¿En qué momento los guaymenses
permitimos que se nos escapara de la mano todo aquello que nos daba certeza
económica y prestigio a nivel internacional? ¿En qué momento nos peleamos con
la historia y abrimos paso a la incultura? ¿En qué momento dejamos que nos
robaran el derecho a ser una ciudad en progreso general? ¿En qué momento?
En los setentas, cuando
empezaba a despertar al interés por las cuestiones sociales y dejaba atrás mi
niñez, mi padre se dedicaba a la reparación de radios, televisiones y todo tipo
de aparatos eléctricos. Su tallercito, “Radio Servicio Edison”, estaba siempre
lleno de consolas, abanicos y hasta tostadores de pan. Eso le permitía cierta
bonanza, suficiente para tener su carrito y nuestro refrigerador con comida suficiente.
Contiguo funcionaba el
Restaurant “El pan-pan”, donde siempre había comensales, y los parroquianos
inundaban el “Gambrinus Bar”. Yo me iba al Súper MZ (Mercados Zaragoza) donde
trabajaba de empacador, y tan sólo por meter una bolsa de jabón a una bolsa,
cualquier señora me daba, como mínimo, un peso. Había días felices en que me
traía hasta 40 o 50 pesos de propina, y me iba a “hacer cola” para comprar unos
tacos de carne asada en “El Novillo”.
Había dinero circulante en Guaymas
y la región. Los barcos regresaban con muchas toneladas de camarón y la
industria naval estaba en su máximo auge a través de los talleres de Conagusa.
La todavía tímida “industria sin chimeneas” en San Carlos advertía que el
turismo iba en repunte. Había varios trayler-park con decenas de “trailas” con estadounidenses
de la tercera edad que se quedaban hasta seis meses aquí gastando el dinero
proveniente de sus pensiones.
En el otro aspecto, los ya
antiguos edificios que circundan el llamado “Centro histórico” tenían un uso
específico. Algunos albergaban oficinas bancarias. Otros funcionaban como
escuelas. En estas últimas, los muchachos cumplían de manera solemne con las
ceremonias cívicas, y los maestros les inculcaban el más profundo respeto a los
mayores, además de orientarlos sobre la forma de cómo desarrollarse para ser
buenos ciudadanos en un futuro.
Durante las ceremonias del 13
de Julio, fecha en que Guaymas escribió historia con letras de oro en 1854, se
abanderaban las instituciones y se ofrecían ceremonias cívicas en medio de un
profundo fervor ciudadano. En Septiembre, los vítores dirigidos por el alcalde
en turno eran coreados a un solo grito por entusiastas ciudadanos en recuerdo
de los héroes de Independencia, y los desfiles de la Revolución Mexicana
mostraban cuadros dignos de las mejores estampas.
Se construía el Auditorio
Cívico hoy “Fray Ivo Toneck” y el Aeropuerto Internacional. Todavía a principios
de los noventas se pavimentaba el bulevar “Benito Juárez” y el par vial de las
avenidas 5 y 6. El emblemático Cine Terraza era el mejor sitio para que los
enamorados acudieran a ver una película o las familias a disfrutar de las
llamadas Caravana “Corona”.
Mucho de eso se esfumó como
pompa de jabón. Hoy, si bien tenemos desarrollo que en parte depende de las
ambiciones económicas de los políticos en turno, hay puntos donde pareciera que
el tiempo se detuvo. Ahí están la Plaza de Armas “13 de Julio”, el viejo
edificio del antiguo Banco de Sonora y varias calles del corazón de Guaymas. El
abandono en que están es inconcebible y un atentado al progreso de nuestra
ciudad.
Los jóvenes hoy en día ignoran
qué se celebra el 13 de Julio y desconocen las más elementales reglas del
verdadero civismo. Creen que el 5 de Mayo es día en que no hay clases porque….
¡porque sí! Incluso titubean para responder cuando les preguntan qué se
conmemora el 24 de febrero, pero sí te dan inmediatamente la fecha en que se
presentará un cantante de corridos en el malecón.
Hoy el conformismo nos invade,
y optamos por divertirnos con el programa de Laura Bozo o pelearnos con los
demás en los programas de radio. ¿Progreso de Guaymas? No sabemos qué será eso,
y optamos por seguir la inercia en torno a que el conservatorio de música
tapará la vista de la bahía, tan sólo porque nos dará flojera caminar hasta el
malecón para tener un mejor panorama de ésta.
Ni modo, diría el profe…