Gente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación manifiesta abiertamente un agravio por la política establecida por el actual gobierno panista, lamentando la situación en la que se encuentran actualmente, todo como consecuencia de las políticas entreguistas y de conveniencia de la dirigencia nacional a cargo de Elba Esther Gordillo Morales, de quien Fermín es muy íntimo amigo, ya que según sus propias palabras, hasta en sus casas particulares de México y Estados Unidos ha estado hasta por varios días.
Un sistema de gobierno perjuicioso para el magisterio por parte de Felipe Calderón Hijonosa, y una alianza a todas luces ilegal de Fermín con el Partido Acción Nacional han hecho que muchos maestros se encuentren totalmente desconcertados, y como es natural, volteando hacia las propuestas que están haciendo candidatos de otros partidos políticos, que al menos en este aspecto se ven más congruentes.
Alguien decía que Fermín es de los pocos candidatos que traen un discurso más entendible. Pues sí, el mismo discurso desgastado y ramplón de los políticos de antaño, a través del cual queda claro de nuevo que el prometer no empobrece. Pero lo peor en medio de todo esto, es que ya empezaron las advertencias hacia aquellos maestros que no le entreguen su apoyo a través del voto. Al mismo estilo antiguo y prepotente, la amenaza es “si no votas por Fermín, más vale que te vayas despidiendo de tu plaza”. Cuestión de platicar con algunos maestros sobre el tema.
Pero más que nada, sigue calando esa mentada aliancita que hizo con el PAN, algo que molesta a los maestros y mucho más a los panistas, muchos de los cuales ya advierten que votarán por la candidata que tienen, una tal Leslie Pantoja, que aún sin que nadie la conozca, al menos dice que pertenece a las filas albiazules.
El tiempo pasa, y lejos de acercarse a los demás candidatos a la diputación Federal, Fermín podría quedar finalmente como una comparsita de la actual competencia electoral.
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La verdad es que se extrañan aquellos impresionantes desfiles del Día del Trabajo, en que millares y millares de trabajadores acudían a una marcha que si bien era cuidadosamente vigilada por el mismo gobierno, por lo menos daba la oportunidad de que la gente se relajara un poco, sobre todo cuando les invitaban (de perdida) las tremendas comilonas a través de las cuales aliviaban un poco el eterno resentimiento laboral.
Ahora sólo asisten dos que tres convocados por sus sindicatos que, en una desunión evidente de más, se reparten en dos marchas que ahora se utilizaron para saber con qué candidatos está cada una de dichas organizaciones gremiales.
Ahora los desfiles del Día del Trabajo dan más lástima que otra cosa.
