Viéndolo bien, no me parece tan descabellado lo que hizo Otto Guillermo Claussen Iberri, Alcalde de Guaymas, en el programa de Águeda Úrsula Barojas Ontiveros. El Presidente de este Municipio dijo que las finanzas son un desmadre. Así, de manera explícita y sin retractarse de lo que la hábil comentarista radiofónica quiso aclarar, el edil expuso en términos generales la situación financiera de nuestra Comuna.
Quizá el rector municipal no quiso entrar en largas y quizá inentendibles explicaciones sobre lo que realmente está pasando al interior del manejo de los recursos de Guaymas, y lo dijo de una manera clara y contundente: las finanzas en Guaymas son un desmadre. Y de paso, culpó a la administración de César Adrián Lizárraga Hernández de todo el desbarajuste que hay todavía en la Tesorería Municipal, donde todavía no hallan cómo hacer para recomponer todo lo que “el orgullo del CET del Mar” provocó.
Lo cierto es que ese desmadre mantiene a la planta laboral del Ayuntamiento en un hilo. El tesoro (?) municipal no alcanzó para cubrir los sueldos en la más reciente quincena, y si a eso le aunamos las diferencias políticas que ideológicamente mantienen de espaldas al Gobierno Estatal y a Guaymas, no se advierte de momento cuál será la solución para resolver los problemas que existen y los que están por llegar.
Porque es de suponerse que a Claussen Iberri le van a retener, lo más que se pueda, los recursos que por derecho corresponden a los guaymenses. La política en México permite esas y más atrocidades cuando se trata de perjudicar a los contrarios, aún cuando ello implique hacerle un desmadre (digo, ya entramos en el tema) a los ciudadanos. Los intereses políticos siempre van a estar por encima del bienestar colectivo. Eso es regla en la política de nuestro país.
¿Qué hacer ante semejante asunto? En lo particular, creo que a Claussen Iberri sólo lo ampara una esperanza: el arribo de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República a partir del 1 de Diciembre. Y como todavía hay que esperar al acomodo y a las brutales medidas burocráticas que jamás pudieron desaparecer, creo que el primero año del hoy Munícipe va a estar bastante complicado.
Hay que recurrir a la súplica hacia el contribuyente por lo pronto. No queda de otra. ¿Es válido? Por supuesto que sí. El Municipio se alimenta financieramente de los impuestos que se reciben de la comunidad. Y si no se cuenta con recursos hay que incentivar, como se pueda, el pago de las contribuciones.
Y hay que incentivarlo de tal manera que la gente se sienta motivada a cubrir ese compromiso, porque si no hay respuesta, el desmadre podría ser peor.
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ANOCHE platiqué largo y tendido con un excelente amigo, el señor Ciro Sánchez. Los dos coincidíamos en que, desde hace muchos años, Guaymas carece de un liderazgo capaz de hacer despertar de su letargo a los guaymenses, de tal forma, que la ciudadanía realmente poco participa en la búsqueda de soluciones a nuestros problemas, pero participa más en la práctica más vulgar que conozco: el chisme.
Tocamos varios nombres. El de Florentino López Tapia por ejemplo, aquel viejo cacique pesquero a quien le endilgaron todos los problemas habidos y por haber. Lo ubicaron como el peor alcalde que ha tenido Guaymas, el más abusivo dirigente pesquero y mil cosas más.
Cuando la época de la bonanza derivada de la extracción del camarón, no había pescador (incluyendo hasta los “pavos”) que no trajera su buen carro para llegar a su propia casa. Y todo fue bajo la férrea mano de “Don Flor”, hasta que el gobierno federal de Carlos Salinas de Gortari se hartó del poder que tenía y lo aniquilaron. A partir de ahí, la historia le cambió. Pero….