jueves, 17 de mayo de 2012

Lo absurdo de las encuestas

Lo clásico en los procesos electorales modernos es estar al pendiente siempre de las encuestas que se practican a diario, para saber cómo van los candidatos a los diferentes puestos de elección popular. Algunos se alegran, otros se inquietan y otros más ni siquiera las toman en cuenta. En lo particular, creo que los últimos son los únicos inteligentes en esto.
Más claro: todo el juego absurdo que representan las encuestas no pasa de ser eso: un juego absurdo. La historia de los últimos acontecimientos políticos de la década y un poco más nos indica con una claridad pasmosa, que las encuestas han servido para perder el tiempo nada más, porque finalmente, los resultados son totalmente adversos a lo que estas estuvieron manejando a lo largo de las campañas políticas.
No vayamos tan lejos: hace apenas tres años, las encuestas ponían a Alfonso Elías Serrano en una superioridad devastadora para los contrarios. Hoy este muchacho no es nada. Pasó a la historia como el candidato perdedor del PRI en Sonora. En Guaymas, Carlos Zaragoza Decima arrasaba y borraba del mapa al candidato panista. Hoy está dedicado de lleno a sus negocios. No quiere saber nada de política.
Hay algo que nos debe quedar muy claro a todos. Las encuestas las ganan quienes las ordenan. Es decir, yo haré una encuesta para ver cuál es el blog más leído de Guaymas, Empalme, Sonora y México, y obviamente será Contraportada. ¿Usted cree que yo pagaría para publicar algo diferente? Es exactamente lo mismo que pasa con las encuestas. Las que paga el PRI las ganan ellos, y donde los panistas salen arriba es porque cubrieron su costo. ¡Por favor!
Es parte de un juego mediático para imprimir temor a los contrarios. Eso lo saben las empresas encuestadoras y de esto han hecho su mejor negocio. No es culpa de ellos, simplemente fueron inteligentes para crear un productivo negocio. Y la saben jugar: si el PRI les paga, le llevan resultados en los que o van parejos o el PAN va más arriba. Hacer los “ajustes” pertinentes les representa un ingreso extra. Todo es negocio.
Dejarse llevar por encuestas es una miserable pérdida de tiempo. La única verdad se da en las urnas. Las encuestas sólo es una forma de entretenimiento.
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La molestia dentro del equipo de Otto Claussen Iberri por la destrucción de la publicidad de su campaña está más que justificada. Es un dinero que se invierte para promover una candidatura, y llegan los vándalos políticos con la mano en la cintura a despedazarla. El enojo tiene una razón.
Esa es otra estrategia absurda para ganar votos. Quien lo esté haciendo sólo evidencia temor ante la figura del candidato del PRI a la alcaldía de Guaymas. Se auto derrotan antes de tiempo, porque no se detienen a pensar que victimizar a un candidato es hacerlo más popular. O sea, finalmente hasta provechoso puede resultar esto para el candidato tricolor.
Ni modo, siempre ha sido así.
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Marcos Ulloa Cadena también marcha bien. El candidato a diputado federal por el PRD-PT-MC ha desplegado un trabajo muy intenso que le está redituando en muy buenos resultados, de tal forma que se le ubica ya como un fuerte prospecto para la victoria el próximo 1 de Julio.
El acercamiento con la gente ha sido parte fundamental para el buen desarrollo de su campaña. Se mete directamente a las casas y sale de ahí con el apoyo en la bolsa. Su forma de hacer campaña ha caído bien a la gente, y se encamina a un resultado muy positivo.
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Y aunque sé que les molesta a unos cuantos maestros, el que sigue sin poder levantar es Fermín Trujillo Fuentes, candidato del Panal y del ¿PAN? A la diputación federal, sobre todo porque lo único que ha hecho en esta campaña ha sido depender directamente de las campañas de los demás candidatos panistas, sin una estrategia definida en cuanto a su plan de trabajo proselitista.
Sólo se pega a los eventos que tienen César Lizárraga Hernández y Manuel Aguilar Juárez, lo que empieza a provocar diferencias entre los respectivos equipos de trabajo, ya que éstos últimos se quejan de hacer todo el trabajo propio de logística y finalmente resulta para beneficiar al candidato a diputado federal, quien sin invertir un peso llega cuando la mesa está servida.
Buena estrategia, ¿no?