Un hecho, de los que cada vez son menos insólitos,
ocurrió recientemente en Jalisco. Un chamaco de 12 años que sometía a
“bullying” a un chiquillo de 7, llegó al extremo de hundir su cabeza en un
retrete del plantel. Las consecuencias de esto fue que el pequeño sufrió daños
internos que finalmente lo llevaron a la muerte, al menos en los primeros
diagnósticos que se dieron en el parte médico.
El caso ha provocado las reacciones naturales:
consternación en la opinión pública nacional, noticieros plagados de datos al
respecto, la preocupación instantánea de los padres por lo que pueda estar
pasando en la escuela de los hijos, la opinión de los “conocedores” del tema, y
un sinfín de cuestiones más que, a vuelta de unos días, estarán sólo en los
recuerdos borrosos de la mente de todos. Un caso más, pues.
Cierto es que esa aberrante práctica, a través de la cual
chamacos más fuertes descargan su brutalidad en víctimas indefensas, se ha
visto desde siempre. El problema es que, derivado de la situación actual en la
que viven las familias mexicanas, esto se ha agudizado, y la profusa
información que los medios damos a estos casos, lejos de ser un motivo para
hallarle una solución, pareciera ser un aliciente para que cada vez se
practique con más frecuencia, y lo peor, con abusos más graves.
A pesar de ser un asunto delicado, que se ha discutido
hasta en los senos camarales y ha recibido atención por parte de los organismos
de asistencia social, el “bullying” sigue siendo un problema en las escuelas.
Lo saben los maestros, preocupa a los padres, lo discute la sociedad, pero a
nadie se le ocurre una solución definitiva. Por el contrario, ya se llegó a los
extremos del crimen infantil. Y si esta no es razón para que todos entremos a
la búsqueda de un remedio, entonces no se que estamos esperando.
Repetir la letanía de sugerencias y consejos a los padres
cuando vean distracciones y temores en los hijos ya está por demás. Las
víctimas de este ataque regularmente lo ocultan hasta a las personas de su
absoluta confianza. Es imperativo adentrarse en el tema y buscar en los
orígenes del mismo la propia solución. Hoy dos familias jaliscienses padecen la
pérdida de un pequeño y el estigma de quien lo mató, mientras el resto de la
sociedad esperamos indiferentes otro caso similar para tener tema de
conversación.
Mientras sigamos con esa apatía a prevenir los verdaderos
problemas sociales, el “bullying” y otros graves riesgos más, como el consumo
de drogas y la tendencia a la delincuencia, van a seguir siendo el posible
futuro de nuestros hijos. Como sociedad nos esmeramos más en vigilar los
comportamientos ajenos sin percatarnos de que somos parte activa en el rumbo
incierto de nuestra descendencia. Desatendemos posibles problemas hasta que
estamos inmersos en ellos.
¿Cuántas víctimas más faltan para que reaccionemos?
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No conozco al nuevo comandante de policía en San Carlos.
Lo único que se de momento es que se llama Luis Moreno García, que es de Guaymas
-- dicen -- y que tiene una carrera policiaca que incluye presencia en varios
estados de la República. Repentinamente, el Municipio envió la información del
cambio en la comisaría, mismo que regresó a su base en el Departamento de
Tránsito Municipal a Sergio Ruiz Chávez.
El boletín que nos hacen llegar dice que Moreno García cuenta con un
amplio antecedente profesional y notable carrera policiaca, que en la ciudad
frontera de Nogales, ocupó la Dirección de Seguridad Pública desde julio del
2012 a marzo del 2013 y anteriormente fue comandante habilitado en la zona
centro de Nogales y en la localidad de Cabuta.
Agente
categoría “B” en la Agencia Federal de Investigaciones en la Paz, Baja
California, y en la misma categoría pero en la Policía Judicial Federal en ese
mismo lugar durante 2001, y desarrolló cargos similares en otras ciudades como
Acapulco, Guerrero, Acaponeta y Tepic, Nayarit, Tijuana, Baja California,
Uruapan, Michoacán, Manzanillo, Colima, Mazatlán, Sinaloa, Villahermosa,
Tabasco, iniciando su carrera en la década de los ochenta en Agua Prieta.
Bueno, ojalá que estos antecedentes sean para bien,
porque si algo hay en estos momentos es bastante desconfianza hacia la policía,
más cuando hay personas que han pertenecido a las corporaciones estatal y
federal.
De cualquier forma, todo antecedente que se exhiba de
este señor no servirá de nada hasta que se defina el tipo de trabajo que
realice en San Carlos y los resultados que este ofrezca. Si las cosas cambian
para bien en un punto donde la delincuencia ha escrito ya historias
sangrientas, entonces consideraremos que fue una buena decisión lo de su
nombramiento.
“Por sus obras los conoceréis…”