viernes, 11 de enero de 2013


César Adrián Lizárraga Hernández está protegido. Y está muy bien protegido. Esa confianza fue la que mostró la mañana del jueves cuando, en una actitud cuajada de arrogancia, llegó e irrumpió en las oficinas de Contraloría Municipal donde, casi a gritos, exigía que le entregaran documentación para saber qué es lo que le van a preguntar el próximo día 16, fecha en que seguramente no se presentará a la hora que se le indique, como ya lo hizo en par de ocasiones anteriores.
“No se trata de hacer un examen de memoria” dijo en despótica respuesta en una improvisada rueda de prensa. Es decir, lo que haya hecho, lo que haya pasado y de lo que se le haya acusado ya pasó a la historia. El joven literalmente quiso ordenar que se le dieran las preguntas que se le van a formular en la conferencia para ver de qué manera las va a contestar “porque la ley me ampara para hacerlo”, dijo.
El blindaje con el que cuenta el ex Munícipe es obvio. Concluyó su período como alcalde en medio de delicadas acusaciones en las que se involucró inclusive a familiares suyos, para incursionar en una campaña política que perdió de manera abrumadora, intentando después, por vías que le resultaron infructuosas, desvirtuar los resultados del proceso electoral. Y aún así, fue gentilmente invitado a ser funcionario del Gobierno del Estado. El arrogante ex edil sabe que al menos en esta administración, su acérrimo enemigo, el Contralor Héctor Hernández García, no le va a hacer nada.
Y analice usted si las respuestas del susodicho no son arrogantes: “si me he presentado cuando me han citado a comparecer, pero he venido en la noche”. Es decir, él sí se presenta pero a la hora que él dice, no en el momento que se le exige. Además, aseguró que pidió permiso sin goce de sueldo como funcionario estatal para estar la mañana del jueves en Contraloría, por lo que no sería mala idea checar su próximo recibo de salario para corroborar lo que dijo.
Sí sería bueno sugerirle al Contralor Hernández García que se vaya olvidando del asunto de César. Haga lo que haga, el ex alcalde ya mostró que tiene más poder que él, ignorando los citatorios que se le hacen, gritando y gesticulando a los empleados de Contraloría, y advirtiendo que se presentará a la hora que le venga en gana, y no cuando el contralorcito se lo indique. Así de fácil.