Mal, muy mal empezó el año para el Secretario del Ayuntamiento Alonso Arriola Escutia, públicamente enfrentado con el Director de Seguridad Pública Librado Navarro Jiménez, y además, según versiones confiables, con marcado deterioro en la relación con el alcalde César Lizárraga Hernández, debido a que se diluyen rápidamente sus posibilidades de ser candidato del PAN a la Presidencia Municipal.
Lo del enfrentamiento con Librado fue con testigos de sobra. Lamentablemente, el responsable de la política interna del Municipio es poco tolerante, y los aspavientos que hizo cuando enfrentó al encargado de la seguridad de los guaymenses, son los que acostumbra cada vez que alguien le lleva la contra. Es decir, pierde muy fácilmente la calma y no solamente grita, sino además sus ademanes reflejan a una persona de las llamadas “de pocas pulgas”.
El caso es que, según se logró captar en la discusión, un día antes de que concluyera el 2010, Librado ordenó un operativo en contra de quienes se dedicaron a la venta --indiscriminada por cierto-- de cohetes en la vía pública. De esto se enteró el Secretario del Ayuntamiento, quien le ordenó se apersonara ante él y, primero frente a algunos funcionarios, lo increpó sumamente molesto por lo que el comandante estaba haciendo. Argumentaba el Secretario que él ya había firmado permisos para la venta de explosivos. Por cierto, entre los permisos otorgados iban unos para el ex regidor Herman García Luna y otro para Hugo Efrén Márquez, de Convergencia.
El jefe policíaco le refería que él no tenía un oficio donde se acreditaran los permisos, y que en consecuencia tenía que actuar como responsable de la seguridad de los guaymenses. Cuando el Secretario le dijo que los permisos se habían dado legalmente, Librado respondió, como abogado que es, que no hay ley en México que permita la venta de pólvora en público. Y al margen de eso, que él no tenía conocimiento oficial de los permisos y que en consecuencia, estaba obligado a actuar.
La discusión, muy fuerte, se extendió a los pasillos de Palacio Municipal, donde el Secretario prácticamente amenazó al comandante de policía, diciéndole que no es nadie para pasar por encima de sus disposiciones. Le exigió que suspendiera de inmediato el operativo y le advirtió que pondría al alcalde en pleno conocimiento de su actitud “rebelde”. Los testigos aseguran que eran muy marcadas la tranquilidad con que respondía Librado y la completa pérdida de la calma de Alonso. “Se vio muy mal” me comentó uno de ellos.
Total: las relaciones entre ambos funcionarios están rotas. Alonso no toleró que Librado emprendiera un operativo que, dicho sea de paso, sí está en sus facultades como responsable de la seguridad de los guaymenses, y en su actitud, soslayó lamentablemente que las cosas deben hacerse como marcan los reglamentos del municipio. Ni los argumentos enmarcados en la Ley que le esgrimió el jefe de policía lograron apaciguar la ira del funcionario. Volvió a perder el control.
¿Qué va a pasar después de esto? Lo ignoramos, pero se presupone que Alonso le exigirá al alcalde Lizárraga Hernández la destitución inmediata de Navarro Jiménez. Si Librado estuvo bien o no en su actitud de proteger la integridad física de los guaymenses, eso sale sobrando. Lo que molesta a Alonso es que se dispongan cosas contrarías a sus órdenes, aún cuando éstas no se ajusten a lo legal. Y dicho sea de paso, extraña que se haya molestado tanto por algo que se hizo correctamente.
¿A quién le dará la razón el alcalde? No lo sé, pero sí queda claro que las relaciones entre estos dos funcionarios ya se colapsaron. Si le da la razón a su comandante de policía, podría tomarse como que, efectivamente, ya no andan bien las cosas con su Secretario, pero si se la da a éste, el alcalde podría quedar mal ante la opinión pública. ¡Qué buen dilema!
Cabe mencionar, por otra parte, que corre una versión en el sentido de que el Presidente Municipal habría comentado que Alonso no será candidato a alcalde. Disposiciones superiores así se lo habrían hecho saber, y presuntamente eso es lo que empieza a fisurar el trato entre ambos.
Un buen tema para empezar el año.
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Si bien la pista de hielo representó un atractivo extra para mucha gente en estos días, los resultados no fueron como se esperaba. Me decía uno de los encargados que el promedio de personas que acuden diariamente no era el que se esperaba, y más aún, después de los accidentes que se han presentado, algunos de ellos muy delicados, se redujo más el número de asistentes.
En fin. El propósito era bueno. Pero las cosas no salieron como se habían planeado.