lunes, 5 de septiembre de 2011

Balaceras en Guaymas y Empalme

Ya no se puede manejar como un hecho insólito lo ocurrido el pasado fin de semana tanto en Guaymas como en Empalme, donde repentinamente se vivió quizá el mismo clima de terror y angustia que es característico de ciudades neolonesas o chihuahuenses, al desatarse sendas balaceras que dejaron a varios agentes policiacos heridos y a un delincuente abatido a tiros.
El caso de Empalme preocupa quizá un poco más, porque este tipo de hechos ya son más frecuentes. La presencia ahí de sujetos que fácilmente se hacen de armas de fuego se ha convertido en una constante preocupación por parte de los empalmenses, cuya ciudad hoy en día está invadida por pandillas de cholos aprendices de sicarios, cuya osadía rebasa ya cualquier límite.
En Empalme urge un tratamiento especial en materia de seguridad pública, y eso lo sabe el alcalde Javier Caraveo Rincón, quien preocupado por las circunstancias actuales, ha mantenido contacto directo con las autoridades militares y estatales, a fin de que signifiquen un mejor apoyo para controlar a tanto chamaco delincuente suelto, pero también porque existe la sospecha de que podría haber ahí gente que se dedica a la delincuencia a más altos niveles.
Lo ocurrido en Guaymas debe analizarse desde diferentes puntos de vista. El sábado quedó claro que también aquí hay sujetos que envidian a los delincuentes “profesionales”, pero cuyo actuar en un momento dado no los hace menos peligrosos. Uno de ellos pagó con su vida el haber tratado de formar parte de un operativo para secuestrar a una mujer, y otro más está en la cárcel, con acusaciones bastante graves sobre él.
En múltiples ocasiones lo he comentado: a veces no es tan conveniente que los medios de comunicación publiquemos los hechos violentos que se registran en gran parte del territorio nacional, y menos aún las estrategias que usa el crimen organizado para cometer sus delitos. Esto resulta aleccionador para aquellos que buscan también la forma de ganar dinero fácil, y más aún cuando son víctimas de su adicción a las drogas, que es lo más común en estos casos.
A estos tipos se les hizo “pan comido” organizar un secuestro, jugar a un plan perfecto para secuestrar a la mujer, y seguramente se sintieron omnipotentes cuando lograron sorprender a unos policías y desarmarlos. El plan se les vino abajo gracias a la buena coordinación de la policía municipal, que finalmente es la que enfrentó con más arrojo y decisión el enfrentamiento a tiros.
Apenas en la columna anterior me refería al trabajo desarrollado por Ramón Aguirre Vizcarra al frente de la corporación policiaca, y con esto lo reitero: Ramón es un buen comandante. Sobre eso ya no hay discusión. Él y su gente lo demostraron jugándose la vida en un encuentro a tiros que dejó a dos policías con lesiones. Hay que reconocerlo.
Pero sí es importante destacar, de nuevo, que en Guaymas, como en el resto del país, hay cuestiones que no dejan de causar preocupación, zozobra, inquietud. Hay evidencias de que algunos delincuentes están “arreglados” con ciertas autoridades, y éstas se hacen “de la vista gorda” cuando la comisión de delitos está a plena luz del día. Y mientras haya funcionarios protectores de estas personas, seguirá el riesgo de que en cualquier momento se presente otro hecho de similares características.
Al actual municipio se le solicitó, como aspecto básico, seguridad para los guaymenses. Resulta por demás lamentable que hoy en día sea un tema de menor importancia para quienes están más interesados en obtener candidaturas para puestos públicos en el afán de protegerse a futuro por el desastre que hoy traen. La seguridad pública es lo que menos les interesa, y quieren dejar toda la responsabilidad a quienes, encargados como son de ese rubro, no cuentan con el apoyo suficiente para cumplir con su compromiso.
Guaymas no puede estar en manos de la delincuencia doméstica. Eso es absurdo. Hay un compromiso, señores. Preocúpense por los guaymenses, no por ustedes en lo particular.