miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Ahora sí?

De volverse una realidad la presunta salida del Secretario del Ayuntamiento, Alonso Arriola Escutia, del engranaje municipal (y digo presunta porque se ha manejado tantas veces que ya hasta se duda), podría pensarse que se estaría trabajando ya en la recuperación de la imagen del aún alcalde César Adrián Lizárraga Hernández, a quien definitivamente, lo peor que pudo haberle pasado es haberle confiado ese importante cargo a su amigo en lo personal.
A ver si me explico: cuando César fue designado candidato por el PAN a la alcaldía, hubo protestas. Muchos auténticos panistas cuestionaron el por qué se habían dado tantas facilidades a un apenas adherente para alcanzar la candidatura cuando había otros cuadros que más la merecían. Sin embargo, y eso no se puede negar, el carisma y los buenos oficios que entonces emprendió le ayudaron a la aceptación primero, y a ganar después.
El arribo al Ayuntamiento representó para César un dolor de cabeza que inició desde el mismo 16 de Septiembre de 2009. En el momento mismo en que Alonso tomaba protesta, el nuevo Secretario asumía prácticamente el poder, notándose desde su llegada que él sería un factor de decisión (en muchas ocasiones absoluta) en los proyectos de la nueva administración pública. Se habla de que la rivalidad empezó desde antes que asumieran el control del municipio.
En los poco más de dos años que lleva este gobierno panista, todo se le volteó al alcalde. ¡Todo! Empezaron a llover gravísimas acusaciones de elevados síntomas de corrupción al interior de la Comuna, sobre todo en la realización de obras donde aparecían con el beneficio de las licitaciones empresas en las que están involucrados tanto él como Alonso. Lo de las lámparas del alumbrado público fue un escándalo que todavía no termina.
Lo rivalizó con sectores importantes de la comunidad. Deportistas, empresarios, medios de comunicación y muchos más sufrieron la arremetida de quien creyéndose omnipotente, empezó a maquinar la forma de quedarse como sucesor de su hasta entonces amigo. Alonso pensó que quedarse con la alcaldía era como pedirle una camisa prestada a su amigo del alma.
Se ha burlado de todos. De quien le dio la confianza de ser Secretario, porque le advirtió que no cejaría en su empeño de ser candidato. De quienes vinieron del Gobierno del Estado a pedirle primero y a exigirle después que dejara sus locas ambiciones por un lado. De quienes lo han cuestionado por los beneficios económicos que ha recibido en el desarrollo de obras, en la autorización de permisos para nuevas empresas, y en mil recursos más. Se ha burlado hasta de los partidos políticos.
La prepotencia de Alonso empezó a manifestarse en los corrillos de Palacio Municipal, donde incluso algunos servidores públicos ya le sacan la vuelta. Ya no quieren saber más de él, porque a no pocos les ha tocado ser víctimas de sus arranques de histeria cuando no “lo obedecen” en las órdenes que da, por absurdas que éstas sean. Todavía retumban en Palacio aquellos gritos estentóreos que le lanzó al entonces comandante Librado Navarro Jiménez, a quien ahora trata de coartarle el legítimo derecho que tiene de querer ser candidato a alcalde por el partido Convergencia.
Pero bueno, retomando el tema inicial, si lo de su salida es cierto, y si realmente César sería postulado por Acción Nacional para la diputación local, tiene que iniciar una urgente etapa de reconstrucción de la imagen del hoy munícipe, porque en estos momentos, la figura del alcalde está bastante vapuleada. Como tal ha sido duramente cuestionado, y pudiera ser que ni la simpatía que siente el Gobernador del Estado, Guillermo Padrés Elías, le ayude mucho en sus intentos de volver a ganar un proceso electoral. Las circunstancias hoy son completamente diferentes.
Y esto es de urgencia extrema. Si el alcalde renuncia a su cargo los últimos días de diciembre o los primeros de enero, tendría cuando mucho dos meses de tiempo para recuperar su prestigio ante la comunidad. Y en lo particular se me hace que es un plazo insuficiente para lograrlo. Tendrían que darse una serie de circunstancias muy especiales para que la gente que ya votó por él pudiera volver a tenerle confianza.
Rivalizado con una parte importante de los medios de comunicación, tendrá que hacer un esfuerzo muy extraordinario para poder recuperarse. El tiempo se le acaba, y si no se apresura, de ser candidato sería un fuerte obstáculo para los demás candidatos panistas, por la poca aportación de votos que representaría a la fórmula.
Así es que, si el alcalde todavía pretende llegar al Congreso del Estado, más le vale que se ponga a trabajar. No hay de otra.
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En Guaymas y Empalme, al PRI parecen no componérseles las cosas. En Empalme hay una fuerte inclinación por apoyar al profesor Trinidad Flores Mendoza por parte del comité municipal del tricolor, pero el maestro tiene un enemigo que parece invencible enfrente de él, y no es precisamente el PAN. Es la inmensa corrupción que caracterizó a la administración pública de Samuel Rodríguez Sánchez.
“El Profe Trini” quiere ser alcalde, sí. Pero hay quienes ya lo ubican como candidato recibiendo, en sus actos de campaña, una andanada de reclamos por parte de una comunidad que todavía se siente muy agraviada por todo lo que se hizo durante esos tres largos años, mismos que causaron la más vergonzosa derrota del PRI en los últimos años. La gente simplemente ya no quiso saber de nada que huela a tricolor.
Lo del “profe” más bien parece una obsesión personal que otra cosa.
Aquí en Guaymas, aquel levantón de manos de Pedro Romano Terrazas por parte de Claudia Pavlovich Arellano, dirigente estatal del partido, durante la toma de protesta de la dirigente local Susana Corella Platt, pareciera que le dio las fuerzas suficientes a éste para re-emprender su lucha en contra de quienes hoy están al frente del partido, a quienes acusa (y acusan muchos más) de haber llegado en base a un proceso totalmente ilegal.
El licenciado Edgar Jaramillo presentó, el pasado 24 de octubre, un juicio para la protección de los derechos políticos del militante contra la renovación del Consejo Político del partido en Guaymas, esto ante el PRI estatal, en la Comisión de Justicia Partidaria, donde seguramente “le darán palo”, por razones demasiado obvias, pero lo que no podrán evitar ya son las graves fracturas que se están dando al interior del partido, en plena víspera del proceso electoral, mismo que en Guaymas, el PRI podría iniciar con una auto derrota antes de tiempo.
Y el asunto está delicado, puesto que de la parte contraria a la oficial están ex alcaldes, ex diputados, el diputado federal Marcos León Perea y una importante cantidad más de ex presidentes del partido y hasta dirigentes actuales de algunas centrales del partido. Nomás eso.
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En Hermosillo, un pequeño se enfrenta a la muerte. El niño Misael Noriega Cervera iba con su madre en un vehículo que fue brutalmente chocado por un imprudente chofer de un camión del servicio urbano de transporte. Los médicos han puesto más que en empeño en rescatar al chiquillo de las garras de la muerte, y lo demás ya depende de la voluntad del Todopoderoso.
Este dolor infame entre sus familiares es lo que ha dejado el comportamiento atroz de un tipo de los muchos que abundan (sin generalizar, por supuesto) y que conducen (?) las pesadas unidades transportistas, con una irresponsabilidad que de nueva cuenta se está manifestando, al estar en riesgo la vida del pequeño.
La historia que resulte de esto ya lo sabemos. No dudo que el Señor extenderá su mano salvadora hacia Misael, y su familia podrá recuperarse de este doloroso trance.
Sin embargo, la historia escrita por camioneros asesinos sigue escribiéndose de la misma forma que siempre. Para ellos no hay castigo. Han cometido hasta crímenes por la forma tan arbitraria en que manejan, y sin embargo para ellos no hay Ley.
Este México nuestro…