miércoles, 19 de noviembre de 2014

Yo sí le creo…

La política chismosa, revoltosa y de encono que se practica en México, paralelamente a la corrupta, es la que más aporta para que vayamos en franco y abierto camino para la desestabilización total de la sociedad. Es decir, estamos mal, y vamos para peor.
En no pocas ocasiones he sido crítico de la función pública, pero haber estado dentro de una administración, como en mi caso fue, permite tener una mejor visión sobre quiénes realmente hacen o no mal uso de los recursos del erario. Detectar a quien se queda indebidamente con dinero público no es complicado. Incluso comprobarlo es fácil cuando se tienen las pruebas contundentes a la mano. Pero señalar sólo con la intención de dañar una imagen es repugnante.
Siempre he asegurado que los millonarios más honestos son los deportistas y artistas muy famosos. Fernando Valenzuela Anguamea, de ser miembro de una muy humilde familia, alcanzó tanta fama como pitcher estelar de los Dodgers de Los Angeles, que logró acumular una fortuna increíble. De ser parte del sector más vulnerable, se convirtió en un acaudalado sonorense, y todo por aprender a lanzar una bola con una destreza tal que ponchó a los entonces mejores bateadores.
Alberto Aguilera Valadez nació en el seno de una necesitada familia michoacana, y bajo el nombre de Juan Gabriel, hoy se ubica como una persona con millonarias cuentas bancarias, derivadas de su productivo talento como compositor e intérprete. Hay quienes dicen que el cantante es de los artistas más ricos en Latinoamérica.
Vi y escuché con atención la comparecencia pública que hizo Angélica Rivera Hurtado, ex actriz y hoy esposa del Presidente Enrique Peña Nieto, en la que expuso una franca y detallada explicación sobre la millonaria residencia que adquirió (según sus palabras) con recursos propios, derivados de su trabajo como artista de telenovelas, particularmente.
En un informe al que legalmente no estaba obligada por  no ser servidora pública, la hoy primera dama de la Nación refirió el origen de sus abultadas cuentas bancarias, producto, como dije antes, de su trabajo como actriz, cuyas novelas no sólo se han transmitido en México sino también en otros países del mundo, mismos que, como es natural, deben cubrir los derechos de transmisión de los cuales los actores también reciben parte importante.
En su momento demás fama, los artistas continuamente son convocados para aparecer como figura central en productos comerciales. Entrevistas, apariciones en TV o en inauguración de algún centro comercial, les representan ingresos limpios. De esta forma, muchos de ellos se convierten en gente con fortunas en ocasiones incalculables.
En lo personal, mantengo mi idea de que Peña Nieto no era lo mejor para México y hoy día a día lo comprobamos. Es un señor que no le encuentra la “cuadratura al círculo” y el país se le está desmoronando entre las manos. Sus tropiezos son increíbles y sus comparecencias, en ocasiones, ensombrecen más el panorama para los mexicanos.
Por todo esto, yo soy de los que poco le cree al Presidente cuando asegura que enderezará el rumbo del país.
Vaya, no creo en sus palabras.
Pero en las de “la gaviota” sí.