¿Cuáles son
realmente las funciones de los miembros del Ayuntamiento de Guaymas? ¿Hasta
dónde llega la facultad de un regidor para convertirse en una autoridad que
pretende -- en ocasiones -- estar por encima del Presidente Municipal?
Todavía en la
década de los ochentas, en Guaymas había una relativa tranquilidad política,
derivada ésta de los obsequios que a manera de regidurías recibían los partidos
de oposición, entonces una vulgar comparsa de los procesos electorales. A
partir de la década de los noventas, la situación cambió de manera brutalmente
radical, cuando tras un convulsivo período de elecciones, el Gobierno de Manlio
Fabio Beltrones Rivera tuvo que ceder y entregar a los panistas el poder del
Municipio.
A partir de ahí, se
creó la imagen del regidor participativo, activo, del que empezó a levantar la
voz en las sesiones de cabildo y a exponer su animadversión a las propuestas
del alcalde en turno cuando no se estaba de acuerdo en ellas. Se empezaron a
dar derechos que paulatinamente se fueron convirtiendo en libertinaje, al
extremo de llegar hoy en día a tener ediles que sólo llegan a armar revoltura,
pero que no cumplen con el más elemental principio de un regidor: ser parte de
las decisiones -- a favor o en contra -- del Municipio.
Cuando José Ramón
Uribe Maytorena fue candidato a alcalde por el Partido del Trabajo, hizo una
exposición proselitista, en la que aseguraba que, de ganar, su cuerpo de
regidores ganaría solamente tres mil pesos al mes y se estarían físicamente en Palacio
sólo para cumplir con el compromiso de asistir a las reuniones ordinarias o
extraordinarias del Cabildo. “El Flaco” sólo se refería a lo que es realmente
la obligación de los ediles, algo que no cumplió tampoco él cuando alcanzó la
regiduría de obsequio.
A partir de que los
regidores empezaron a asumir una figura de autoridad similar al alcalde en
turno, y a ganar sueldos incluso superiores a los que ganan funcionarios de
primer y segundo nivel, el Ayuntamiento guaymense jamás volvió a tener tranquilidad.
Hoy en día, cualquier hijo de vecino llega a ganar 18 mil pesos al mes por
hacer nada, y en una impresionante cantidad de casos, sin siquiera conocer la
Ley de Gobierno y Administración Municipal, mucho menos saber para qué realmente se está en un cuerpo colegiado
con tanta responsabilidad como es el Ayuntamiento. La ignorancia de algunos es
realmente para asustarse.
Cierto que en
algunos casos, muy contados, existe el interés de servir un poco a la comunidad
que requiere servicios a veces hasta fuera de orden. Pero a ciencia cierta, ya
hace tiempo que se perdió la figura del regidor responsable, del que conocía
las propuestas oficiales y con una actitud reflexiva y analítica participaba o
no con su voto. Del regidor que estudiaba las consecuencias de apoyar o no un
proyecto y actuaba en consecuencia. Hoy lo único importante que buscan es que
les den gasolina.
Por desgracia, hace
tiempo se volvió una aborrecible costumbre que personas que gustan de no
trabajar hacen labor de “líderes sociales” durante tres años para
finalmente agarrarse de cualquier partidillo y desde ahí buscar una postulación
a una candidatura, en el entendido de que eso les permitirá estar ganando un
sueldo inmerecido al recibir como premio una regiduría por su participación en
el proceso electoral. Para infortunio de los guaymenses, es nuestra propia
cultura la que permite semejantes barrabasadas.
Jamás estaría en lo
particular de acuerdo en que se regresara a la figura del regidor decorativo e
inservible, el tradicional “levanta-dedos” ni mucho menos. Pero sí creo
necesario entrar a un proceso en el cual se pueda educar a los aspirantes a
regidores y explicarles que estar ahí no es para satisfacer instintos
personales, sino para cumplir con una delicada encomienda: autorizar o no los
proyectos que tengan resultados para la comunidad. Y para cumplir con eso, no
necesitan estar todos los días gastando dinero del erario en galletitas y café
y hacer como que trabajan, sino simplemente asumir su responsabilidad como
auténticos representantes del pueblo gobernado.
Que les den o no
gasolina no debe ser razón para que armen escandalitos carnavaleros. Pónganse a
trabajar en lo que realmente les corresponde, y de vez en cuando, den una
repasadita a la mencionada Ley para ver si aprenden un poco.
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La prevención del
delito en Guaymas sigue teniendo sus fallas. A seis meses de haber iniciado con
la presente administración, creo que la Dirección de Seguridad Pública no está
cumpliendo cabalmente con su compromiso de salvaguardar la integridad de los guaymenses,
y la consecuencia lógica de esto es que el delito simple, como el robo a casa
habitación, se practica hoy en día con toda la libertad del mundo.
La situación es
delicada, porque los ciudadanos confiamos en que tenemos una policía que
protege nuestros intereses. Pero de eso no puede hablar bien el vecino a quien
le abrieron su carro y le robaron varias pertenencias, y quien tras la
detención de los involucrados y su posterior liberación se dio cuenta de que la
policía, desde la preventiva hasta la PEI junto con los ministerios públicos
sirven para maldita la cosa.
En lo personal, ya
fui víctima también del actuar de los rateros, en pleno centro de la ciudad, y
la policía preventiva ni siquiera asomó las narices por ahí. Aunque sí aprendí
algo muy importante: tenemos que ser nosotros mismos, los ciudadanos, los que
hagamos la labor de prevención para evitar robos, porque al menos lo que son
los actuales jefes de la in-seguridad del Municipio, no están funcionando.
Alguien les tiene
que “picar las costillas” y decirles que “se pongan las pilas”.
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Pregunto: ¿ le cree
usted al señor Procurador General de la República cuando asegura que el país
amaneció hoy en calma tras la detención de la corrupta lideresa del SNTE Elba
Esther Gordillo Morales?
En lo particular,
no le doy ni la semana completa al asunto para que “reviente” con protestas
magisteriales a todo lo largo y ancho del país.
Señores padres de
familia, prepárense, está a la vista la suspensión de clases.