Las cargas impositivas nunca son buenas. Desde los ancestrales tiempos en que se estableció el pago de contribuciones, el pueblo siempre ha reflejado un repudio muy natural, y este aumenta en la medida en que los gobiernos crean nuevos impuestos que van a afectar directamente el bolsillo --sobre todo-- de quienes menos tienen. De tal forma, el rechazo siempre va a existir.
El pago de la tenencia vehicular fue algo que se estableció por allá a finales de los sesentas con pretextos que hoy en día parecen todavía más ruines. Sin embargo, encontrándose con un ingreso millonario, los gobiernos, tanto federal como estatales y hasta municipales, decidieron dejarlo así. Es decir, a pagar dinero extra por tener un carro que de por sí ya te costó un enorme sacrificio, en el caso de quienes no son millonarios. El sólo decirlo suena repugnante.
Tras las promesas en tiempos de campañas electorales, de eliminar lo que se considera un impuesto incongruente, absurdo, abusivo y loco, muchos creyeron que eso iba a en serio. Hoy se constata de nuevo que el candidato dice una cosa y el gobernante dice otra, aunque haya salido de la misma persona. Y los sonorenses tendrán que seguir pagando un impuesto que, según promesa, sería eliminado. Desapareció en el papel la palabra “tenencia”, pero la disfrazaron con el mentado Impuesto para el Fortalecimiento de los Municipios o algo así.
La marcha realizada ayer en Hermosillo no debe desdeñarse, mucho menos ignorarse. Si bien es cierto que el gobierno dirá que iban 300 autos y los organizadores hablan de diez mil, hubo una manifestación de repudio al impuesto y esto es incuestionable. Y tras esa respuesta, cada vez será más la gente que procure no pagar, en tanto no haya resultados específicos de todo este embrollo.
Siempre he pensado que si el contribuyente sólo cubriera un impuesto a manera de colaboración para el sostenimiento de un gobierno, y que este respondiera con gente de condición honesta, con obras y trabajos justos para el pueblo, las cosas serían diferentes. Vaya, que sólo existiera el impuesto predial.
Pero el mexicano tiene que pagar prediales, tenencias, casetas de peaje, alumbrado público, construcción, inhumación, actas de nacimiento, uso de suelo, placas y agréguele lo que usted quiera, en medio de una carga tributaria imposible de cubrir los gastos excesivos en pagos de sueldos a miles de funcionarios, el 50 por ciento o más de los cuales no hacen ningún trabajo de beneficio para el pueblo, diputados locales, federales y senadores y su impresionante séquito de ayudantes ganando todos juntos, además de su salario, privilegios absurdos que sería largo enumerar.
Mientras México, Sonora y cada uno de los municipios sigan usando el dinero de las contribuciones para satisfacer las exigencias de quienes dicen hacer gobierno, nunca habrá un impuesto suficiente para vivir mejor. Todo seguirá yéndose en gastos gubernamentales inútiles y más retraso en los municipios. Un círculo vicioso que amenaza con no terminar nunca y, por el contrario, cada día ser más lesivo.
Que tenga buen día, y cuídese mucho del frío.