En Saltillo, Coahuila, según
datos periodísticos, un niño podría estar sufriendo la amputación de tres de
sus dedos como consecuencia de la explosión en su mano de uno de esos “cuetes”
conocidos como “palomita”. Los “amorosos” papás, en un “sano y noble” propósito
de conseguir que su vástago se entretuviera un rato, le compraron los
explosivos que hoy lo tienen en proceso médico que lo dejará marcado para toda
su vida.