jueves, 30 de septiembre de 2010

La difícil tarea de ser policía

Hay tareas difíciles, pero creo que la de un agente policiaco es de las más complicadas. El tema, si bien lo hemos tocado en infinidad de ocasiones, cada día da para más. Sobre todo cuando ocurre un nuevo hecho sangriento en el que un elemento policiaco se ve involucrado, voluntaria o involuntariamente.
Siempre que hablo de esto me gusta marcar el antecedente: no conozco al elemento policiaco que presuntamente mató de un tiro a un joven del poblado Morelos. No sé quien es, si lo he visto no tengo idea de quien se trate. “El huarache me lo pongo antes de espinarme”, porque cuando das una opinión que otros no comparten, neciamente te relacionan con los hechos, aunque nada tengas que ver.
Ahora bien, tengo parientes cercanos que están dentro de la policía. Precisamente por eso es que en ocasiones uno puede escribir, opinar, decir algo del lado humano de los policías. Y la frase quizá esté muy trillada, pero no por eso deja de ser muy cierta y debiera ser motivadora para la reflexión: cuando un policía sale de su casa para ir a trabajar, no sabe si va a regresar con vida.
Hasta ahora, la confusión prevalece en torno a los violentos hechos del pasado fin de semana. Y nadie va a decir las cosas en la forma que no le convengan. Es decir, si hubo testigos de los hechos, tanto de un lado como del otro, sus aseveraciones van a ser en contra de quien no era su amigo o es compañero de trabajo. Aunque hay casos excepcionales, claro. Y cada opinión es una “excelente” aportación para que la confusión suba de tono.
Lo que sí queda muy claro es que hoy en día las cosas están totalmente descompuestas entratándose del actuar policiaco. Lo ocurrido en “La Atravesada” nos deja muy claro que en estos tiempos, la vigilancia policiaca, para muchísima gente, es simplemente un cero a la izquierda. Es sólo un requisito que se tiene que cumplir para obtener el permiso para hacer un baile. Pero la presencia gendarmeril no pasa de ser un simple adorno, a veces hasta repudiado por los asistentes.
En el desarrollo un evento de esa naturaleza se toma como una obligación indiscutible de la policía permitir todo tipo de excesos: beber cerveza hasta “embabosarse”, consumir frente a todos las drogas que acostumbras, liarte a golpes con quien se te ponga enfrente, mentarle la madre a quien pasó por un lado tuyo y hasta agarrarle las nalgas a la chamaca que va pasando cerca. Que no se le ocurra a los elementos encargados del “orden público” entrometerse cuando los conflictos empiezan, porque tendrán que atenerse a las consecuencias.
De acuerdo a todas las versiones, porque es en lo único que coinciden, esa fue la razón por la que se inició el sangriento conflicto. Cuando los agentes quisieron intervenir y someter a los rijosos, estos no solamente reaccionaron violentamente contra los guardianes, sino que sus propios enemigos se aliaron a ellos y entre todos propinaron brutal golpiza a quienes pretendían calmar los ánimos.
En un enfrentamiento donde se pierde el control todo puede suceder. Lamentablemente, los parientes de quienes habían perdido ya todo control y solamente pensaban en saciar sus ansias infinitas de “madrear policías”, no aparecieron sino hasta después de consumarse la tragedia. Fue cuando “milagrosamente” aparecieron todas las virtudes de los “santos muchachos” que habían asistido al baile solo a divertirse. Y en todo este asunto, sólo hay un culpable señalado por todos: el policía que accionó su arma cuando vio que el desorden ya era total y, supuestamente, en peligro su vida.
Culpable o no de un crimen, la autoridad se encargará de definirlo. Lo que sí queda claro una vez más, es que la policía ya no tiene garantía alguna para la ejecución de su trabajo. Si actúan, son arbitrarios y hasta asesinos. Si no lo hacen, son incompetentes e inútiles. Si se mantienen al margen, son una partida de cobardes. Es decir, en cualquier caso, la autoridad es la culpable de lo que pase. Los muchachos solo quieren divertirse.
Y más todavía. Después de este acontecimiento, más le vale a la autoridad no volver a poner un solo agente policiaco en un baile en la zona rural. Ya la hicieron. La van a volver a hacer. Total, cada quien impone su autoridad, entonces… ¿para qué poner policías a vigilar?
ESTE miércoles alguien hizo una broma: dijo que se había suscitado una balacera en Empalme. La versión, que incluso traspasó fronteras empalmenses, provocó cierta confusión. Finalmente, todo fue una broma de mal gusto… afortunadamente.
YA PARA terminar, esto es para ti, mi desconocido amigo. La verdad es que no te entiendo. Esos mensajes que envías a través de una computadora a mi celular, créeme que no causan ninguna mella en mi ánimo. Sinceramente, me das lástima. Es inconcebible que alguien se dedique de manera tan estúpidamente cobarde a emitir insultos y calificativos tan totalmente fuera de orden, con un afán que… de veras, no comprendo.
No seas tonto, hay tantas cosas por hacer en esta vida, que perder el tiempo de manera tan miserable como lo haces, te describe perfectamente como una persona cargada de frustraciones, cobarde y medroso a más no poder. ¿No te da tristeza ser así?