miércoles, 21 de septiembre de 2011

Y se soltaron los demonios…

Lo que hoy está sucediendo en Palacio Municipal es consecuencia naturalita del desorden en el que se ha desarrollado este Ayuntamiento, integrado lamentablemente por gente que no estaba preparada para gobernar, por personas que llegaron sin tener definido el rumbo que le darían a la Administración Pública, y que cuando se dieron cuenta de los beneficios personales que podrían obtener, se fueron de paso.
El “levantamiento” de Alonso Arriola Escutia, Secretario del Ayuntamiento en contra de su “amigo del alma” César Adrián Lizárraga Zataráin, por el casi casi “dio la vida” durante la campaña de proselitismo, y a quien prometió serle fiel en la vida y en la muerte, es prácticamente una declaratoria oficial del enfrentamiento que ahora sí se puede comprobar entre ambos funcionarios.
El haberle permitido tanto influyentismo dentro de la Comuna a su “brazo derecho”, a su “hombre de confianza”, el hacer y deshacer a su libre antojo, inclusive en la mayoría de las ocasiones sin que el alcalde tuviera el más mínimo conocimiento, le han provocado a éste uno de los problemas más graves a los que se ha enfrentado: un grupo de regidores que también lo traicionaron, están a punto de desconocerlo si es que no obedece los caprichos del Secretario del Ayuntamiento.
A éste último se le ha ocurrido que su poder dentro de Palacio llega a tanto, que le está ordenando, en calidad de exigencia indiscutible, a Lizárraga Hernández, que de manera inmediata destituya a su Secretaria Particular Dalia Laguna, a Manuel Millanes, encargado de Comunicación Social, a Vivián Bellot y Paulo Vielledent entre otros funcionarios públicos. Si no lo hace tal cual son sus deseos, lo desconocerán como alcalde del Municipio. ¡Qué pantalones!
Por desgracia para los guaymenses, una vez más estamos siendo testigos de la inmadurez de algunos de quienes han llegado a decir que gobiernan un municipio. Una inmadurez que finalmente redunda en beneficios poderosamente económicos para unos cuantos, y que pretende convertirse en un poder político que ni siquiera tiene fundamentos concretos.
Hoy Arriola Escutia pretende imponerse, no como candidato, sino como futuro Presidente Municipal de Guaymas, aliado para eso con un grupúsculo de personas que desdeñan, con todo el desprecio posible, los delicados cuestionamientos que hay en contra del Secretario, acusado por lo menos de beneficiarse económicamente con obras públicas desarrolladas en esta administración.
De manera particular, insisto que Arriola Escutia no está trabajando para ganar ni siquiera la candidatura a la alcaldía. El Secretario está trabajando para intereses ajenos, está buscando la aniquilación total del PAN en Guaymas para abrirle las puertas a otro partido político, que en este caso sería el PRI, en aras muy lógicas de seguir siendo beneficiado con obras públicas que vendrían en la siguiente administración. Tonto no es, él sabe que jamás llegará a ser Munícipe, pero sí puede seguir incrementando sus cuentas bancarias personales.
Y de paso, destruye con toda premeditación, alevosía y ventaja, los presuntos deseos que tiene Lizárraga Hernández de llegar al Congreso del Estado mediante el voto popular, un voto que ya no va a conseguir, porque si acaso renuncia a su cargo como alcalde, saldrá con una imagen muy distinta a la que tuvo cuando lo designaron candidato a Presidente Municipal.
¡Qué lástima!