martes, 22 de julio de 2014

Para Guillermo Padrés...

Señor gobernador Guillermo Padrés Elías:
… ¿O puedo seguirte llamando “Memo” como cuando éramos muy amigos?
Bueno, para no meterme en problemas, te diré Señor Gobernador.
Tuve que recurrir a este medio para ver si, públicamente, puedo hacer contacto contigo, ya que tengo algo urgente que decirte: uno de tus empleados, de nombre Fernando Jiménez Ochoa, a quien tienes trabajando como Secretario Primero de Acuerdos en el Juzgado Primero Penal, acaba de dar un golpe brutal y sádicamente demoledor a mi familia.
Sólo a manera de información quiero decirte algo: ningún miembro de mi familia, hasta ahora, ¡¡¡NADIE!!! había sido víctima JAMÁS de una situación como la que hoy se está viviendo como consecuencia de la actitud extremadamente extraña y perversa de tu empleado. Sí, de ese mismo que cobra quincenas con el pago de nuestros impuestos, y en “agradecimiento”, ordena una formal prisión en contra de uno de mis hermanos, a pesar de tener TODAS LAS PRUEBAS y los elementos comprobatorios de la no existencia de hechos denunciados. 
No quisiera decírtelo, pero… lo voy a hacer: sé a lo que me arriesgo y arriesgo a mi familia con lo que estoy haciendo… ¡¡Ah, caray!!… no sé si hago bien en decirlo, porque aún me quedan unos gramos de aquella confianza que te tuve cuando me decías que éramos amigos. Entiendo que ahora eres Gobernador y es difícil seguir tratando igual a la gente, pero quiero confiar --y espero no ser un iluso-- en que esto no me va a provocar represalias --a mí en lo personal y demás miembros de mi familia-- de tu parte o de tus empleados como el susodicho, o bien sus compañeros y amigos de la “justicia”.
Te cuento a grandes rasgos: Mi hermano se ha dedicado casi durante toda su existencia al servicio de alquiler. De hecho él tiene su concesión, ganada después de mucho esfuerzo. Es su patrimonio y de su familia. Te insisto: es su patrimonio. A él, como a todos nosotros, lo conoce una parte muy importante de la sociedad guaymense. Yo quisiera que, si se pudiera, Señor Gobernador, ordenaras una investigación para ver cuántas veces ha sido siquiera molestado por la policía. . No consume bebidas embriagantes, y su vida es trabajar “como burro” para sostener humildemente a su familia.
La madrugada del domingo 13 de este mes de julio de 2014, prestó sus servicios como taxista a una mujer presuntamente menor de edad y al parecer, originaria de Chihuahua. En sus declaraciones, apoyadas por la versión de algunos testigos, dijo que la recogió en Guaymas Norte, solicitándole ella que la llevara a la central de Tufesa porque tenía que viajar a Hermosillo, pero al estar en el semáforo ubicado en la Carretera Internacional, la mujer le pidió que diera vuelta en “U” porque ahí estaba su novio. Se acercaron, y al pedirle ella al tipo que se subiera, discutieron fuerte entre ellos, por lo que le pidió seguir su ruta a la citada empresa transportista.
Al llegar ahí, la mujer se bajó del vehículo y entró a la central, mientras él conversó unos instantes con unos colegas suyos, quienes ya confirmaron que efectivamente, estuvieron ahí. Un minuto después estaba la mujer de regreso, y le dijo que la llevara de regreso pero que la dejara en el Motel Flamingos porque no había viajes a Hermosillo.
Cuando iban llegando al hotel, le dijo que ahí estaba el novio, que se detuviera más adelante, a lo cual él obedeció. Ahí la mujer se bajó del vehículo, y mi hermano se retiró a seguir trabajando, despidiéndola con su eternamente acostumbrado: “Que Dios la bendiga”. Todavía ofreció varios “cortes” más hasta que ya casi en la mañana se dirigió a la central de Radio Taxis. Ahí estaba una patrulla con agentes policiacos, quienes al llegar, ante el estupor y la sorpresa de mi hermano, lo esposaron y lo subieron a la patrulla, llevándose también su carro. A sus preguntas del porqué lo detenía, sólo le contestaban que “allá te van a decir”.
Cuando llegaron con él a los separos policiacos, mi hermano, que sufre de diabetes, sintió que la tierra se abría a sus pies cuando le dijeron las causas de su detención: la mujer lo estaba acusando de VIOLACIÓN. Todavía con el estupor en su rostro, con la cabeza dándole vueltas por la impresión recibida, vio cómo algunos policías negaban con su cabeza en señal de reprobación por la denuncia. Dice que no está seguro si fue un juez calificador o un policía quien le dijo “te están acusando injustamente… todo es mentira”.
A partir de ahí fue metido a las celdas. Cuando fui a verlo, a través de las rejillas trataba de tomar mis manos desesperadamente. En medio de un llanto incontrolable me decía “carnalito, te juro por nuestros viejos que están en el cielo que no es cierto”. Yo le dije que no necesitaba jurarme nada. Hace 49 años que sé que su corazón está lleno de nobleza, honestidad y sentimientos muy bien definidos. La impresión de todos nosotros por ver a alguien de la familia tras las rejas no sé cómo narrarla. No encuentro palabras para describirlo.
Gobernador: te voy a rogar. Sí, te voy a rogar que ordenes la revisión de las declaraciones hechas por la parte acusadora. No te voy a decir nada. Pide que te relaten los supuestos hechos para que veas las espantosas discrepancias entre las declaraciones de la chamaca y las de su mamá. Lástima que no tuve una cámara a la mano para tomarles una foto de cuando estaban los tres fuera del Ministerio Público platicando tranquilamente. Ella abrazada muy cariñosamente con el novio con el que apenas en la madrugada había tenido un “feroz” pleito y tras “haber sido vejada”, no lucía como una persona a quien presumiblemente ultrajaron. Su conducta evidenciaba otra cosa. Ojalá me puedas hacer ese favor.
De repente, sucedió que la denunciada “violación” que “ocurrió” hasta en 5 ocasiones, sorpresivamente se convierte en VIOLACIÓN EN GRADO DE TENTATIVA. Después la mujer dijo que en realidad había intentado violarla, y que al no conseguirlo, la arrojó jalándola de las greñas fuera del auto contra unas piedras donde ella cayó de rodillas para dejarla abandonada y después retirarse.
Quiero comentarte que personalmente, el médico legista me corroboró que la mujer NO  había sido objeto de coito alguno recientemente porque incluso andaba menstruando. Y también me dijo, de manera contundente, que ninguna parte de su cuerpo, incluyendo las rodillas, mostraba evidencia alguna de un hecho violento. En la aportación de pruebas se acredita también que los supuestos hechos ocurridos en una calle oscura y sin pavimentar de acuerdo a las señas de la mujer, fueron en una calle recién pavimentada y con suficiente alumbrado público, lo que se corroboró con la inspección judicial que se llevó a cabo en el supuesto lugar de los hechos, situación que pasó por alto el secretario de acuerdos, pues en su resolución ni siquiera mencionó que se hubiera desahogado ese medio de convicción en temeraria, ilegal y espantosa violación de sus más sagradas garantías individuales.
Todo esto y muchas pruebas más, señor Gobernador, está agregado al expediente. El MP turnó el caso penalmente, en una actitud que también consideramos irresponsable. El caso llegó a manos de este aprendiz de juez, Fernando Jiménez Ochoa, debido a que se encuentra fungiendo como tal por ministerio de Ley.
El pasado domingo, por la noche, mi hermano –quien permanece recluido en el Centro de Readaptación Social de Guaymas-, recogió sus cosas porque le dijeron que le darían la libertad. Había suficientes elementos y pruebas para acreditar que no tenía por qué estar encerrado. Mi familia, ilusionada por el amor que le tenemos porque sabemos de su profunda nobleza, hasta nos preparamos para darle un caluroso recibimiento. Sin más ni más, y en una actitud absurdamente inexplicable y devastadora, tu empleado ordenó el auto de formal prisión.
Quiero comentarte esto: sus compañeros de Radio taxis están belicosa y sumamente indignados. A su profunda molestia se suma un advertido coraje porque otro de sus compañeros murió al ser chocado brutalmente por un sujeto que conducía en estado de ebriedad un vehículo con el que momentos antes había atropellado a dos jovencitos, y quien de acuerdo a un rumor cada vez más generalizado, podría estar a punto de recuperar su libertad. Es decir, un hombre convertido en asesino por su consumo alcohólico, podría estar fuera de las rejas, y otro que no cometió delito alguno está encerrado en el Cereso. ¿Se te hace congruente eso?
Algunos miembros de la familia, yo entre ellos, hemos estado tratando de tranquilizarlos. Quieren ir a manifestarse en contra del abuso de poder de este secretario con ínfulas de juez, y sus pretensiones son apoyadas por demás miembros de mi familia. ¿Y sabes qué? Creo que yo también me voy a sumar. Mi hermano no tiene por qué estar pagando las consecuencias de una denuncia de hechos inexistentes y de la brutal decisión de un funcionario evidentemente incapacitado para estar en semejante responsabilidad, por lo cual te pido, a nombre de mi familia, su inmediata destitución. Incluso me atrevo a preguntar: ¿no se puede tipificar la resolución del “juez” como una privación ilegal de la libertad en contra de mi hermano?
Jamás, nunca jamás hemos estado en un plantón ni tampoco en un bloqueo de calles. Debo confesar que ahora entiendo a aquellos que, en su impotente y angustiosa desesperación, ven este recurso como el más viable para recibir una respuesta justa, lamentablemente alcanzada a través de la presión social. Si es necesario lo vamos a hacer. Y no… no es amenaza, ¡¡por favor!!! Simplemente no estamos conformes viendo que nuestro hermano, padre, esposo, tío y cuñado, como muchos otros más, esté encerrado cuando todos sabemos e incluso la misma parte acusadora, que es inocente.
Te insisto: a pesar de todo quiero confiar en ti. Espero que a partir de esta fecha no empiecen actitudes intimidatorias en contra de todos nosotros. Te estoy y estamos exponiendo hechos que consideramos injustos porque tú eres el Gobernador. Tú eres el responsable de lo que sucede en nuestra entidad, y si te vas a molestar por esto, moléstate. Lo siento mucho. No quiero más a mi hermano injustamente en la cárcel.
Observación final: nosotros no nos metimos en estos. Nos metieron personas de otro estado que no se tentaron el corazón  para hacer daño, y los funcionarios públicos despojados totalmente de criterio profesional. Con esto te quiero decir: No permitas que nos hagan víctimas de una situación que nosotros NO BUSCAMOS.
Tampoco se hagan conjeturas sobre las razones que me llevan a presentar públicamente este escrito. Mi hermano, repito, está injustamente en la cárcel. No hay otra razón.

Que Dios te bendiga, Memo.