Dos situaciones fueron las que más me llamaron la atención en el curso de la semana inmediata anterior. Primero, la postura de don Manuel Aguilar Juárez, de retirarse muy dignamente de su participación política en el pasado proceso electoral, y otra, la forma tan sucia en que César Adrián Lizárraga Hernández ha tratado de adueñarse de una diputación local que por derecho no le corresponde.
Durante una conferencia de prensa, Aguilar Juárez mostró una caballerosidad muy ajena al político común. Lo que pasa, insisto, es que este señor no es político, y en consecuencia no tendría que haberse comportado como tal. Lejos de eso asumió una actitud demasiado digna, y dijo claramente que “yo ofrecí una alternativa de trabajo en beneficio de los guaymenses. Si a la mayoría no le pareció, simple y sencillamente no pasa nada. Me retiro a seguir trabajando en mis empresas”.
Señaló muy claramente que él no comparte el proyecto de Otto Claussen Iberri, ganador de la contienda, y que en consecuencia no tiene por qué apoyarlo. Aún sin embargo, dejó abierta la posibilidad de respaldar todas aquellas acciones que eventualmente fueran en beneficio de la colectividad, pero desde su trabajo como dirigente de un sector tan importante como es el pesquero.
Declinó a ser regidor en la futura administración, porque dijo que su propósito no es depender del erario. A él lo movió el interés de hacer algo provechoso para Guaymas, “pero si a la ciudadanía en su mayoría no le pareció, no pasa nada”, reiteró en varias ocasiones.
Creo que es de reconocerse la actitud de este señor, porque muy lejos de pensar siquiera en una impugnación, de manera muy caballerosa aceptó que no ganó en las urnas y se retira tranquilamente a sus quehaceres.
La nota contraria la ha estado ofreciendo el ahora ex alcalde César Adrián Lizárraga Hernández, quien se ha valido de todas las argucias habidas y por haber para tratar de llegar al Congreso del Estado, ya de perdida por la vía plurinominal, lo que ha provocado una reacción muy molesta por parte del equipo del diputado local electo, José Luis Marcos León Perea.
En conferencia de prensa ayer por la mañana, Susana Corella Platt, dirigente local del PRI, dejó muy en claro que no permitirán que Lizárraga Hernández llegue “de regalo” al Congreso sonorense, por una simple y sencilla razón: no se lo merece. Ni alcanzó los votos para lograrlo, ni jugó tan buen papel que digamos como alcalde como para ser un digno representante de la gente del distrito.
Lo que sí es que resulta vergonzosa la participación de la gente del Consejo Distrital Electoral, que por razones “desconocidas” permitieron maniobras muy sucias, para restarle casi 1,500 votos a León Perea, votos que ya habían sido contabilizados el día de la elección, y los resultados plasmadas en las actas correspondientes, donde firmaron de conformidad funcionarios de casilla y representantes de los diversos partidos políticos.
Resulta absurdo pensar que se les hayan “ido” hasta más de cien votos nulos, mismos que “de repente” aparecieron en las boletas, consiguiéndose con ello casi un empate con León Perea y Lizárraga Hernández, lo que le daría a este último la posibilidad de convertirse en diputado por la vía plurinominal.
Insisto: a Lizárraga Hernández le urge ser diputado local. Sólo así podría sacarle la vuelta a las seguras demandas que llegarán en su contra por todas las irregularidades cometidas en su contra durante su lamentable paso por la alcaldía de Guaymas.