¿Qué hay detrás de las presuntas pretensiones de Alonso Arriola Escutia por conseguir la candidatura a la alcaldía de Guaymas? La terca necedad del hoy Secretario del Ayuntamiento de Guaymas más bien pareciera perseguir otro objetivo, muy distante siquiera de figurar en las boletas electorales del proceso de 2012. Creo que es cuestión de analizarlo un poco.
Alonso personalmente se ha encargado de divulgar que quiere ser el candidato a sustituir a su extraordinario amigo César Lizárraga Hernández en la Presidencia de este municipio. Su plan “Únete a la bola” ha sido canalizado a promover su figura en los sectores populares, y para ello se ha invertido una buena fortuna del erario municipal. Obras, obsequios deportivos, pachangas y todo lo que se pueda en aras de poner a la vista al Secretario, con dinero de los guaymenses.
En la columna anterior, comento que me parece por demás extraño que Alonso no se preocupe en lo más mínimo por explicar los cuestionamientos relacionados a los ingresos a su cuenta bancaria personal por las obras públicas que aquí se desarrollan. Se rumora con fuerza que está metido de lleno en la construcción de obras que llevan carretadas de dinero a sus propias constructoras. Pero el tipo ni se mortifica por hacer lo que debieran ser pertinentes aclaraciones.
Bien, a Alonso ya se le advirtió: desde las mismas entrañas del poder político estatal hay decisiones tomadas en torno al proceso electoral del año próximo. Él no está contemplado siquiera para figurar en alguna boleta electoral. Ya se lo dijeron, ya se lo advirtieron, ya le pidieron de favor que decline a esto, ya casi se lo exigieron, pero el altanero Secretario sigue adelante en su abierta campaña de proselitismo, inclusive en horario de trabajo. Obviamente, con la venia de su Señor Presidente.
De ahí surge la desconcertante duda: ¿qué es lo que pretende realmente Alonso?
Me atrevo a asegurar que él ya sabe que no será candidato. Luego entonces resultaría absurdo que siguiera en su abierta campaña de promoción. La única explicación que pudiera tener todo esto es que, en común acuerdo con su jefe inmediato (o su subalterno, ¡ya ni sé!) César Lizárraga Hernández, el Secretario esté buscando abrir las puertas a un eventual candidato del PRI para la alcaldía, que en este caso sería el hoy diputado local Otto Claussen Iberri.
¿Cómo es esto? Me explico (dice Miguelito Leyva): todos sabemos que Lizárraga Hernández llegó a la alcaldía gracias a dos milagros, uno, por la popularidad ganada en ese tiempo (lamentablemente ya muy mermada) por Guillermo Padrés Elías, hoy Gobernador de Sonora, y la otra, por los mismos priístas que se encabr… itaron porque Carlos Zaragoza Decima resultó ser el ungido candidato tricolor. Los inconformes le dijeron al hoy alcalde que estaban con él, y fueron pieza clave para su victoria. La venganza fue contundente.
Hoy llegan los tiempos de cobrar facturas, y debido a que el PAN vendrá con todo para conservar Guaymas y recuperar y obtener otros municipios sonorenses, Alonso podría ser, por instrucciones del mismo César (que difícilmente llegará a ser candidato a diputado local, ya lo verán), quien buscara la fractura al interior de Acción Nacional en Guaymas, y con ello abrirle la brecha al candidato del PRI, si en este caso fuera Claussen Iberri. ¿Cómo conseguirlo? Buscando una candidatura que obviamente se le va a negar, y con eso motivar a la rebeldía de algunos panistas que sólo esperan cualquier argumento para empezar a protestar. Con el PAN dividido, César y su gente pagan los favores recibidos en 2009.
¿Qué ganarían el alcalde y el Secretario con todo esto? Ya están ganando cientos de miles y miles de pesos con las obras que ellos mismos se están adjudicando. Si le abren el camino al PRI, los acuerdos ya están establecidos para que sigan siendo los amos y señores de la obra pública. Finalmente, lo que ellos buscan es poder económico, no político. Y naturalmente también, con el pago de las facturas, blindarse para posibles acciones judiciales una vez concluida esta administración.
Todo esto podría ser una gran conjetura, pero no deja de llamarme la atención la terquedad de Alonso. Algún motivo poderoso debe tener para estar gastando el dinero de los guaymenses en su auto promoción, con la complacencia de amigo, el alcalde, aún cuando sabe que no tiene posibilidades de llegar a la candidatura.
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¿Alguien recuerda en qué año inició la reconstrucción, remodelación o lo que sea del Hospital General de Guaymas?
Yo paso prácticamente todos los días por ahí cuando vengo a mi oficina. Verdad de Dios, oiga, que ya hace dos años que estoy viendo lo mismo ahí, un avance lentísimo, lentísimo de la obra.
Me da la impresión de que si hubieran derruido todo y hubiesen vuelto a construir… ¡¡ya hubieran terminado!!
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Timbra el teléfono… una… dos… tres… diez veces… finalmente atiende una grabación: “está llamando a Dirección de Seguridad Pública… deje su recado… gracias.”
Se queda uno con el signo de interrogación en la cabeza, y preguntándose… ¿y si es una emergencia?
¿Qué pasó, Ramoncito? ¿Y aquella humildad donde quedó?
Ah, caray… ¡cómo cambia la gente cuando está en un puestecito por tres o menos años!