Concluido el proceso de elección del nuevo presidente del PRI en Guaymas, en este caso la licenciada Susana Corella Platt, el partido necesariamente tiene que entrar en una urgente etapa de reconstrucción, y como punto fundamental en esto es que la nueva dirigente se acerque a quien en este caso resultó derrotado, Pedro Romano Terrazas, quien indiscutiblemente tiene también su capital político.
No se puede empezar bien algo que tiene puntos de deterioro. Tras la derrota electoral de 2009, de manera particular el PRI de Guaymas sufrió un descontrol que lo llevó casi a su desaparición. Aún con toda su buena voluntad pero sin la suficiente experiencia ante semejante problema, Lorena Garibay Ulloa se mantuvo hasta cierto punto alejada de la presidencia del partido.
Eso llevó a una descomposición que advertía muchas complicaciones para reunificar al partido. Por eso era necesario buscar una unificación de criterios para poder sumarse al paso que está llevando el PRI en términos generales en el resto del país. Hubo acusaciones sobre presuntas presiones a los consejeros, pero finalmente éstos tenían la libertad para votar por quien quisieran. Y 103 contra 52 decidieron a favor de la ex alcaldesa de Guaymas.
Sin embargo, esos 52 son casi el 50 por ciento del total de los consejeros, y no es posible mantenerlos al margen en las actividades futuras del partido. En momentos tan importantes como éstos para el PRI, se tiene que empezar con lo primero: convencerlos de que esta fue la mejor alternativa e invitarlos a que se integren de manera dinámica al trabajo que se pretenda realizar.
En este punto, me llama la atención la postura de Ramón López Meza, dirigente sindical petrolero, quien deja muy en claro que si bien su voto fue por la propuesta de Romano Terrazas, el ejercicio que se desarrolló debe reconocerse como muy democrático, y en ese sentido integrarse de forma completa a la dirigencia de Corella Platt. Ningún sentido tiene -- dice Ramón -- guardar resabios por que las cosas no salieron como se pretendía.
Finalmente, lo que los priístas deben asegurar es su participación en los comicios electorales del año próximo, para que los futuros candidatos puedan trabajar con más confianza en sus campañas de proselitismo. Considera que sería un grave error mantener cualquier tipo de diferencia, después de los catastróficos resultados del anterior proceso.
Si la mayoría de los priístas piensa de la misma manera, el PRI sería un partido fuerte en 2012.