Acción Nacional en Sonora se la juega y en serio. Y a través de un desparpajado compromiso de armar una “coalición total” con el Partido de la Revolución Democrática, pretende dar la pelea a un PRI que, sin tener todavía una definición respecto a su candidato para la gubernatura de Sonora, ya trae temblando a los azules, en una oculta pero clara aceptación de que, al final del sexenio, las cosas no “pintan” nada bien en sus pretensiones de preservarse en el poder.
Dispuestos incluso a perder su identidad propia, los panistas, como bien lo dice David Figueroa Ortega, se verán mezclados en intereses raros y ajenos, en una absurda suma que restará, lejos de mejorar sus perspectivas. Esto en tanto los perredistas se disponen a echar al cesto de la basura sus principios democráticos, en un angustioso afán por seguir pegados al erario sin ofrecer un verdadero y auténtico trabajo político.
Sin darle muchas vueltas al asunto, son los perredistas hoy empleados del Gobierno del Estado los que se involucraron en esta enloquecida propuesta, dando una patada en el trasero a todos aquellos que, con verdaderas ideas izquierdistas, siguen sufriendo las peores decepciones desde que Andrés Manuel López Obrador dejó de lado sus principios para encapricharse en sus proyectos personales. Lo mismo que está pasando con los zambranos, los ávilas y demás caterva.
Más criticable, sin embargo, es la actitud de los dueños actuales del PAN sonorense. Sabedores de que su plataforma política está excesivamente debilitada tras los yerros en que se ha incurrido en la presente administración estatal, aceptan el amasiato con el PRD para contrarrestar la fuerza con que el PRI se viene preparando para recuperar el control político en la entidad. La revoltura de principios, doctrina, ideología y demás sale sobrando. Sólo hay que ganarle al enemigo.
La declinación de Figueroa Ortega a sus pretensiones de estar en una disputa interna para una virtual nominación democrática al interior del PAN, lejos de facilitar las cosas a los azules se las complica. La limpieza en la selección de sus candidatos se sujeta a una lamentable imitación a las viejas prácticas priístas del “dedazo”. Aquí serán candidatos a los puestos de elección popular los que reciban la venia bendita de San Memo. Así lo entendió finalmente el ex cónsul de México en Los Ángeles.