos ante un muchacho que tenía muy claro su proyecto para Guaymas y su gente. Y el día de las elecciones, la gente literalmente no quiso saber de otros candidatos. Se volcó la ciudadanía a apoyarte en su gran mayoría.
Hoy que ya no estás ahí, y ya después de haber sucumbido con la derrota tras tu intento de volver a ganar un proceso electoral, me atrevo a preguntarte… ¿te sientes bien? ¿Después de que la tormenta empieza a amainar, sientes realmente tranquilidad en tus pensamientos? ¿Crees que realmente puedes salir a caminar por las calles con la frente muy en alto, así como lo hace aquel que sabe que cumplió honesta y responsablemente a los compromisos hechos?
Quiero compartirte algo: Ayer por la tarde salí de mi casa. Iba a atender varios compromisos pendientes, y de repente, me desmoralizó ver la tierra acumulada por fuera de la casa. Pasan los camiones y se levanta el polvo que se mete por todos los poros, pero bueno, me dije… la lluvia siempre deja sus estragos. Es un auténtico cochinero, pero al menos a eso sí le encontré una justificación.
Sin embargo, empecé a recorrer las calles y me percaté, porque ya es demasiado evidente como para no notarlo, la espantosa acumulación de basura que hay por todas partes. La empresa encargada de recolectar la basura está suspendiendo paulatinamente el servicio, porque en el tiempo que estuviste manejando los recursos públicos no atendiste debidamente ese asunto, de tal forma que dejaste un problema bastante grave, no sólo para los que tienen la obligación hoy de pagarlo, sino para una comunidad que ve con preocupación que en cualquier momento brota un delicado problema de salud. ¿Te sientes satisfecho de haber sido parte ultra importante para que eso esté ocurriendo ahora? ¿Por qué permitiste que creciera tanto esto?
Regresé ya cuando había oscurecido. El foco de alumbrado público por fuera de mi casa hace rato ya que se fundió. Pero no sólo ese. Volví por el Pedro G. Moreno, la Calle 10, la avenida 5, la calle 13. Si te fijas, son sólo cuatro arterias las que te menciono. En todas esas hay lámparas apagadas. Literalmente están en tinieblas. Y si mal no recuerdo, tú nos dijiste que costaba 44 millones de pesos tener alumbrado al cien por ciento en Guaymas. No sé si quieras responderme, pero aún así te hago la pregunta… ¿dónde quedó esa lana?
Algo que me duele en el alma (y también en el bolsillo, por los daños que sufre el carro) es el pésimo estado en que están las calles de Guaymas. No sé si en estos complejos momentos para ti te has dado tiempo para ir a pasear un rato a las calles del centro de la ciudad. ¿Ya te diste cuenta que están hechas pedazos? Batallo para entenderlo. Tú te has dedicado siempre a la construcción, inclusive tu empresa (¿o empresas?) estuvieron involucradas en algunas obras que se hicieron. Cuando estabas ahí… ¿no te diste cuenta de que a decenas de calles les hacía falta mantenimiento? ¿Nunca te tocó pasar por la Avenida Serdán, por la Diagonal Yáñez, por la avenida 8 o por el llamado Paseo del Mar? Por si no lo sabes te lo platico: verás que feas están esas calles. Y te lo digo porque me doy cuenta que a ti te pasó “de calle” todo eso.
En fin. Podría escribir muchas cuartillas haciéndote tantas preguntas, pero prefiero dejarlo por lo pronto hasta aquí. Sólo si te digo que, como guaymense, deploro lo que sucedió estos últimos tres años en Guaymas. En serio: nos engañaste. Nos vendiste una imagen que contrasta totalmente con la realidad que nos dejas. Y eso, quieras o no, provoca resentimiento en cualquiera de nosotros que ame a nuestra ciudad. Al menos yo, estoy muy molesto contigo por el trato que diste a Guaymas y los guaymenses. Nos trataste con la punta del pie. ¿Ya te diste cuenta?... no lo creo.
En fin. No creo que vayas a ser tú el primero que sea requerido por la justicia por el incumplimiento en que incurriste. En México sólo amenazan a los que se van y siempre les salen con una ridícula inhabilitación que no impresiona a nadie. Pero te repito: al menos yo, como guaymense a mucho orgullo, siento que nos agraviaste, y por esa simple y sencilla razón, no quiero volver a saber de ti.
Dios te bendiga.
