jueves, 6 de junio de 2013

ABC: sólo en los aniversarios

Bien. Se cumplió con el propósito y fueron miles los que salieron a las calles a exigir justicia. Y ahora no fue solamente en Sonora, sino que otras ciudades del país, entre estas el mismo Distrito Federal, se sumaron a la exigencia. Ayer se cumplieron cuatro años de la más lamentable tragedia infantil de la que se tenga memoria, no sólo en Hermosillo, sino también en Sonora, en México, en Latinoamérica.
Millares de personas, en sentida solidaridad con los adoloridos padres de los bebés muertos por la irresponsabilidad y la ambición de unos cuantos, irrumpieron en las calles. A un solo grito, exigieron que la justicia se aplique correctamente. A juicio de ellos, y de muchos de nosotros, lo correcto es que estén en la cárcel los verdaderos culpables de la espantosa muerte de estas inocentes criaturas.
Hasta hoy, la justicia ha dado tímidas señales de su actuar en torno a este caso. Han encerrado a gente que, en un análisis superficial, no tienen tanta culpa como otros cuya ambición los llevó a que les importara un cacahuate tener las suficientes medidas de seguridad para evitar una tragedia como la que hoy recordamos con tristeza e impotencia.
Hay marcadas sospechas de que el incendio pudo haber sido provocado. Hay quienes dicen que las evidencias ya están acreditadas. Si la justicia actuara correctamente, ya estarían en la cárcel purgando una larga condena los causantes directos del siniestro, los que ordenaron que se prendiera fuego, los que con su indiferencia ignoraron las medidas de seguridad en una estancia donde se refugiaba a bebés, los que por su desmedida ambición por el dinero jamás se preocuparon por proteger a los pequeños que ahí se atendían, y a los representantes de la autoridad que permitieron todo y de todo. Por corrupción o por amiguismo.  Por lo que sea. Pero también son culpables.
Por desgracia, el asunto de la guardería ABC se toca estos días, porque es el cuarto aniversario de la tragedia. Mañana o pasado sólo se acordarán los padres que jamás se van a acostumbrar a la ausencia de sus pequeños. Los “investigadores” del caso llegarán mañana, dijo alguien por ahí. Si, vendrán mañana, y también cuando se cumplan cinco y seis años del acontecimiento. Sólo en los aniversarios. ¿A qué vienen? A pasear un rato y comer en los mejores restaurantes con gastos pagados por el gobierno, un gobierno que exige también a los padres de los chiquillos muertos que paguen sus impuestos para darle de tragar a los que hacen como que investigan.
No hay razón para la no aplicación de la justicia. Sin embargo, nos queda claro que el caso ABC no sólo es el recuerdo a la más espantosa tragedia ocurrida en Sonora. Es también monumento a la inmensa corrupción que existe en las instancias gubernamentales.
Y como lo dije hace algunas semanas: ha habido crímenes de niños en fechas recientes, cometidos en el seno familiar. Ahí la justicia ha sido implacable, y ha enviado a purgar largas condenas a los que cometieron los asesinatos.
A los que mataron a 49 bebés, les permiten pasearse libremente por las calles.

Esa es nuestra justicia.