Mienten todos aquellos funcionarios que aseguran que están atentos a la seguridad del ciudadano común. Y lo peor es que mienten con pleno conocimiento de causa, con una desvergüenza que raya en el cinismo, puesto que en tanto ellos declaran estar trabajando en las garantías ciudadanas, las calles están plagadas de delincuentes que ponen en grave riesgo la integridad de las familias.
Por eso me resulta odiosamente divertida la postura del alcalde de Puerto Peñasco, Gerardo Figueroa Zazueta, quien asegura, de una manera contundente --según él-- que la ciudad que gobierna regresó a la más completa y absoluta tranquilidad tras la terrible balacera que acabó con la vida de cinco presuntos delincuentes que se enfrentaron a fuerzas federales.
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