Casi desapercibido está transcurriendo el cambio, aunque no por ello deja de ser interesante, sobre todo motivo de comentario. La arquitecta María Cristina Navarro Fernández deja este viernes la Dirección de Infraestructura Urbana y en su lugar quedará Jesús Morales Uruchurtu. Y este podría ser uno de los primeros cambios importantes que se den al interior del Ayuntamiento que encabeza César Lizárraga Hernández.
El único que se podría considerar interesante hasta ahora dentro de la administración había sido el de Librado Navarro Jiménez por José Bolaños Castro, pero este fue por las diferencias que hubo entre el entonces jefe policiaco y el alcalde. En el caso que hoy nos ocupa, hasta donde estábamos enterados, las relaciones entre la casi ex funcionaria y el munícipe son excelentes. Así lo entendían y lo sabían todos.
Se comenta que el cambio viene porque a María Cristina le salió una buena oportunidad dentro del Gobierno del Estado. La dama sabe de esas cosas porque ya ha estado ahí. Y según la versión, la quieren en dependencias de mejor nivel por allá en Hermosillo. Aquí es (¿o era?) de las confianzas del alcalde y su gente cercana. Por eso extraña sobremanera que de repente se anuncie su salida.
Ahora bien, que llegue Morales Uruchurtu a esa dependencia podría no ser tan malo. Jesús tiene ya sobrada experiencia en el quehacer público, y aquí cabría lo que alguien dijo por ahí, que lo tenían desaprovechado en Obras Públicas. Ojalá responda y corresponda bien a la confianza que se le está brindando.
A inicios de semana tuve una larga conversación con el Presidente Municipal, y ahí me reiteró su propósito de tratar de recomponer las cosas, y que si en ello va implícito el cambio de funcionarios, aunque en lo personal resulte doloroso, tendrá que hacerlo. Reconoció que algunas cosas no están bien, pero insiste en que no tiene contemplado, por él mismo y por su familia, a terminar su trabajo como un mal alcalde. E insiste en que pondrá todo su empeño en que las cosas cambien.
Yo he sido crítico de la administración de Lizárraga Hernández, pero necesariamente tengo que reconocer que, en la extensa conversación que sostuve con él, tuvo reflejos de profunda preocupación, pero también una resuelta decisión de superar todos los graves problemas (sobre todo financieros) que ha enfrentado a lo largo de su primer año de trabajo en el quehacer público. Quiero pensar que es sincero al hablar. Lo sentí muy preocupado por la situación financiera que enfrenta el municipio, por las obras que no se han podido consolidar, y por que el 2011 amenaza con estar sumamente difícil, aun con los proyectos de inversión federal que se manejan para Sonora y específicamente para Guaymas. Pero más preocupado todavía por la serie de traiciones que se dejaron venir prácticamente desde que se asumió como candidato a la alcaldía guaymense.
Me comentaba que gente que ha considerado confiable, repentinamente cambiaron de actitud. Quizá pensaron que las cosas serían fáciles, una especie de rutina diaria muy tranquila, y cuando surgen los primeros problemas serios dieron la espalda. No me dio nombres. Se los guardó. Uno solamente supone quienes podrían ser. Por eso digo que hubo momentos en que lo sentí muy sincero.
Le pregunté sobre sus proyectos políticos a futuro. Específicamente, si son ciertos los comentarios de que buscaría ser diputado federal. Y me dijo que él será muy respetuoso de las decisiones del Gobernador Guillermo Padrés Elías. Textualmente me dijo “si él considera que le puedo ayudar desde una posición así, me voy a apegar a eso. Formo parte de un proyecto político, encabezado por Guillermo Padrés, y voy a seguir el rumbo que se indique dentro de ese mismo proyecto”, me comentó.
Me habló también de su desaliento, en ocasiones, por la incomprensión de la gente. Los mismos medios de comunicación. Y aunque debí sentirlo como un reproche, no lo quise interpretar como tal. Lo dejé que hablara de sus pensamientos en ese sentido. Y me dijo que en ocasiones siente que los medios no coadyuvamos en la tarea de un municipio con nuestras críticas, aunque reconoció que éstas en ocasiones sí son necesarias para tratar de corregir rumbos.
Quiero creer que estos cambios que empiezan a darse son realmente para corregir el camino. Faltan ya menos de dos años, y el alcalde todavía está a muy bien tiempo de cambiar radicalmente las cosas. Todo está en que quiera hacerlo. Y si fue sincero con todo lo que me dijo, creo que, como le dije en ocasiones anteriores, el muchacho de buenas intenciones que conocí hace casi dos años podría darle un giro de 360 grados a la imagen que se le ha ido creando en su primer año como alcalde.
Está a tiempo. Muy a tiempo. Es cuestión de recomponer todo.
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