César Adrián
Lizárraga Hernández está protegido. Y está muy bien protegido. Esa confianza
fue la que mostró la mañana del jueves cuando, en una actitud cuajada de
arrogancia, llegó e irrumpió en las oficinas de Contraloría Municipal donde,
casi a gritos, exigía que le entregaran documentación para saber qué es lo que
le van a preguntar el próximo día 16, fecha en que seguramente no se presentará
a la hora que se le indique, como ya lo hizo en par de ocasiones anteriores.
“No se trata de
hacer un examen de memoria” dijo en despótica respuesta en una improvisada
rueda de prensa. Es decir, lo que haya hecho, lo que haya pasado y de lo que se
le haya acusado ya pasó a la historia. El joven literalmente quiso ordenar que
se le dieran las preguntas que se le van a formular en la conferencia para ver
de qué manera las va a contestar “porque la ley me ampara para hacerlo”, dijo.
El blindaje con
el que cuenta el ex Munícipe es obvio. Concluyó su período como alcalde en
medio de delicadas acusaciones en las que se involucró inclusive a familiares
suyos, para incursionar en una campaña política que perdió de manera
abrumadora, intentando después, por vías que le resultaron infructuosas,
desvirtuar los resultados del proceso electoral. Y aún así, fue gentilmente
invitado a ser funcionario del Gobierno del Estado. El arrogante ex edil sabe
que al menos en esta administración, su acérrimo enemigo, el Contralor Héctor
Hernández García, no le va a hacer nada.
Y analice usted
si las respuestas del susodicho no son arrogantes: “si me he presentado cuando
me han citado a comparecer, pero he venido en la noche”. Es decir, él sí se
presenta pero a la hora que él dice, no en el momento que se le exige. Además,
aseguró que pidió permiso sin goce de sueldo como funcionario estatal para
estar la mañana del jueves en Contraloría, por lo que no sería mala idea checar
su próximo recibo de salario para corroborar lo que dijo.
Sí sería bueno
sugerirle al Contralor Hernández García que se vaya olvidando del asunto de
César. Haga lo que haga, el ex alcalde ya mostró que tiene más poder que él,
ignorando los citatorios que se le hacen, gritando y gesticulando a los
empleados de Contraloría, y advirtiendo que se presentará a la hora que le
venga en gana, y no cuando el contralorcito se lo indique. Así de fácil.