Más o menos es lo que trató de decir Francisco López Lucero, el dirigente de Acción Nacional en Guaymas que las perdió de todas todas. Como líder… bueno, como presidente del Partido, López Lucero busca desesperadas justificaciones para su vergonzosa derrota, y le sigue el juego a un Lizárraga Hernández que ve con angustia y mortificación cómo se le diluye la posibilidad de llegar a ser diputado en el próximo congreso local. Le aterra la posibilidad de no tener fuero en el próximo período administrativo.
Las declaraciones de López Lucero rayan en lo absurdo: “…el candidato del PRI a ese cargo de elección muestra su desesperación al verse perdido; por lo que ahora interpone una denuncia penal contra quien resulte responsable, a sabiendas que es completamente infundada y que no procederá”. Creo que el dirigente panista padece falta de ubicación, pues se le olvida que aún con los votos escamoteados, León Perea de todas formas quedó arriba en los resultados finales.
“Además, enfatizó López Lucero, en nada modificará los resultados obtenidos en la elección; cuando debieron acudir en tiempo y forma a promover los recursos jurídicos electorales que contempla la ley para defender su posición, sin embargo pretendieron hacerlo fuera de los plazos que tenían para ello, lo que denota la aceptación de la inminente derrota”. Caray… ¿¿pues qué hizo este muchacho antes de hacer esas declaraciones??Y todavía agrega que “…Consideramos que al final del proceso la voluntad ciudadana se mostrará en el resultado a favor de nuestro candidato César Lizárraga”. López Lucero dice muy claramente que la voluntad ciudadana (yo entiendo por voluntad ciudadana que absolutamente todos y cada uno de los guaymenses le brindamos nuestro entusiasta respaldo) está con el ex munícipe, el mismo que hizo un contrato por 44 millones de pesos para rentar lámparas de alumbrado público y mantiene a la ciudad en penumbras.
Ni Lizárraga Hernández ni López Lucero se ubican en su auténtica realidad. Los desastrosos resultados electorales que tuvo el PAN en esta región fueron culpa directa del ex alcalde, quien a su paso por la administración pública dejó evidencias descaradas de una corrupción sin límites, se burló de todo y de todos, realizó obra pública dando los contratos a sus propias empresas y a sus socios y amigos en lo personal, adquirió en plena función pública terrenos con costos millonarios a través de sus parientes directos, hizo contratos fraudulentos para alumbrado público y una historia larga de tropelías.
La desesperación del ex Munícipe es explicable. A la Presidencia Municipal llegará un priísta, lo que indica que habrá una investigación muy a fondo de la forma en que se utilizaron los recursos públicos y sabe muy bien que saldría bastante raspado. Si llega a la diputación local, al menos durante 3 años estará respirando tranquilamente. Si no, quizá cambie de lugar de residencia, porque ya ni con el respaldo del Gobierno del Estado cuenta.
En el caso de López Lucero, se sobreentiende que tenga que hacer este tipo de declaraciones. Su esposa está por convertirse en regidora por obsequio de la próxima administración pública, y una declaración distinta podría costarle ese sueldo durante tres años.
En lo particular, considero que los panistas, lejos de reivindicarse ante la comunidad guaymense, con estas cosas se hunden más ellos solos.
Allá ellos.