Cada empresa tiene sus reglas en cuestiones laborales. Cada una de éstas establece las normas que sus trabajadores tienen que seguir, y eso es correcto. Lo que no se vale, es cuando las empresas atropellan de manera sanguinaria y cruel la necesidad que tiene la gente de trabajar, y en base a eso, no solamente les dan un trato de lo peor, sino que en el colmo de las infamias, les roban su dinero.
El caso que quiero describir quizá haya ocurrido en múltiples ocasiones en la tienda Ley de Guaymas, pero es del que tengo información precisa. El caso es que tanto el gerente del establecimiento, como la encargada de Recursos Humanos y la jefa de cajeras, evidentemente forman parte de una red de abusiva complicidad para lastimar de manera inhumana la necesidad de la gente que ahí labora.
Es el caso de una muchacha que, prácticamente con carrera terminada, pero ante la ausencia de oportunidades laborales como ocurre hoy en todo el país, decidió trabajar en la citada tienda, y para ello, habiendo pasado todos los exámenes que ahí se hacen, recibió trabajo de cajera.
Jamás nunca se quejó por los abusivos cambios en los horarios de trabajo que ahí se hacen. Jamás nunca reclamó cuando le llegó a aparecer un faltante al hacer los “cortes”, jamás nunca reclamó cambios repentinos en descansos, jamás nunca quiso ser una mala empleada. Ella veía esto como una oportunidad para un día ascender a algo mejor y se esmeraba en quedar bien.
Sin embargo, vino un problema. Un día le apareció un faltante de 1,500 pesos. Era muchísimo dinero. Se le dijo que el faltante era porque no aparecía un “baucher” o algo así, es decir, los tickets que quedan en manos de la empresa. Y si ese papel no aparecía, el dinero tendría que pagarlo. Fue la primera vez que se rebeló, y exigió la búsqueda del mentado “baucher”. Lo que parecía imposible por la cantidad de papeles, se logró: el “baucher” apareció. Es decir, NO HABIA NINGÚN FALTANTE DE DINERO.
Bien, ya tranquila por lo que parecía un asunto resuelto, siguió cumpliendo con su rutina laboral. No obstante, en la siguiente quincena, le llegó un descuento en su sueldo de 200 pesos. Cuando fue a pedir una aclaración, le dijeron que le habían empezado a descontar los 1,500 pesos que debía. Se molestó bastante, por supuesto. Exigió a la jefa de cajeras que se arreglara el asunto, ésta habló con el gerente y el gerente sabrá Dios con quien, pero le dijeron que no se preocupara, que lejos de seguirle descontando, le reembolsarían su dinero.
Pero… por increíble que parezca, en la siguiente quincena, de nuevo le llegó otro descuento de 200 pesos!!!! Ya muy molesta fue de nuevo con la jefa de cajeras, ésta habló con el gerente, volvieron a hacer el mismo circo, y casi le juraron sobre la Biblia que su problema se resolvería. En la quincena siguiente volvió a pasar lo mismo, entonces fue cuando ella decidió presentar su renuncia.
En tales circunstancias, le dijeron que al sábado siguiente pasara por su liquidación, y ¿¿qué crée usted que pasó?? Si… eso que está suponiendo: le dijeron que no podían darle liquidación… ¡¡¡PORQUE DEBÍA 1,500 PESOS DE UN “BAUCHER” DESAPARECIDO!!! Pero más aún, le dijeron que faltaban otros 200 pesos más de los fondos que quedan en caja, algo que jamás antes le habían comunicado.
Evidentemente, tanto Manuel Inzunza, gerente de la tienda, como la encargada de Recursos Humanos Diana Fiol y la jefa de cajeras de nombre Vicky, están involucrados en el abusivo robo en contra de esta empleada, y obviamente de muchos otros más. Ellos son los que jamás intervinieron para resolver el problema de la muchacha, quien terriblemente decepcionada decidió dejar las cosas por la paz. La desconfianza hacia las autoridades laborales la hizo declinar a presentar una denuncia, y su consuelo fue sólo decir “Dios le da a cada quien lo que merece. Que el Señor esté siempre con ellos”.
Pues… si. Que siempre esté con ellos. Pero por lo mismo, mientras estén en esos puestos seguirán abusando de los mismos y seguirán robándose el dinero de los demás empleados, de la gente que necesita trabajar y que tiene que soportar cuanta humillación y abuso ellos decidan.
Hay muchos casos más, muchísimos!! Quizá sería interesante publicarlos también. Ya basta de que haya tanta rata en esa tienda.