De momento todos estamos al pendiente de saber los nombres de quienes a partir de la segunda quincena de septiembre pasarán a ser parte de las respectivas comunas. Se presupone que, como suele suceder, los equipos de trabajo serán integrados por la gente de confianza, los amigos, los que hicieron algo en campaña, los que conocen desde hace mucho. Pero… ¿serán realmente estos los que Guaymas y Empalme ocupan para contar con buenos gobiernos?
Héctor Laguna. |
Además, a Laguna Torres le interesa sobremanera hacer un buen trabajo como alcalde. Hace tres años advirtió que venía dispuesto a emprender una carrera política, y seguramente buscará mejorar el trabajo que hizo como el primer diputado local que tuvo Empalme como distrito. Es casi un hecho que después de esto buscaría la candidatura por la diputación federal, aun cuando todos los alcaldes que han renunciado para buscar otros puestos de elección popular, salvo Jesús Ávila Godoy, han sido derrotados en las urnas.
Todo esto lo obliga, pues, a elegir el mejor equipo. No puede arriesgarse a experimentar a ver qué tal le funciona tal o cual persona, cuando se trata de seguir construyendo una carrera que podría dejarle buenos resultados.
Otto Claussen. |
En lo que corresponde a Guaymas, más que la integración del equipo de trabajo, preocupa más a la comunidad lo que el futuro alcalde vaya a hacer respecto a la administración que encabezó César Adrián Lizárraga Hernández, de quien dicen todavía pelea angustiosamente por llegar como plurinominal al Congreso del Estado.
En el ánimo de la sociedad existe la convicción de que el próximo gobierno municipal debe hacer una exhaustiva investigación respecto al manejo financiero del ahora ex alcalde, y que de corroborarse (como se espera) la comisión de delitos, que se dé de una vez por todas un precedente y que se castigue, inclusive con pena corporal, a quien haya incurrido en el abuso de los recursos de la comunidad.
Si Claussen Iberri deja pasar la oportunidad de hacer un gobierno que actúe con estricto apego a la ley, con transparencia y con justicia, y por el contrario permite que quienes van a ser sus colaboradores incurran en las mismas prácticas corruptas, seguramente le pasará lo mismo que a Lizárraga Hernández, quien de ser una esperanza para los guaymenses vino a convertirse en el peor Presidente Municipal de que se tenga memoria. Una verdadera pesadilla para la comunidad.
Así las cosas, que entre Juanito o Manuelito al nuevo gobierno es lo de menos. Lo importante será la disposición que traigan para comprobar que realmente el PRI ya cambió y que quiere redimirse ante una ciudadanía que le está dando una histórica oportunidad.