A mes y medio de que finalicen las campañas de proselitismo, en realidad son muy escasos los candidatos de los que se puede decir que están haciendo con seriedad las cosas. Si hay algo que ha faltado en esta jornada electoral han sido las propuestas, y antes bien, hay gente que confía en que haciendo cientos y cientos de obsequios, que la mayoría de las veces son baratijas, es como lograrán atraer el voto de los ciudadanos, pero sin exhibir hasta el momento algo que haga pensar que pueden ser buenos servidores públicos.
Y el problema es que no son sólo los candidatos. Sus respectivos partidos y sus equipos de trabajo son los que están dando al traste con una campaña que valga la pena. Esto, como es lógico suponer, ha provocado el desaliento de una comunidad que está harta, totalmente harta, de políticos mentirosos y rastreros, que sólo quieren llegar con el ánimo de meter la mano al erario y vivir al menos tres años tranquilamente, con los fabulosos sueldos que ganan quienes se dedican a simular que gobiernan.
En el PAN, por ejemplo, emulando los tiempos de gloria del PRI, sus candidatos se han dedicado más a ofrecer regalitos a quienes piden el apoyo vía voto. “Al pueblo pan y circo”, dicen sus coordinadores, y la embestida ha sido brutal. Presentación de artistas y hasta pares de zapatos han ofrecido en aras de ganar un voto. Pero revisando las propuestas que puedan ofrecer, no nos encontramos con algo que sea diferente a campañas anteriores. “Es la misma gata nomás que revolcada”.
El caso de Fermín Trujillo Fuentes es excepcional. El candidato del PANAL, arropado en una alianza con el PAN que nadie terminó nunca de aclarar pero a todas luces ilegal, se ha pegado a las campañas de Manuel Aguilar Juárez y César Lizárraga Hernández, quienes por instrucciones de “muy arriba”, tienen que cederle el micrófono para que participe en los eventos, aunque a ellos les haya tocado pagar todo, incluyendo los regalitos.
Insisto que Fermín no ha funcionado como candidato, pero hay razones simples para entenderlo. Proviene de un grupo que busca sostenerse de la dependencia gubernamental, y por más que se esmere, no prende en el ánimo de la gente que lo escucha. No lo digo yo, lo dicen los mismos panistas que forman parte de los equipos de los demás candidatos.
Las campañas necesitan tomar un rumbo diferente, porque de seguir así, insisto que se corre el riesgo de vivir la jornada electoral con mayor ausentismo de la historia en Guaymas.
Ya verán.