Los Yaquis cierran la Carretera Internacional en protesta por la obra
HERMOSILLO, Sonora (PH)Como una obra magna para el beneficio social y urgente que requería Hermosillo, calificó el Presidente de México, Felipe Calderón, al inaugurar esta tarde el acueducto Independencia.
"Para mí es una pena que sea la última visita como Presidente. Me alegra que pueda decirle a los hermosillenses y sonorenses: Palabra cumplida", expresó.
Hace unos momentos el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa inauguró oficialmente la obra del Acueducto Independencia, acompañado por el gobernador del Estado, Guillermo Padrés Elías e invitados de los diferentes sectores de la sociedad.
Calderón Hinojosa realizó el acto protocolario, a cinco días de que concluya su mandato, tras una gira que mantiene en este día por Coahuila, Sonora y Sinaloa.
lunes, 26 de noviembre de 2012
No voté por Peña Nieto…
Al margen de ideologías políticas y otras patrañas del mismo tipo, el primero de diciembre tiene que marcar el inicio de un rumbo distinto en la historia de nuestro México. La llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República es el resultado de un proceso electoral que, amañado o limpio, es el que lo definió como el siguiente mandatario mexicano. Pretender, a estas alturas, generar un clima de tensión por esto ya hasta infructuoso resulta.
Yo no voté por Peña Nieto, mi sufragio fue para otra persona cuyo destino político se disolvió tras el proceso. Pero eso no quiere decir que me voy a enfermar de frustración, rabia, coraje, impotencia y todo lo demás sólo porque alguien que no me inspira confianza para componer las cosas en el país va a ser mi Presidente. Tengo que darle el beneficio de la duda y esperar resultados de su gestión administrativa. Aunque no me guste.
Desde hace décadas, en México los resultados electorales tienen dos calificativos: por un lado, unos dicen que fue un proceso limpio y ejemplar, digno de un país que se precia de ser democrático y en el que la participación ciudadana fue de un alto valor cívico. Por el otro lado, fue un proceso cargado de porquería, un fraude descomunal donde hubo robo de votos, de urnas, de voluntades, de todo, y quienes manejan cada versión aseguran tener la razón. Yo la única verdad que veo es que Peña Nieto va a ser Presidente, me guste o no, insisto.
Y no soy conformista. Por el contrario, en lo personal me siento satisfecho de haber sido parte de un proceso donde, como mexicano, tuve la oportunidad de ejercer mi legítimo derecho de ir a depositar un voto. Creo sin embargo que, finalmente, las cosas no se dieron como yo quería, y que mi candidata (voté, pues, por Josefina Vázquez Mota) jamás nunca será mandataria nacional. Y tampoco me mortifica que los contrarios al PAN digan que soy un pendejo y los azules piensen que milito en sus filas. Me importan poco las dos opiniones. Simplemente me siento bien de haber tenido la oportunidad de manifestar mis preferencias a través de un sufragio.
Ahora, como mexicano, me preparo para ser gobernado por un hombre que, insisto, no me inspira un gramo de confianza. Pero tengo que aceptar que va a ser el Presidente del país donde vivo. Y voy a tratar de seguir día a día los pasos que como tal de, porque creo finalmente que su trabajo va a influir en mi vida futura como persona que se preocupa por el bienestar económico de su familia. Y las cosas que vea mal las voy a criticar, pero elogiaré los pasos positivos dentro de su tarea como mi Presidente. Pero tampoco me voy a pasar seis años rumiando frustraciones, corajes e impotencias porque no ganó quien yo quería.
Desde que el gobierno se volvió un negocio particular para muchos (hablando de los tres niveles de gobierno, claro) México se convirtió en un desorden. Todos aquellos que no están dentro de la nómina del erario son enemigos acérrimos de quienes gobiernan, pero aplauden rabiosamente las medidas (a veces estúpidas) de quienes llegando al poder les dan la oportunidad de ganar un salario simulando trabajo.
“Estar fuera de la nómina del gobierno es vivir en el error” dijo uno de los políticos más corruptos de México, y así lo interpretan muchos de aquellos que a diario se desgarran las vestiduras “criticando” al gobierno en turno cuando no dependen de un salario gubernamental. Cuando lo perciben, se olvidan de todo, y que mejor ejemplo que el que dio en Guaymas Roberto Hugo Maciel Carvajal, quien durante su tarea como regidor en la pasada administración se olvidó completamente de su “liderazgo social”, el que ahora pretende recuperar porque ya no gana su quincena segura.
Por todo esto y más, opto por prepararme a ser gobernado por un hombre que asegura tener la solución para el rumbo de México. Voy a esperar el tiempo razonable para darle o no la razón, y si me calla la boca lo reconoceré. Pero si veo que está cometiendo errores como quienes lo antecedieron en el poder, pues simplemente me espero a volver a participar en otro proceso electoral donde, con mi voto, pueda apoyar a encontrar a quien finalmente sí de a los mexicanos la oportunidad de tener un mejor país.
O qué… ¿lo van a quitar de Presidente?
Yo no voté por Peña Nieto, mi sufragio fue para otra persona cuyo destino político se disolvió tras el proceso. Pero eso no quiere decir que me voy a enfermar de frustración, rabia, coraje, impotencia y todo lo demás sólo porque alguien que no me inspira confianza para componer las cosas en el país va a ser mi Presidente. Tengo que darle el beneficio de la duda y esperar resultados de su gestión administrativa. Aunque no me guste.
Desde hace décadas, en México los resultados electorales tienen dos calificativos: por un lado, unos dicen que fue un proceso limpio y ejemplar, digno de un país que se precia de ser democrático y en el que la participación ciudadana fue de un alto valor cívico. Por el otro lado, fue un proceso cargado de porquería, un fraude descomunal donde hubo robo de votos, de urnas, de voluntades, de todo, y quienes manejan cada versión aseguran tener la razón. Yo la única verdad que veo es que Peña Nieto va a ser Presidente, me guste o no, insisto.
Y no soy conformista. Por el contrario, en lo personal me siento satisfecho de haber sido parte de un proceso donde, como mexicano, tuve la oportunidad de ejercer mi legítimo derecho de ir a depositar un voto. Creo sin embargo que, finalmente, las cosas no se dieron como yo quería, y que mi candidata (voté, pues, por Josefina Vázquez Mota) jamás nunca será mandataria nacional. Y tampoco me mortifica que los contrarios al PAN digan que soy un pendejo y los azules piensen que milito en sus filas. Me importan poco las dos opiniones. Simplemente me siento bien de haber tenido la oportunidad de manifestar mis preferencias a través de un sufragio.
Ahora, como mexicano, me preparo para ser gobernado por un hombre que, insisto, no me inspira un gramo de confianza. Pero tengo que aceptar que va a ser el Presidente del país donde vivo. Y voy a tratar de seguir día a día los pasos que como tal de, porque creo finalmente que su trabajo va a influir en mi vida futura como persona que se preocupa por el bienestar económico de su familia. Y las cosas que vea mal las voy a criticar, pero elogiaré los pasos positivos dentro de su tarea como mi Presidente. Pero tampoco me voy a pasar seis años rumiando frustraciones, corajes e impotencias porque no ganó quien yo quería.
Desde que el gobierno se volvió un negocio particular para muchos (hablando de los tres niveles de gobierno, claro) México se convirtió en un desorden. Todos aquellos que no están dentro de la nómina del erario son enemigos acérrimos de quienes gobiernan, pero aplauden rabiosamente las medidas (a veces estúpidas) de quienes llegando al poder les dan la oportunidad de ganar un salario simulando trabajo.
“Estar fuera de la nómina del gobierno es vivir en el error” dijo uno de los políticos más corruptos de México, y así lo interpretan muchos de aquellos que a diario se desgarran las vestiduras “criticando” al gobierno en turno cuando no dependen de un salario gubernamental. Cuando lo perciben, se olvidan de todo, y que mejor ejemplo que el que dio en Guaymas Roberto Hugo Maciel Carvajal, quien durante su tarea como regidor en la pasada administración se olvidó completamente de su “liderazgo social”, el que ahora pretende recuperar porque ya no gana su quincena segura.
Por todo esto y más, opto por prepararme a ser gobernado por un hombre que asegura tener la solución para el rumbo de México. Voy a esperar el tiempo razonable para darle o no la razón, y si me calla la boca lo reconoceré. Pero si veo que está cometiendo errores como quienes lo antecedieron en el poder, pues simplemente me espero a volver a participar en otro proceso electoral donde, con mi voto, pueda apoyar a encontrar a quien finalmente sí de a los mexicanos la oportunidad de tener un mejor país.
O qué… ¿lo van a quitar de Presidente?
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