“El 2010 fue un buen año, el 2011 será mejor”, afirmó el Gobernador Guillermo Padrés
Hermosillo, Son.- A trabajar de la mano por los mismos objetivos convocó el Gobernador Guillermo Padrés a todos los sonorenses al señalar que el 2010 fue un muy buen año para el Estado en general, pero que el 2011 va a ser mucho mejor.
Por medio del trabajo conjunto se han logrado muchos beneficios para las familias sonorenses, señaló el mandatario, y estos crecerán aún más en el siguiente año.
Sonora se ha puesto de moda, dijo, y para que los inversionistas vengan, los primeros que debemos de poner el ejemplo somos los habitantes de la entidad.
“Va a ser un excelente año, yo convoco a todos los sonorenses a que piensen en invertir en el Estado, que si tienen planes de crecimiento los hagan, que le apuesten a Sonora porque le vamos a apostar con todo”, indicó.
El mandatario estatal consideró que lo logrado en el año que termina es prueba de que los sonorenses sí pueden lograr las cosas que se proponen y la fuerza de los habitantes del Estado, cuando están unidos, es muy superior a cualquier adversidad.
“Vamos a crecer, vamos a llevar desarrollo y bienestar a todos los sonorenses, vamos a ayudar a la economía de las familias, vamos a seguir reforzando un modelo de Gobierno que le de resultados viables, contantes y visibles a los sonorenses”, indicó.
Aún hay mucho qué hacer, mencionó, y la administración que encabeza siempre buscará el beneficio de los ciudadanos y sobre todo que le vaya bien a todos.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
“Zumban Fuerte” centenares
Con la presencia de más de 800 mujeres el programa cerró con gran éxito
Centenares de mujeres y niños se dieron cita esta tarde para bailar al ritmo de “zumbafuerte” en el cierre del programa de este año.
Ante el presidente municipal César Lizárraga Hernández, más de 800 mujeres de seis colonias de la ciudad compartieron en un ambiente lleno de alegría, música y baile donde concluyeron el ciclo de actividades de zumba.
“A Guaymas le llegó la hora de ser un puerto digno para vivir sanamente, por eso en el gobierno municipal implementamos este programa, el cual sabemos ha sido del agrado de todas ustedes, quiero agradecerles la aceptación y la buena respuesta que han tenido y el apoyo que nos han brindado en cada una de sus colonias para llevarlo a cabo”, manifestó César Lizárraga.
Destacó el buen trabajo que la instructora del programa Martha Pardini en coordinación con Salud Municipal y Dirección del Deporte, han realizado con las alumnas, pues dijo que mejorar la calidad de las y los guaymenses es prioridad.
La señora Rosa Elena Osuna Martínez del programa Zumbafuerte de Guaymas Norte, agradeció a nombre de las cientos de beneficiadas el crear actividades físicas como estas que no solo ayudan a la convivencia entre vecinas, si no que mejora la salud y calidad de vida,
Señalo que ella es un digno testimonio de la perseverancia y los buenos resultados del “zumba”, pues además de haber perdido siete kilos, ha mejorado su sistema cardiovascular del cual ella padece.
Motivado por el testimonio de los grandes beneficios del programa, el Presidente Municipal se comprometió a buscar la forma de que el próximo año, las clases de zumbafuerte, sean impartidas diariamente y no tres veces por semana como se viene haciendo.
Para finalizar y dejar el ambiente lleno de algarabía y buena vibra entre las asistentes, el Presidente enfatizó que como lo dijo al principio de su administración, buscará un gobierno preventivo más no correctivo.
Centenares de mujeres y niños se dieron cita esta tarde para bailar al ritmo de “zumbafuerte” en el cierre del programa de este año.
Ante el presidente municipal César Lizárraga Hernández, más de 800 mujeres de seis colonias de la ciudad compartieron en un ambiente lleno de alegría, música y baile donde concluyeron el ciclo de actividades de zumba.
“A Guaymas le llegó la hora de ser un puerto digno para vivir sanamente, por eso en el gobierno municipal implementamos este programa, el cual sabemos ha sido del agrado de todas ustedes, quiero agradecerles la aceptación y la buena respuesta que han tenido y el apoyo que nos han brindado en cada una de sus colonias para llevarlo a cabo”, manifestó César Lizárraga.
Destacó el buen trabajo que la instructora del programa Martha Pardini en coordinación con Salud Municipal y Dirección del Deporte, han realizado con las alumnas, pues dijo que mejorar la calidad de las y los guaymenses es prioridad.
La señora Rosa Elena Osuna Martínez del programa Zumbafuerte de Guaymas Norte, agradeció a nombre de las cientos de beneficiadas el crear actividades físicas como estas que no solo ayudan a la convivencia entre vecinas, si no que mejora la salud y calidad de vida,
Señalo que ella es un digno testimonio de la perseverancia y los buenos resultados del “zumba”, pues además de haber perdido siete kilos, ha mejorado su sistema cardiovascular del cual ella padece.
Motivado por el testimonio de los grandes beneficios del programa, el Presidente Municipal se comprometió a buscar la forma de que el próximo año, las clases de zumbafuerte, sean impartidas diariamente y no tres veces por semana como se viene haciendo.
Para finalizar y dejar el ambiente lleno de algarabía y buena vibra entre las asistentes, el Presidente enfatizó que como lo dijo al principio de su administración, buscará un gobierno preventivo más no correctivo.
Desenfreno juvenil
Ayer, un grupo de jóvenes estudiantes de una conocida secundaria local protagonizaron una escandalosa riña campal. Fueron varios los chamacos que se enfrascaron en un pleito, como muchos de los que prácticamente a diario se suscitan en los diferentes planteles educativos de Guaymas y Empalme, sobre todo de nivel medio básico.
La policía llegó y detuvo a varios de los rijosos, aunque también se llevaron a algunos que nada tenían que ver en el pleito, sólo figuraban entre los curiosos. Su problema fue que también traían el uniforme de la escuela a la que todos pertenecen. El caso es que fue un sainete juvenil de los que, insisto, se suscitan con preocupante frecuencia en nuestras escuelas secundarias, principalmente.
El asunto no puede ni debe quedar como otro caso más de riñas estudiantiles. El problema es que en las escuelas, insisto, más en las secundarias, ya está plagado de chamaquitos que no van precisamente a estudiar, sino con dos objetivos específicos: uno, precisamente el de buscar enfrentamientos a golpes con los demás estudiantes, y el otro, el más delicado, a vender y consumir drogas dentro de los planteles.
Pero no es eso lo peor que está ocurriendo en las escuelas. Lo más lamentable en todo esto es el importamadrismo mostrado por los pater-familias, que lejos, muy lejos de inquietarse siquiera por el comportamiento que están teniendo sus hijos, se han convertido en defensores a ultranza de éstos cuando los maestros mueven al menos un dedo en el sano propósito de buscar corregirlos.
Es inconcebible cómo hay padres de familia que llegan convertidos en energúmenos cuando sus hijos les dicen que tal o cual maestro los “corrió” del salón, y sin averiguar cuales fueron las razones de esto, llegan en plan bélico a buscar al maestro o la maestra que “osó” faltarle al respeto a su inocente pequeño, aún cuando éste es una bestia desenfrenada que tiene un comportamiento de lo peor.
En ocasiones criticamos a los maestros por la apatía que muestran a los problemas que observan los alumnos tanto dentro como fuera de la escuela. La razón esgrimida por algunos de ellos es fácil de entender: no van a seguir permitiendo que los papás vayan y les suelten una andanada de insultos y amenazas porque “lastimaron” a sus “pobres retoños”. Muchos mentores han preferido cruzarse de brazos y dedicarse sólo a dar clases. Si los chamacos quieren aprender, que ese sea su problema. Y aún así, hay papás que les reprochan que sus hijos anden mal en sus calificaciones.
Las cosas andan mal y parece que van peor. Ese comportamiento desenfrenado de los estudiantes es resultado muy natural de la educación que los padres les están dando, advirtiéndoles que no deben permitir que los maestros intervengan en su formación. Hoy los chamacos tienen permitido hasta “agarrarle las nalgas” a las maestras o mentarle la madre a sus profesores. Total, si hay algún problema, papá o mamá los arreglan. No hay problema.
Y si a eso le aunamos que la SEC ya no permite actitudes rígidas de éstos hacia el mal comportamiento de los chamacos, tenemos un cuadro impresionante respecto al desarrollo de los jóvenes. Y en esto, debemos creer que las perspectivas no están tan alentadoras. El futuro de los chamacos cada vez se muestra peor.
Ayer fueron varios los padres que fueron como energúmenos a defender a sus “hijitos” porque la policía los detuvo. “Los niños son niños, los policías están obligados a entenderlos y no andarse entrometiendo con ellos cuando anden jugando en la calle”, es lo que opinan algunos padres.
Por desgracia, muchos de estos reaccionan sólo cuando están velando el cuerpo de su hijo en una agencia funeraria.
La policía llegó y detuvo a varios de los rijosos, aunque también se llevaron a algunos que nada tenían que ver en el pleito, sólo figuraban entre los curiosos. Su problema fue que también traían el uniforme de la escuela a la que todos pertenecen. El caso es que fue un sainete juvenil de los que, insisto, se suscitan con preocupante frecuencia en nuestras escuelas secundarias, principalmente.
El asunto no puede ni debe quedar como otro caso más de riñas estudiantiles. El problema es que en las escuelas, insisto, más en las secundarias, ya está plagado de chamaquitos que no van precisamente a estudiar, sino con dos objetivos específicos: uno, precisamente el de buscar enfrentamientos a golpes con los demás estudiantes, y el otro, el más delicado, a vender y consumir drogas dentro de los planteles.
Pero no es eso lo peor que está ocurriendo en las escuelas. Lo más lamentable en todo esto es el importamadrismo mostrado por los pater-familias, que lejos, muy lejos de inquietarse siquiera por el comportamiento que están teniendo sus hijos, se han convertido en defensores a ultranza de éstos cuando los maestros mueven al menos un dedo en el sano propósito de buscar corregirlos.
Es inconcebible cómo hay padres de familia que llegan convertidos en energúmenos cuando sus hijos les dicen que tal o cual maestro los “corrió” del salón, y sin averiguar cuales fueron las razones de esto, llegan en plan bélico a buscar al maestro o la maestra que “osó” faltarle al respeto a su inocente pequeño, aún cuando éste es una bestia desenfrenada que tiene un comportamiento de lo peor.
En ocasiones criticamos a los maestros por la apatía que muestran a los problemas que observan los alumnos tanto dentro como fuera de la escuela. La razón esgrimida por algunos de ellos es fácil de entender: no van a seguir permitiendo que los papás vayan y les suelten una andanada de insultos y amenazas porque “lastimaron” a sus “pobres retoños”. Muchos mentores han preferido cruzarse de brazos y dedicarse sólo a dar clases. Si los chamacos quieren aprender, que ese sea su problema. Y aún así, hay papás que les reprochan que sus hijos anden mal en sus calificaciones.
Las cosas andan mal y parece que van peor. Ese comportamiento desenfrenado de los estudiantes es resultado muy natural de la educación que los padres les están dando, advirtiéndoles que no deben permitir que los maestros intervengan en su formación. Hoy los chamacos tienen permitido hasta “agarrarle las nalgas” a las maestras o mentarle la madre a sus profesores. Total, si hay algún problema, papá o mamá los arreglan. No hay problema.
Y si a eso le aunamos que la SEC ya no permite actitudes rígidas de éstos hacia el mal comportamiento de los chamacos, tenemos un cuadro impresionante respecto al desarrollo de los jóvenes. Y en esto, debemos creer que las perspectivas no están tan alentadoras. El futuro de los chamacos cada vez se muestra peor.
Ayer fueron varios los padres que fueron como energúmenos a defender a sus “hijitos” porque la policía los detuvo. “Los niños son niños, los policías están obligados a entenderlos y no andarse entrometiendo con ellos cuando anden jugando en la calle”, es lo que opinan algunos padres.
Por desgracia, muchos de estos reaccionan sólo cuando están velando el cuerpo de su hijo en una agencia funeraria.
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