miércoles, 29 de junio de 2011

¿Porqué siempre la política?

Me decía Fray Ivo Toneck, uno de los más destacados benefactores que ha tenido Guaymas, que invariablemente lee mi columna por este medio, lo cual muchísimo le agradezco, pero que le llamaba la atención que regularmente la opinión se centra en el rubro político, y que pocas veces se asumen temas de otra índole que también son de interés colectivo, lo cual tuve que reconocer… no tenía alternativa.
Y es que es cierto… el columnista regularmente, al sentarse frente a la computadora a iniciar la redacción del tema del día, hurga en el ambiente político y, en base a ello, escribe su opinión. Aún habiendo leído periódicos, habiéndose enterado de las noticias más trascendentes a nivel social, escarba en los últimos acontecimientos en que se meten los políticos para abordar su tema.
Y fíjese que, sin duda, podríamos estar perdiendo el tiempo, en ocasiones, de manera por demás miserable. Y esto lo digo porque, aún con la opinión del columnista, los políticos no van a cambiar jamás su manera de ser ni de comportarse. Si el político es bueno, las más mordaces críticas de sus detractores no lo van a llevar a declinar a sus buenos propósitos. Pero si es todo lo contrario, o sea, corrupto, mañoso, bandido, las opiniones públicas le importan un bledo.
No quiero decir con esto que debamos hacer a un lado la crítica, para nada. Pero de acuerdo a la opinión de los que sí lo leen en serio a uno, se debe también incurrir en temas de interés general. Vaya, Fray Ivo me mencionaba por ejemplo, el caso de Bellas Artes, esta institución creada a su propia iniciativa, y que hoy en día alberga ahí a decenas de jovencitos deseosos de adentrarse en el arte, muy particularmente el relacionado a la música.
En días pasados, en la ceremonia del cierre de cursos, me tocó presenciar el programa completo. Debo confesar que me impresionó bastante la participación de la sinfónica de Bellas Artes, integrada en su inmensa mayoría por gente de Guaymas, inclusive varios ya mayores de edad, sonando como todos unos auténticos concertistas. Es evidente que el esfuerzo de Fray Ivo rinde permanentemente los resultados anhelados.
Ni qué decir de la banda marchante, de los grupos de danza y de todo lo que ahí están aprendiendo día a día hijos de muchos de nosotros. En lo particular le digo, mi hijo Fernando ha aprendido muchísimo en sus clases de trompeta, y seguramente será un excelente baterista cuando complete su curso. Me siento muy bien por la forma en que el chamaco se ha ido canalizando en lo que evidentemente le gusta: la música, a pesar de sus apenas 11 años de edad.
Y como yo, seguramente muchos padres de familia sentirían el mismo orgullo cuando vieron la participación de sus hijos. Fue algo realmente sensacional. Porque, permítame decirlo, antes de ir a esta excelente revista musical, yo creía que Bellas Artes giraba sólo en torno a la banda marchante. Vaya sorpresa que me llevé. Ahí es un semillero impresionante de futuros artistas, y no dudo ni tantito que varios de ellos lleguen a niveles que ahora quizá ni imaginamos.
Me atrevo a invitar a mis gentiles lectores a considerar la posibilidad de enviar a sus hijos a Bellas Artes al inicio del próximo ciclo escolar. Créame que vale la pena, y todo por 200 pesos al mes. Sí, aunque no me lo crea, sólo 200 pesos al mes que se solicitan porque Fray Ivo tiene que pagar energía eléctrica, empleados y maestros. Pero que al margen de eso, sirven para que nuestros hijos desarrollen algo que podría marcarles un buen futuro. Vale la pena, de veras.
Gracias, Fray Ivo, y no tanto por sus observaciones que mucho aprecio, sino por seguir siendo quizá la única persona que en Guaymas, a pesar de todos los pesares, sigue con su incansable y fructífera labor, buscando siempre las alternativas para que la juventud no se equivoque en su camino.
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Murió Pánfilo Barrera López. Así como que todavía no asimilo la noticia. Pánfilo forma parte de mis recuerdos en los inicios de mi trabajo como periodista. Fuimos colegas desde que empecé, en 1982, a escribir en La Voz del Puerto. Pero independiente a eso, fuimos buenos amigos.
“Quihubo, compañero” era nuestro clásico saludo. Todavía hace unos 10 días, nos saludamos así cuando se velaba el cuerpo de su señor padre, don Luis Barrera. Y fue la última vez que lo vi. No suponía yo que Pánfilo seguiría tan pronto al hombre que le dio la vida.
Se que en estos momentos, lo que le digamos a su familia sale sobrando. El dolor por su partida debe ser terrible. Sin embargo, reitero mi profunda solidaridad, y el deseo de que pronto el Todopoderoso les traiga el bálsamo de la resignación.
Descansa en paz, compañero.