Quizá usted piense que exagero el comentario, pero le
puedo asegurar que no. Es más, me atrevo a invitarlo a que me acompañe una
noche de éstas a caminar por rumbos de la calle 13 y la avenida Abelardo L.
Rodríguez. Se dará cuenta de que para hacerlo tranquilamente, tengo que alumbrarme
con la lamparita de mi celular, ya que es tal la penumbra que fácil se puede
sufrir un tropezón. En esas condiciones estamos en el centro de la ciudad.
Es más, a manera de anécdota, una noche iba caminando por
ese crucero rumbo a la calle 14, y vi que un hombre se detuvo repentinamente en
la esquina para que pasara un camión. Luego siguió caminando en el momento que
me le emparejé, y me dijo “qué bárbaro, no se ve nada”. Le contesté y nos
fuimos caminando un trecho en medio de la oscuridad comentando al respecto, y
metros más adelante, a la luz de un vehículo, pudimos identificarnos. “¡Ingeniero
Félix!”… “¿Qué pasó, Victor?”… le garantizo que no le estoy mintiendo. El
ingeniero laboró algunos años para la CEA (Antes Coapaes). Si lo conoce,
pregúntele si es cierto o no esto.
Y como ese sitio, hay otros en pleno centro de la ciudad
que quedaron condenados a las tinieblas tras la conclusión de la pasada
administración encabezada por César Lizárraga Hernández, hoy premiado con un
puesto en el Gobierno del Estado, luego de un confuso programa de inversión superior
a los 4 millones de pesos.
Por eso, resulta hasta cierto punto alentador que el
gobierno municipal actual encabezado por Otto Guillermo Claussen Iberri, y con
el más irrestricto apoyo del diputado federal Antonio Francisco Astiazarán
Gutiérrez, anuncien inversiones millonarias para este mismo año en la región.
No es posible que los guaymenses sigamos viviendo en tales circunstancias en
estos tiempos actuales, en que ciudades como Empalme, para no ir tan lejos, no
tienen problemas como los que aquí enfrentamos.
Resulta inadmisible ya que las cosas sigan igual. Ya no
podemos seguir así. Y por eso llama la atención que ayer, durante la
instalación del Coplam, se hayan anunciado por lo menos 150 millones de pesos
para rubros en los que va incluida la rehabilitación de alumbrado público,
entre otros aspectos importantes para mejorar la infraestructura de las
colonias.
Hay otras inversiones interesantes, como los 400 millones
que se aplicarán en la primera etapa para la ampliación del puerto de Guaymas
hacia Empalme, obra en la que se invertirían cerca de 1,200 millones, y otras
importantes aplicaciones que provendrán gracias a la gestoría hecha por Astiazarán
Gutiérrez ante quienes manejan los recursos federales.
Si Otto y Toño convierten a realidad todo este proyecto
anunciado ayer, Guaymas definitivamente estaría entrando a una etapa muy interesante en su desarrollo. La
generación anunciada de cerca de 10 mil nuevos empleos, podría inclusive hasta
mejorar la situación económica tan grave que prevalece en el Municipio.
Ojalá todo vaya por el camino correcto.
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Yo no creo que Alfonso Uribe Corona tenga malas
intenciones como coordinador principal del ya inminente carnaval de Guaymas. De
hecho, conversé buen rato con él y algunos planteamientos que me hizo me
parecen muy interesantes. Trae algunos buenos proyectos.
Pero sí tengo que decir también que no coincidí en
algunas cosas con él. De hecho creo que con una buena asesoría, Alfonso podría
hacer un buen trabajo para la más importante tradición de los guaymenses. Un
debut como organizador de la fiesta principal en Guaymas, requiere
necesariamente del apoyo de quienes ya saben de esto, con todo y que me diga
que quiere evitar que se haga lo mismo. Una combinación de experiencia con
ideas frescas daría mejores resultados.
Para no ir tan lejos, creo que la presunta discriminación
(presunta, porque leí por ahí que él negó haberlo hecho) que se hace a la
llamada comunidad gay, a quienes se limita a participar en el paseo de carros
alegóricos y todo lo que huela a carnaval, sería un craso error. Hace muchos
años, un profundo conocedor de la fiesta, como fue Alejandro “Papano” Romandía
Bacon (+) lo dijo: “No puede haber un carnaval sin jotitos”, dicho esto con el
profundo respeto que me merecen quienes están en esa condición de vida.
Se dice además que se pedirá recato a la gente que
participa en los paseos, y se entiende como recato la prohibición a usar ropas
extremadamente sensuales, que “enseñen” demasiado pues.
No sé si se tenga conocimiento que el carnaval son las
fiestas paganas, el desenfreno, el pecado. Y aunque con esto no quiero decir
que se deba permitir actos inmorales, tampoco se puede limitar a quienes visten
escasa ropa durante los desfiles. Mientras no se llegue al exhibicionismo, no pasa
absolutamente nada.
En fin, creo que hay tiempo todavía para recomponer las
cosas. Ojalá haya un punto de reflexión.