lunes, 2 de enero de 2012

Alcoholismo y drogadicción

Ayer por la mañana venía bajando por una de las calles en las inmediaciones del sector Yucatán y vi un cuadro dramático: un hombre en evidente estado de ebriedad, perdido de borracho, pero bien vestido, lo que evidencia que no es un vago común, cayó cuan largo es en un montón de piedras que estaban acumuladas ahí, aparentemente para construir algún cimiento.
Mi impulso fue detenerme para tratar de ayudarlo, pero en eso ya se acercaba otro hombre con el mismo propósito. Sin embargo, el sujeto, que no hallaba cómo ponerse en pie, rechazó con enojo la ayuda. Quizá en medio de alcoholizada mente no aceptaba que había tenido un accidente y que su estado etílico no le permitía valerse por sí mismo. El otro declinó a su intento de ayuda y yo preferí retirarme, aunque no podía dejar de ver sus descomunales esfuerzos por levantarse. Serían como las 11 de la mañana.
Seguí mi camino muy pensativo, creo que hasta tristeza sentí, porque conozco de cerca el problema del alcoholismo. En mi camino rumbo a casa, me encontré con otro espectáculo que no se si será peor: en uno de los llamados “tiraderos” que hay aquí en Guaymas, había no menos de diez vehículos cuyos tripulantes se estaban abasteciendo de alguna droga, la cual se vende de manera por demás escandalosa en nuestra ciudad.
No me sorprendió, porque es un escenario común, pero sí me dio tristeza ver que, a bordo de los vehículos, viajaban por lo menos dos personas conocidas, en otro un grupo de jovencitas que buscaban infructuosamente esconder sus rostros a través de los vidrios cerrados, y un par de viejos, creo que a punto de llegar a ancianos, entre otros. Todos ellos iban a lo mismo, a buscar el producto que los apendeje tras su consumo.
Dirá que son problemas ajenos en los que uno no debe involucrarse, y yo estaré totalmente de acuerdo con usted. Pero sucede que en ambos casos, me puse a pensar… ¿y si fueran miembros de mi familia los que estuvieran en esas circunstancias? ¿Me habría retirado igual que como lo hice?
Me queda claro que esos dos, alcoholismo y drogadicción, son de los principales problemas que hoy enfrenta la sociedad guaymense. Un porcentaje importante de quienes aquí habitamos se encuentra inmerso en el excesivo consumo de alcohol, evidenciado este fin de año con los accidentes derivados de eso, y la severa adicción a las drogas, cáncer este último que padece gravemente gente de todos los estratos y de todas las edades.
Pero más delicado que eso viene a ser la cerrada negativa de víctimas y familiares de éstas a aceptar que se tiene un problema de seria magnitud. Usted dígale a un alcohólico/drogadicto que lo es, o sugiérale a su familia que vaya en busca de ayuda para la víctima, y lo menos que recibirá es una mentada de madre. La gente rechaza sistemáticamente ser parte de un problema que está azotando duramente a la sociedad, y ahora sí que en su conjunto, aunque no se tenga directamente el problema en casa.
Con una autoridad cómplice en la venta de enervantes, con una sociedad que le da la espalda al problema en vez de enfrentarlo y prefiere atender las promesas vanas de quienes aspiran a ser candidatos a un puesto de elección popular, los guaymenses cada vez estamos más jodidos. Alcohólicos y drogadictos cada vez son más y más, y nadie mueve un dedo para ponerle freno a todo esto.
En lo particular, me gustaría escuchar de quienes andan buscando ser parte de un futuro gobierno, qué tipo de proyecto manejan para enfrentar en serio este par de problemas sociales. Todos hablan de combatir la pobreza, de reducir la violencia y terminar con la inseguridad, pero no explican cómo lo van a hacer. Total, México es el país de las promesas y de los creídos de ellas. ¿Qué tiene volver a hacer lo mismo?
Pobre México… pobre Sonora… pobre Guaymas!