Este domingo por la tarde tuve
el antojo de comerme unos tacos de los que venden en carretas y que, por lo
regular, están todos muy sabrosos aquí en mi Guaymas. Los que sean.
Casi para acercarme a
determinado punto, observé que a unos cinco metros estaban fluyendo aguas
negras, provenientes de la enésima fuga de porquería del destrozado sistema de
alcantarillado. Con la tripa frustrada, tuve que declinar al deleite.