martes, 18 de junio de 2013

Alertan por el calor

Las temperaturas llegarían hasta los 43° sin pronóstico de lluvia
Un llamado a tomar las precauciones correspondientes para evitar efectos nocivos en la salud, lanza la unidad local de Protección Civil en Guaymas, al informar que continuará la ola de calor seco en la región con temperaturas que pudieran llegar hasta los 43ºC sin probabilidades de lluvia por lo menos las próximas 72 horas.
El Coordinador Municipal de la dependencia, Oscar Espada Cortés quien hizo un llamado a la ciudadanía a no exponerse al sol, principalmente entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde, ya que es cuando la intensidad de rayos ultravioleta es más fuerte, pudiendo causar daños en la piel, insolación o posibles  factores para la deshidratación principalmente en niños y adultos mayores.
Recomendó consumir abundantes líquidos, y ante cualquier síntoma de deshidratación o golpe de calor, acudir al centro de salud más cercano, o marcar a la línea gratuita 066 ante cualquier emergencia.

Dijo que para mayor información con relación al comportamiento diario del estado del tiempo y obtener recomendaciones de temporada, invitó a la comunidad a entrar a la página de Facebook UMPC Guaymas o bien a la página oficial de internetwww.guaymas.gob.mx/proteccioncivil  

Publicada en Sin Limite Avante...

Algo está pasando. Algo está pasando y es urgentemente necesario encontrar los conductos para que ese “algo” deje de estar pasando. Por más que quisiéramos sustraernos al tema nos resulta imposible, porque ya es un asunto que mortifica, que provoca zozobra. Y en algunos casos, está dejando hechos bastante desagradables.
En pocas semanas, nos enteramos del crimen de una jovencita estudiante a manos de su padrastro por supuestamente haber estado involucrada sentimentalmente con un maestro de su propia escuela; otro maestro fue detenido por haber sido sorprendido corrompiendo presuntamente a sus alumnos; varias familias han sido “visitadas” por delincuentes armados que entra a sus casas con una facilidad pasmosa y hacen de las suyas con una tranquilidad también increíble.
La delincuencia común se desata. Las chatarreras siguen comprando piezas robadas de fierro con una impunidad que no se puede concebir. Las drogas se comercializan como tianguis de miércoles, y los adictos están hasta en las mismas corporaciones policiacas, en las escuelas, en las empresas, en todas partes. Los robos en casas habitación y vehículos se multiplican desordenadamente y no hay quien pueda frenar eso.
Se vuelve común ver a los niños fumando o ingiriendo bebidas alcohólicas en las escuelas, y a las madres de familia medio cubriéndose infructuosamente el rostro para llegar a comprar un poco de “cristal”, quizá para hacer con más agilidad el quehacer de la casa. La violencia intrafamiliar, en la que hombres alcoholizados o drogados golpean salvajemente a sus esposas e hijos, tiene presencia en un porcentaje impresionante de residencias.
Las familias se desintegran con una facilidad increíble. De repente, una casa donde antes vivieron un matrimonio con sus hijos, se encuentra sola. La vida insoportable de la pareja terminó con el amor y cada quien se fue por su lado. Los hijos, hastiados de ese tipo de vida, deciden irse a consumir drogas y las muchachas a prostituirse. Ya nadie regresa a lo que antes fue un hogar común y corriente.
La descomposición social en todo su apogeo. Los hechos que antes impresionaban hoy nos envuelven con facilidad y nos mostramos hasta indiferentes. Quizá el morbo es lo que más mueve a ponerle interés a un caso específico. Y esa misma indiferencia nos lleva a no poner interés en aportar algo que pudiera ser inicio de la búsqueda de soluciones. Dejamos que la locura social nos siga enredando, y no obstante el futuro incierto, damos la espalda a la responsabilidad social de velar por nuestro entorno.
No hemos querido advertirlo, pero esto ya rebasó los síntomas de la alarma. Los hechos sangrientos están llegando y eso apresura la descomposición de una sociedad. La juventud reclama mayor atención, y en su afán de conseguirlo utiliza recursos que van en su propia afectación. Buscan refugio en las drogas, equivocan sentimientos y los entregan a personas que abusan de ellos, persiguen el peligro afanosamente, sin advertir la facilidad con que pueden cambiar de vida.
Los adultos, embargados por la cada vez más complicada situación económica, que aumenta la angustia, la desesperación y el desconsuelo en los hogares, nos olvidamos de los muchachos y los dejamos crecer a su libre albedrío. Puede más la búsqueda de las formas para hacerse recursos suficientes, ya no digamos para vivir decorosamente, sino sólo para comprar el alimento diario, que el interés en dar orientación y valores sólidos a los muchachos. Eso simplemente pasa a segundo plano.
Por eso es importante hacer un alto urgente en el camino torcido que llevamos para buscar --y encontrar-- las alternativas que nos permiten recomponer las cosas. Si los grandes ya no podemos dar marcha atrás y corregir las cosas, un buen principio será llevar a nuestros hijos hacia un mejor rumbo, buscando  las opciones que tenemos para ello. ¿Existen? Claro que sí. Las hay y están a la vista de todos, menos de los que no queremos verlas.
El miércoles anterior, 12 de junio, acudimos a la presentación de la Orquesta Sinfónica “Esperanza Azteca”. Al margen del éxito apoteósico que alcanzaron 207 niños y jóvenes de Guaymas y Empalme con su primer concierto ante los azorados ojos y --oídos-- de la sociedad sonorense, hubo algo que impactó a muchos de los que estábamos presentes.
En el video de presentación de la orquesta, en el cual aparecen entrevistas/conversaciones con varios de sus miembros, una chiquilla dijo que “mi vida llevaba un camino equivocado, y gracias a que estoy en Esperanza Azteca logré componerlo”. En lo personal me conmovieron las palabras de la muchachita, quien en su rostro denotaba una inmensa felicidad por la experiencia que está viviendo al pertenecer a esta institución.
Esto nos indica, claramente, que opciones para corregir rumbos, o simplemente circular por la vía correcta, existen. En el caso de la orquesta sinfónica, la inmensa mayoría de sus jóvenes integrantes ni siquiera tienen tiempo para desviar su atención a prácticas nocivas. Es demasiado interesante lo que están haciendo como para echarlo a perder. Y al mantener de esta forma su mente ocupada, es lógico y natural que serán ciudadanos de bien.
Les hablo de algo que me está tocando vivir. Pero igual hay decenas de otras alternativas. El deporte, la música, el trabajo mismo, serían esas oportunidades que según nosotros no existen, pero que finalmente podrían estar a la vuelta de cada esquina. Es extremadamente urgente agarrarse de esas “tablitas de salvación”, sobre todo para blindar a nuestros hijos y que no se conviertan en lo que muchos de ellos hoy son: futuros protagonistas de la información policiaca del día.
Ignorar el compromiso que como sociedad cada uno de nosotros tiene, es querer ignorar nuestra propia realidad. El hecho de que en la familia no exista ninguno de esos “casos especiales” no nos exime de la responsabilidad de atenderlos, porque esos mismos podrían “rebotar” en la vida de uno de nosotros. ¿Cómo? Siendo asaltados por uno de esos futuros delincuentes o, en el peor de los casos, verlos en cualquier momento como muy cercanos amigos de nuestros propios hijos.
La apatía tampoco es buena consejera. Mientras tiremos al desdén la situación social que vivimos actualmente, estaremos en el constante riesgo de que nos regresen las consecuencias que estamos fomentando.
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Retomando el tema de la Orquesta Sinfónica “Esperanza Azteca”, debo decir que soy uno de más de esos padres orgullosos de los 207 niños y jovencitos de Guaymas y Empalme que la integran.  La tarde-noche del miércoles anterior fue de emociones muy fuertes al ver triunfar a nuestros pequeños después de 9 meses de constante y sacrificado estudio, lo que finalmente concluyó en una extraordinaria recompensa.
El Auditorio Cívico del Estado lució a reventar, en un evento que para los que estuvimos ahí resultó inolvidable. La inspiración que mostraron cada uno de los miembros de la OSEA llevó a disfrutar de un concierto exquisito, sublime, en el que estos muchachos demostraron un talento que en la mayoría de los casos no había sido descubierto, y fueron sus propios maestros quienes los fueron forjando a través de ese tiempo para convertirlos en lo que hoy son: unos auténticos artistas.

Ojalá que muy pronto, Fundación Azteca de su autorización para que la Orquesta Sinfónica “Esperanza Azteca” de Sonora ofrezca su primer concierto, pero ahora en Guaymas.