Pocos días antes de que
concluyeran las actividades de proselitismo, acudí a una reunión que sostuvo la
entonces candidata del PRI a la diputación federal del 04 Distrito Electoral,
Susana Corella Platt, con los miembros del Sindicato de Trabajadores de la Industria
de la Radio y la Televisión (STIRT) Sección Guaymas.
Ahí, la hoy legisladora electa
expuso algunos de sus pensamientos en torno a la pretensión de llegar al
Congreso de la Unión. Lejos de usar frases rebuscadas o presumir conocimientos
amplios en materia legislativa, habló con un lenguaje sencillo, entendible y
franco. Al menos fue la impresión que me causó.
Entiendo que la postura de los
sindicalistas --adheridos a la CTM y por ende institucionales-- fue en el
sentido de manifestarle todo su apoyo y establecer compromisos para llevarla al
triunfo en las elecciones del pasado 7 de junio. Finalmente el propósito se
alcanzó y en breve estará ocupando la curul hoy en manos de Antonio Francisco
Astiazarán Gutiérrez.
Como era simple invitado, no
pensaba participar en el intercambio de preguntas y respuestas. Pero la misma
candidata “me picó las costillas” cuando dijo que hablo mucho en la radio, y
que me quería escuchar ahí. Aclaro que esto lo dijo con su acostumbrada actitud
amable. Y pues, bueno, no me quedó más recurso.
En vista del tipo de discurso
que manejó a lo largo de su campaña, en el que ofreció siempre un
Susana Corella. |
Le dije que, hoy en día, los
políticos tienen una reputación muy lastimada ante la opinión pública. Y creo
que los resultados de los comicios lo confirman, con un miserable 50 por ciento
de participación de votantes en las urnas. La razón es muy clara: la gente cada
vez cree menos en quienes a través de su participación en la política quieren
llegar a formar parte de un gobierno que sigue dando “palos de ciego” en
tratándose de beneficiar al pueblo, pero acertando en sus negros objetivos de
enriquecerse de manera particular.
Le comenté que, en su calidad
de mujer y por la imagen que tiene de ser una persona sensible, sería
lamentable, profundamente decepcionante, que pasara a formar parte de esa
pandilla de delincuentes que se han dedicado a saquear al país, matando
impunemente las esperanzas de los mexicanos en torno a un futuro con un poco de
promesa. Y me permití sugerirle que asumiera el compromiso de empezar a
construir los cimientos de una nueva clase política.
Creo que le puso atención a mi
breve perorata. Al menos su atenta mirada así me lo hizo ver.
Ahora que asuma esa delicada
responsabilidad y que cuente con el apoyo partidario de un gobierno estatal y
federal, sólo esperamos los guaymenses que no se olvide de que, a pesar de
haber nacido en Hermosillo, ya tuvo el privilegio de gobernar a este Municipio,
y algo más importante todavía: que no obstante que en el gobierno municipal
estará un hombre que ideológicamente piensa distinto a ella, los que aquí
habitamos sólo pensaremos que no fue un grave error haber llevado a una y otro
a los cargos que están por ocupar.
Si Susana antepone los
intereses políticos al beneficio del pueblo que le dio la confianza de ser
diputada federal, nos permitirá corroborar que la clase política mexicana es un
cáncer peor que la misma delincuencia organizada. Pero si el futuro alcalde
panista, Lorenzo De Cima Dworack, cuenta con su apoyo para los proyectos de
desarrollo para Guaymas, creo que dejará una limpia huella en su paso por San
Lázaro… y quizá en otros cargos más adelante.
Los guaymenses, los sonorenses
y los mexicanos en general, estamos hartos de políticos corruptos, vengativos y
traidores del mismo pueblo que los lleva a ganar los millonarios sueldos (y
más) que ganan.