Respecto a resultados de la pasada contienda electoral, el caso del PAN en Guaymas es realmente patético. Ya pasado el relajo del mismo proceso electoral, la calma tiende a sobresalir, y como que empiezan a verse las cosas con más claridad. Ahí aparece entonces el drama que resultó para el albiazul su participación en unas elecciones que prácticamente no les dejó nada en este municipio.
Tras la victoria obtenida por César Lizárraga Hernández hace tres años, la oportunidad se dio a manos llenas. Se ganó también la gubernatura de Sonora y eso colocaba al Municipio en la posibilidad de tener importantes recursos para salir adelante y concluir la administración con resultados satisfactorios. Había todo para eso. Pero el nuevo alcalde tuvo una visión muy diferente a la de la ciudadanía. Y hoy los resultados saltan a la vista tanto en lo social como en lo electoral.
El PAN perdió la extraordinaria oportunidad y al menos en Guaymas, no solamente permitió consolidar la victoria del PRI al recuperarse la Presidencia Municipal, sino que además abolló el proyecto panista a nivel Sonora. Si las diferencias de Guillermo Padrés Elías saltaban a la vista durante la administración de Lizárraga Hernández, la derrota del hoy ex alcalde vino a dar la puntilla a la relación. Esta se rompió definitivamente.
Y en consecuencia, provocó un desbarajuste tal que se resintió a nivel regional, provocando sendas derrotas para candidatos que tuvieron una imagen positiva ante la opinión pública pero cayeron abrumados por una inconformidad generalizada por la forma en que se manejaron los recursos públicos durante los últimos tres años. Ni Manuel Aguilar Juárez ni Javier Caraveo Rincón merecían perder, pero la pésima imagen que dejó lo ocurrido en Guaymas les repercutió de fea manera.
Las cosas aún no se recomponen y difícilmente ocurrirá así. Hoy el enfrentamiento interno en el PAN es por la posesión de la dirigencia local, la misma dirigencia que, encabezada por Francisco López Lucero, quedó literalmente devastada. Y lo que pareciera un intento democrático de elegir al sucesor podría destruir más al alicaído partido con la participación de cerca de 15 militantes que quieren llegar a la presidencia local. Esto provocará algo parecido al “tiro de gracia”.
Hoy el PAN en Guaymas ofrece una deplorable imagen de lo que fue su presencia en la política local. En lo electoral, no obtuvo una sola victoria. En lo social, deja a una ciudad sumida en la penumbra nocturna después de un compromiso de iluminarla “al cien por ciento” con una inversión de 45 millones de pesos. Calles del centro de la ciudad literalmente intransitables, mientras que se hicieron obras de pavimentación en las que se inmiscuyó a empresas en las que los funcionarios en turno tenían intereses personales. Aún con esas obras, Guaymas muestra un lamentable retraso en su infraestructura. Las evidencias saltan a la vista.
Hay panistas que creen que reconstruyendo, empezando desde el principio, las cosas estarán bien para dentro de tres años. Eso es un error. El único que tendrá la oportunidad de reivindicar a su partido a nivel Guaymas-Empalme es Héctor Laguna Torres desde la alcaldía de Empalme. En lo demás, ningún panista podrá demostrar con trabajo que pueden hacer algo positivo por los habitantes de la región. Y eso repercutirá necesariamente en lo electoral dentro de tres años más.
El PRI por su lado hará hasta lo imposible no sólo por consolidarse en la región, sino que disputarán con todo la misma gubernatura, más ahora que se tendrá el apoyo directo del Gobierno de la República. Las cosas entonces no pintan tan agradables para Acción Nacional. Los errores se pagan. Ni modo.