martes, 17 de julio de 2012

Suicidios y adicciones

Hace unos días, mientras iba a bordo del carro, vi a una media cuadra a un amigo que caminaba. Iba a acelerar para alcanzarlo y ofrecerle el clásico “aventón”, pero no se qué impulso me llevó a frenarme y avanzar a velocidad muy baja. Siguió caminando aumentando mi suspicacia hasta que ocurrió lo que me temía: a plena luz del día, llegó hasta donde estaban un grupo de muchachos de torvo aspecto ofreciendo paquetitos (algunos dicen que es droga), sacó su cartera y ¡compró uno de ellos!
Todavía me quedé un rato observando con azoro. Y no es que me asuste, porque eso se ve a diario, a todas luces, y con personas de todos los niveles, ambos sexos y todas las edades. Pero fue una especie de sorpresa y decepción, porque hasta entonces lo consideraba una persona sana, de esas con las que a veces a uno le gusta conversar porque realmente vale la pena hacerlo. Nunca me imaginé que pudiera ser adicto a algún enervante.
Obviamente nunca diría su nombre, porque de entrada siempre he sido respetuoso de las costumbres y formas de ser de cada una de las personas que conozco, pero sí tendré que limitar mi amistad con él. No por cuestiones moralistas, sino porque no me gustaría estar un día con él y que la policía llegara a hacerle alguna revisión y le encontraran “algo”. “Dime con quién andas…” reza un viejo refrán.
Esto no debiera asustar a nadie, aunque no deja de impresionar. Por necesidad, constantemente paso por el lugar y me sigue llamando la atención ver a jovencitos y jovencitas cuyos padres les permiten el uso de su vehículo sin saber que están adquiriendo ahí productos nocivos para su salud. Empleados de confianza de algunas empresas que en los vehículos oficiales de estas van y compran ahí sus sustancias extrañas. Señoras (si, leyó bien) señoras que descuidan un rato su tarea hogareña y se detienen ahí tratando de esconderse de miradas subrepticias, jovencitos con uniformes estudiantiles, parejas de enamorados y… en fin.
Hace un par de días nos enteramos de otro caso de suicidio. Un muchacho de 22 años decidió terminar con su existencia. Comentan quienes lo conocieron que el joven era adicto a las drogas y que los problemas familiares fueron tantos a lo largo de su existencia que nunca tuvo motivos para sentirse bien. Verdad o mentira, lo cierto es que el chamaco ya descansa en paz.
No puedo precisar en qué porcentaje, pero la inmensa mayoría de los suicidios tienen relación directa con el consumo de drogas. Resulta realmente alarmante el nivel tan elevado de población que está consumiendo sustancias que lo transportan a una realidad inexistente. Insisto, aunque no me asusta, no deja de impactarme cada vez que se de algún conocido que, igualmente, está dependiendo de una adicción para sentirse “bien”. Y lo peor, drogas que, por más baratas, son las que más destruyen el estado físico de sus consumidores.
Y es tan falsa la realidad en la que vive esa gente, que llega el momento en que su estado de depresión los lleva a buscar una salida falsa como es el suicidio.
Guaymas y Empalme, en particular, tienen ese problema común. Los suicidios se han vuelto una cuestión rutinaria, y si antes provocaban consternación, hoy provocan morbo, curiosidad. Y si antes eran tema de muchos días, hoy al día siguiente ya nadie se acuerdo de lo que pasó. Más de parte de quienes, por sus adicciones, no quieren darle importancia que esa fue la principal razón que llevó a que aquel terminara con sus existencia.
Son tan pocas las voces que “claman en el desierto”. “Prevención es la solución” dijo alguna vez Librado Navarro Jiménez, refiriéndose a que para evitar la drogadicción y la delincuencia, es necesario tomar las medidas preventivas propias en el mismo seno familiar. Pero esas convocatorias de inmediato se echan al cesto de la basura, porque la inmensa mayoría de las personas preferimos seguir llevando nuestro particular ritmo de vida que ponerle atención a la posibilidad de que uno de nuestros miembros esté consumiendo drogas.
Así las cosas, seguiremos perdiendo la capacidad de sorpresa cuando se presente un nuevo caso de suicidio.
Lamentable, no?

1 comentario:

  1. pero se siguen vendiendo en las calles y a la vista de todos estas cochinadas que crecio desde que el cesar lizarraga llego ala presidencia municipal por eso aumento la tasa de suicidios de robos ya que los adictos hacen lo que sea por tal de ponerse locos y hasta hay maridos adictos y enfermos politicos que les da por golpear a sus esposas, difamarlas publicamente y envidiarlas si son regidoras con el otto, mientras se siga permitiendo la venta a cualquiera en nuestras calles habrá mas tipos que digan que llevan toda una vida sirviendo a la region, cual lucha de calderon contra de esto, puras mentiras al pueblo si lo vemos en nuestras ciudades que el gobierno no los combate los proteje puro negocio, vivir mejor, el pan fue mucho peor que el pri y peor en guaymas con los corruptos y golpeadores de esposas.

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