Cundió la crisis nerviosa entre vecinos de la colonia Petrolera. Algunos de ellos tuvieron que ser levantados por socorristas de Cruz Roja para ser llevados a hospitales por la impresión vivida. En todos, los nervios alterados los mantenían con las manos temblorosas, profundamente impactados por lo que prácticamente acababan de presenciar. El hecho en sí fue tan impresionante, dijeron algunos de ellos, que no podrán olvidarlo el resto de sus días.
Se referían al sanguinario asesinato de un hombre, vecino de este puerto que al parecer se dedicaba a actividades ilícitas, cometido por posibles sicarios. Los jóvenes (así los ubicaron testigos presenciales a sólo unos metros de los hechos) iban a rematarlo. Ya lo habían lesionado a tiros segundos antes en la carretera internacional, pero tenían que acabar con su vida. No tuvieron contemplaciones. Alguien dijo por ahí que habían sido por lo menos 60 disparos con metralla.
Versiones hay muchas. Algunas descabelladas y otras no tanto. Alguien comentó que un impacto había dado en la tienda Oxxo frente a donde empezaron los hechos. Otro más decía que la casa donde quedó el auto tripulado por el hoy occiso recibió varios tiros, y que una señora de la tercera edad que reside ahí sufrió un desvanecimiento. A unas casas, una señora se aterró de tal forma al escuchar el insólito tableteo de los disparos, que lejos de esconderse dentro de su casa, tuvo un repentino impulso de salir corriendo a la calle.
Algunos testigos, aún temblorosos por la impresión, dijeron que más los habían asombrado las risas de los asesinos. Dicen que mostraban en su rostro una sonrisa de satisfacción “por el deber cumplido”. Alguien más se atrevió a decir que el hoy muerto se había defendido y que ultimó a uno de ellos, porque vieron (aseguran) cuando acomodaban un cuerpo antes de retirarse, escapatoria que, dicen, fue a una velocidad normal. Ni siquiera emprendieron una rauda huída.
La vida de los residentes de la colonia Petrolera y de los aterrorizados testigos presenciales de los hechos, cambió a partir de ayer lunes. La tranquilidad que vivimos los guaymenses, rota en ocasiones por delincuentillos de tercer nivel que roban baterías y estéreos de carros para ir a comprar drogas “en la tienda de la esquina”, se terminó a partir del mediodía del 7 de Febrero. Ya no fueron gente “de fuera” los que murieron acribillados por sicarios, como ocurrió con el policía muerto en circunstancias similares en la calle 14 hace poco más de un año. Ahora fue un guaymense.
Esa simple perspectiva provoca una preocupada reflexión. Las ejecuciones ya llegaron a los guaymenses. Obviamente no a los que somos ajenos a la práctica delictiva, sino a los que están inmersos en el mundo de las drogas. Pero lo ocurrido, aunque queramos ser muy optimistas, podría traer repercusiones muy serias para nuestra ciudad. Entre delincuentes, las venganzas son comunes. Y no podemos suponer, por más tranquilos que queramos estar, que los amigos del guaymense asesinado ya se olvidaron del asunto. Es grave lo que ocurrió.
Entonces, lo preocupante aquí, es que lo sucedido desate ajustes de cuentas entre delincuentes, que podrían derivar en riesgos para la integridad física del resto de quienes aquí radicamos. No estoy siendo alarmista. Estoy escribiendo de algo que sí puede suceder. Y eso obliga a tener que tomar medidas que, hasta antes de este acontecimiento, parecían cosa inútil en nuestra ciudad. Ni modo, lo ocurrido obliga a ello.
Y por lo pronto, es importante que tome usted las precauciones necesarias en este caso, y una de ellas, quizá la principal, es que si por desgracia vuelve el rugir de las metrallas en nuestra ciudad, corra inmediatamente al lado contrario de donde esto viene. No cometa el error de ir a averiguar qué está sucediendo. Eso ha acabado con la vida de cientos de personas en este proceso que está viviendo nuestro país. No quiera jugarle al valiente ni al curioso. Podría no tener oportunidad de contar lo que vio.
Haga esas recomendaciones a sus hijos. Los muchachos por naturaleza son curiosos, y si escuchan algo así, buscarán la manera de ubicarse en galería. Dígales lo que puede pasar en caso de que les toque una bala. Hay que crear en ellos el temor y la precaución, porque dicho de una manera muy clara y precisa, si no lo entienden así, podrían no regresar jamás a casa.
A los que quieren acabarse a tiros unos a otros, hay que dejarlos tranquilos con su quehacer. Ese es un camino que ellos decidieron y debemos respetarlos. Es su bronca, no la nuestra. A nosotros nos corresponde cuidar nuestras propias vidas, y la mejor forma de hacerlo, en estos momentos, es no involucrándose con delincuentes.
Si por desgracia usted es adicto a algún tipo de droga, pues simplemente tenga mucho cuidado, porque en una de esas compras que acostumbra, llegan algunos chavos a rociarlo de plomo por estar en el lugar equivocado. Así de fácil y de contundente debe ser el mensaje.
En Guaymas, amigos, para infortunio nuestro, también ya hay ejecuciones.
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