miércoles, 18 de julio de 2012

Otto y sus futuros colaboradores…

Esto no es tan sencillo como parece. Otto sabe que de entrada va a enfrentar una situación muy difícil al llegar a la alcaldía. Por principio de cuentas va a recibir una administración hundida en deudas millonarias, pero además con graves problemas en la infraestructura urbana.
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Desde hace aproximadamente 15 años, Otto Claussen Iberri empezó a tener la inquietud de ser alcalde de Guaymas. El antecedente de que su padre Enrique Claussen Bustillos haya sido Presidente Municipal era su principal motivación, y a partir de entonces empezó a buscar la candidatura por parte del Revolucionario Institucional.
Otto Claussen.
Una y otra vez, cada tres años, le negaron la oportunidad. Pero igual cada tres años volvía a insistir. En el período de Eduardo Bours Castelo estuvo a un tris de ser candidato. Cuentan que venía en carretera con la candidatura en la bolsa para darlo a conocer en Guaymas, cuando a través de un telefonema le pidieron que se regresara… el “ganón” finalmente resultó ser Carlos Alberto Zaragoza Decima, quien finalmente se quedó en el camino en la competencia electoral.
Finalmente a Otto le llegó la oportunidad, y no fue precisamente en las circunstancias más cómodas para ello. Todavía un día antes de la jornada electoral, se daba por un hecho que el panista Manuel Aguilar Juárez resultaría electo por la mayoría de los guaymenses. A pesar de que algunos confiaban en Otto, entre su misma gente existía la convicción de que lo habían postulado en su partido para verlo perder y con eso cortar definitivamente con sus intenciones.
Eduardo Bours.
De ahí derivaron algunas traiciones, como él mismo me lo comentó en una ocasión. No pocos militantes priístas fueron a rendirse ante Aguilar Juárez y se unieron a su propósito electoral. La victoria de Claussen Iberri fue un golpe amargo no solamente para quienes ya se sentían ganadores de la contienda, sino para aquellos que abandonaron la nave priísta dejándose llevar por “el canto de las sirenas”. Todavía a estas fechas hay quienes todavía no salen de su estupor. Saben que vienen tiempos muy malos para ellos… por traidores.
Bueno, finalmente Otto gana la contienda y en un abrir y cerrar de ojos está convertido en el Presidente Municipal electo en Guaymas. ¿Qué es lo que sigue ahora?
Esto no es tan sencillo como parece. Otto sabe que de entrada va a enfrentar una situación muy difícil al llegar a la alcaldía. Por principio de cuentas va a recibir una administración hundida en deudas millonarias, pero además con graves problemas en la infraestructura urbana. Con un servicio de alumbrado público deficiente, producto de una descomunal tranza del ex alcalde César Adrián Lizárraga Hernández, calles del centro de la ciudad con grave deterioro y un “Paseo del Mar” que quedó en una simple quimera, para pasar a ser uno de los espectáculos más denigrantes que tenemos en la actualidad.
César Lizárraga.
La sociedad quedó muy dividida después de este proceso electoral, y “curar las heridas” se ve bastante complicado, sobre todo porque ya hay grupos integrados por personas (algunos de ellos todavía dependientes del erario municipal) que están listas para convertirse en las “piedras en el zapato” de la próxima administración. Ese tipo de gente no le va a permitir a Otto llevar un ambiente de armonía en la relación gobierno-pueblo. Ya verán.
Por todo esto, es que el alcalde electo tiene que reflexionar muy profundamente sobre lo que va a hacer con la integración de su gabinete de colaboradores. Esta integración no va a estar tan fácil como llamar por flamantes “tabletas” o celulares computarizados a sus amigos del alma e invitarlos a que vengan a vacacionar en un cargo público. La administración de Otto tiene que integrarse por gente que tenga sensibilidad ante los problemas que se van a dejar venir en cascada.
Y es en todos los aspectos. En la tesorería tiene que estar alguien que entienda que hay proveedores que necesitan cobrar el dinero que el Municipio les debe, después de haber tenido que soportar a un Carlos Dueñas encerrado en un mundo de “no pago” sistemático, llevando literalmente a la quiebra a pequeñas empresas que confiaron al suministrar sus servicios a la Comuna panista. Alguien comentaba por ahí que nunca habían visto a un tesorero tan despiadado y al mismo tiempo tan protegido por sus patrones. Vaya usted a saber por qué.
En la Secretaría del Ayuntamiento, lejos de poner a un “hijo de papi” tiene que colocar a alguien con una habilidad extrema en la política interna del Municipio, que no permita que los problemas se salgan de control y que tenga la capacidad suficiente para terminar, finalmente, con los espectáculos vergonzosos que ofrecen los plantones de personas que, dicho sea de paso, sólo exigen lo que consideran justos… en algunos casos, claro.
En la policía tiene que haber un Director que no responda a compromisos con el Presidente Municipal, sino alguien que venga a establecer orden interno y que funcione en beneficio de la comunidad. La prepotencia, las arbitrariedades y las cochinadas deben quedar en el olvido.
Podría llevarme todo el espacio de la página sugiriéndole al futuro alcalde lo que podría ayudar para la integración de su gabinete, pero finalmente el único responsable de eso es él mismo. Los ciudadanos vamos a estar a la expectativa, y créame, señor Claussen, tanto año pidiendo la oportunidad para venir a gobernarnos, creo que no le perdonaríamos fallas.
En sus manos está.