Encontrarlos no es tan difícil. Están regularmente en las
esquinas, en grupos de dos o tres. En algunos sectores se reúnen hasta siete u
ocho. Pueden transcurrir horas y permanecen ahí, algunos en cuclillas, otros de
pie, platicando lo que solamente ellos saben. Y si alguien pasa a su lado todos
observan, algunos con indiferencia, otros con un rencor muy manifiesto en su
mirada. Llegan a provocar temor.
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