miércoles, 8 de febrero de 2017

¿Y las centrales del PRI?
¿Dónde quedaron aquellas vigorosas centrales que le daban fuerza, capital político y mucha presencia al Partido Revolucionario Institucional? ¿A dónde se fueron todos aquellos líderes que en su momento tenían literalmente el control de las fuerzas vivas y que hacían del tricolor un organismo político invencible, que casi de forma protocolaria ganaba elección tras elección?
Algunos de ellos ya murieron; otros, simple y sencillamente se retiraron de la actividad política desalentados ante el rumbo que tomó el entonces llamado partido de sus amores, y otros más, de plano, se involucraron en otras doctrinas totalmente ajenas a los lineamientos y principios del priísmo. El caso es que hoy aquellas poderosas centrales obreras son simplemente organismos de memebrete dirigidas por gente que está ahí por un simple compromiso.
La renuncia de Luis Felipe Bárcenas Salido de la dirigencia local de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares en el pasado mes de diciembre, literalmente pasó desapercibida. Esto da una idea clara del desinterés que hay actualmente en todo lo que se refiere al trabajo político del PRI, sobre todo porque al más conocido como “El Gato Bárcenas” no pocas veces se le ha ligado a la lista de prospectos para la candidatura a la presidencia municipal de Guaymas.
Hoy en día, personas que pertenecieron hace dos o tres décadas a las filas activas de la militancia priísta, se lamentan de las condiciones en que se encuentra el partido. Aquellos tiempos en que el trabajo era constante durante el año, en que los liderazgos se asumían como tales y se trabajaba con energía para mantener la hegemonía tricolor en el gobierno, simple y sencillamente quedaron en el baúl de los recuerdos.
En el caso específico de Guaymas, los seis años de gobierno estatal panista y el actual mandato municipal de Lorenzo De Cima Dworack, avivan el desaliento en los militantes del partido. Los viejos dirigentes ven con melancolía la inactividad en la llamada “Casa del General Plutarco Elías Calles”, mismo punto donde se escribieran, hace años ya, las más orgullosas historias de la sólida unidad del priísmo regional. Hoy en día el edificio luce literalmente abandonado.
Es de suponerse que las cosas se reactivarán cuando el próximo proceso electoral esté próximo. Se acercarán de nuevo las nuevas generaciones que hoy en día están a la caza de posibles candidatos para tratar de integrarse a una eventual planilla que les permita estar en una regiduría durante tres productivos años. El trabajo político de manera permanente simplemente ya no existe. Ahora sólo se trata de ser parte de, para poder sobrevivir.
Es una triste realidad que sin embargo recibe el rechazo a la crítica por parte de quienes siguen defendiendo lo indefendible. El ánimo, el entusiasmo, las participativas manifestaciones de antaño quedaron simplemente en un recuerdo. Hoy se es sólo una comparsa de lo que viene en el futuro político. Y es cuando se extraña a gente como Víctor Pérez, al Charrasqueado, a don Regino, al Toño Bolaños y a todos aquellos que representaban el mejor capital político que tenía el PRI.

Fue una historia bonita, que hacía ganar de manera arrolladora a los candidatos priístas, Hoy, cada uno de ellos tiene que rascarse con sus propias uñas para entrar a una competencia en la que llevan también las de perder. Y vaya que han sido derrotas bastante dolorosas. 
Salario mínimo y poder adquisitivo
Alfonso Navarrete Prida, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, informó que, según estudios internos no oficiales de la dependencia, los salarios mínimos han perdido alrededor del 3 por ciento del poder adquisitivo debido al incremento de los combustibles, pero se espera que podría llegar hasta el 5 por ciento, dependiendo de los datos que aporten Inegi, Coneval y Banco de México.
Según estudios internos, no oficiales todavía, ha habido una pérdida del poder adquisitivo en términos reales después de que en el mes de enero se dispararan los precios de los combustibles, lo que repercutió de manera severa en los costos generales de los artículos básicos y mantiene hoy en una delicada crisis a millones de familias de mexicanos, ahogados ya de por sí desde hace décadas.
Las actuales condiciones de vida, derivadas de estrategias oficiales que no consideran la afectación a las clases populares sino la sobrevivencia de la clase política, mantienen la desesperación, el desconsuelo y la impotencia. La impresionante cascada en los aumentos de precios, insistentemente negada por el gobierno, ha traído como consecuencia una gran angustia y la imposibilidad de las familias vulnerables para tratar de sobrevivir en medio de un círculo que cada vez se cierra más.
Por lógica muy natural, esa desesperación conlleva a buscar las formas de sobrevivencia. De ahí resulta lo que para muchos es prácticamente la obligación de salir a robar para poder llevar los insumos suficientes a casa, tan sólo para la alimentación. Y al mismo tiempo, eleva la desintegración de las familias, la incursión en el consumo de drogas y los incontrolables incrementos en las estadísticas de la delincuencia.
Las declaraciones de Navarrete Prida no encontraron nada nuevo al referirse a la drástica caída del poder adquisitivo. Sin cifras oficiales, la gente más afectada en cuestión económica sabe que desde hace tiempo, lo que gana en salario no le alcanza ni para satisfacer la necesidad más grande del ser humano, la comida. Las cifras oficiales solamente sirven como un punto de referencia, pero son al final de cuentas una carcajada burlesca hacia quienes sienten realmente el peso inmenso de la necesidad.
Las medidas que hoy asume el gobierno no están consideradas como un punto de partida para aliviar, al menos, la presión a la que se somete todos los días el trabajador asalariado. Se están aplicando para buscar alternativas que permitan seguir sosteniendo la voracidad de quienes, desde el servicio público, se dedican a enriquecerse a manos llenas, agotando las reservas públicas en aras de sostener un tren de vida que están aniquilando la riqueza que el país tiene.
El salario mínimo no ha perdido ni el 3 ni el 5 por ciento del poder adquisitivo. El salario de los trabajadores es, desde hace ya muchos años, una bofetada para quienes realmente saben lo que es la jornada laboral dura, de sacrificio, de martirio constante. Es un atropello para quienes se tienen que “sobar el lomo” todos los días para tratar de llevar un mendrugo a unos hijos que, acostumbrados a la pobreza, no entienden de estadísticas ni presuntos esfuerzos oficiales.

Sólo saben que quizá papá, mañana, pueda traer comida de nuevo.
¿Aumentar la representación proporcional?
Las recientes declaraciones del consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova Vianello, lo pintan tal y como es el político que piensa sólo en su estabilidad personal aunque al resto del país se lo esté llevando el demonio. Dice que reducir el número de diputados y senadores como medida de austeridad, podría mermar la democracia.
Y no sólo se detuvo en esa descabellada cuanto absurda postura. Tuvo la osadía de agregar que, lejos de mandar a la calle a 200 diputados y 96 senadores, se deben encontrar soluciones que ROBUSTEZCAN (así lo dijo, que robustezcan) el sistema representativo, porque todo lo que sea en contrario, lejos de fortalecer la democracia pueden eventualmente menguarla.
Durante su participación en el 13 Congreso Iberoamericano del Derecho Constitucional, organizado por la UNAM, Córdova Vieanello señaló que el desafío histórico de encontrar mecanismos para enfrentar la difícil situación económica, no debe afectar los instrumentos y las instituciones que defienden los derechos fundamentales. Escuchó usted bien, dijo que defienden los derechos fundamentales.
Referente a la propuesta del Partido Revolucionario Institucional, de reducir 100 diputados y 32 senadores para disminuir los costos, dijo que es un tema que se debe discutir de manera pública, ya que se tiene que analizar todas las propuestas que se presenten. Por lógica suponemos que él, como máxima autoridad del INE, podría fácilmente proponer que se robustezca la cantidad de legislativos, o sea… más diputados y más senadores.
Este sujeto es el mismo que en 2015, fue descobijado tras una llamada telefónica grabada de manera clandestina, en la que al referirse a una persona de origen indígena, de manera burlesca, majadera, sarcástica y grotesca, lo mencionó como chichimeca, un tema que provocó una reacción de profunda indignación por parte no solamente de las etnias del país, sino de una gran parte de la sociedad, que lo identificó como el clásico riquillo de sangre azul que no tolera a quienes ellos consideran una raza inferior.
Ahora, este mismo dice que lejos de poner “de patitas en la calle” a los diputados y senadores plurinominales para tratar de aliviar un poco la caótica situación económica del país, se debe incrementar la representación proporcional, lo que deja una clara evidencia de que a este tipo de personajes les importa un cacahuate que haya gente que se está muriendo de hambre por la falta de recursos económicos suficientes, y por el contrario, buscan la manera de jalar más cómplices para el saqueo del erario.
Quienes han nacido en cuna de seda, bajo ninguna circunstancia debieran estar dentro de la política, y lamentablemente son quienes influyen en la toma de las decisiones más importantes en el país. Hay políticos cuya formación no alcanza a hacerlos creer que hay pobreza, y en ese sentido, sólo piensan que el dinero público es para transferirse a sus cuentas personales. Y mientras permanezcan en esa perniciosa actividad, México no podrá salir delante de sus problemas. Antes bien, seguirán en aumento.

Robustecer la representación proporcional es una propuesta torpe y obtusa. La democracia es para elegir gobernantes, no para mantener a zánganos con el dinero del pueblo. Y en ese sentido, el recorte de personal inútil debe ser ya, en estos momentos, la prioridad del gobierno de Enrique Peña Nieto, gobernadores y presidentes municipales de todo el país.
Lleva tecnología al suicidio
Lo ocurrido en Puerto Vallarta es la mejor muestra del grado de influencia negativa que la tecnología puede provocar en la niñez y juventud actuales. Quizá usted ya esté enterado de que un pequeño de once años de edad, molesto por un castigo aplicado por sus padres consistente en impedirle el uso de su iPad, decidió quitarse la vida, lo que hay mantiene a los progenitores devastados.
Mucho se ha hablado en los últimos tiempos de la forma en que la autoridad paterna se ha ido perdiendo de manera hasta ahora irremediable, al tiempo en que la tecnología aplicada en el uso de internet a través de computadoras y teléfonos celulares controla las mentes juveniles. Basten las actitudes mostradas hoy en día por muchachos que, subyugados por mentes perversas, incurren en actitudes criminales, no sólo contra los demás sino también contra sí mismos.
Por desgracia, al tiempo en que los padres creemos que darles la oportunidad a los hijos de adaptarse a los tiempos modernos, que implican el uso ilimitado de internet, creyendo que resulta inaceptable mantenerse al margen de lo que creemos es desarrollo educacional y de aprendizaje, los niños y jóvenes adquieren conocimientos que no tienen absolutamente nada que ver con los deseos paternos de llevarlos por el camino correcto.
Mentes distorsionadas, actitudes rebeldes, influencia negativa y un futuro totalmente incierto es lo que caracteriza a las nuevas generaciones. El rechazo sistemático a la línea que cada vez más débilmente tratamos de ejercer los padres, ha llevado a un distanciamiento entre unos y otros que ya no está permitiendo que exista un orden al interior de las familias. Por el contrario, la tecnología está aniquilando la unión de las familias. Eso está muy claro.
Y la consecuencia muy lógica de todo esto es la tragedia. No solamente como la del caso que hoy nos ocupa, sino en el destino que están escogiendo por cuenta propia los chamacos de hoy en día. Unos dejan de estudiar y se dedican a drogarse o integrarse a pandillas de delincuentes, otros más se perfilan hacia los carteles de las drogas a los cuales se integran creyendo que ahí está la solución para sus frustraciones, y otros más, terminan en la tumba. Y en un muy alto porcentaje de estos casos, tuvieron que ver con la orientación negativa ejercida a través de las redes.
Nadie está al margen de esto. Ninguno de nosotros puede decir que no nos va a pasar. La niñez va creciendo, y en el más ligero descuido, se trastorna su mente por el fácil acceso que hay a las páginas que motivan a la violencia, a la desobediencia, al crimen. Y nadie tiene derecho a culpar a quienes a diario se dedican a inventar nuevas formas de crecimiento para la tecnología, porque al final de cuentas, quienes debemos regular su uso somos exclusivamente los padres.

Lo de Puerto Vallarta es un caso más. Igual lo ocurrido en Monterrey. Y lo más lamentable es que ni esto ha sido suficiente para que rechacemos el actual modo de vida, indiferente a la formación de las nuevas generaciones. Al final de cuentas, sólo reaccionamos cuando la tragedia nos arropa, es decir, cuando de plano ya no hay nada qué hacer.