El próximo 16 del mes que ya transcurre, Otto Claussen Iberri asumirá, después de muchos años de soñarlo, la Presidencia Municipal de Guaymas. Quizá su sueño político más anhelado finalmente se cumplirá, y a partir de ahí atenderá un compromiso que, hecho ante la comunidad, le permitirá corroborar a los guaymenses que sus deseos de ser alcalde se fundamentaban en un verdadero propósito de servir, y no de servirse.
De entrada, la administración de Otto se advierte con muchas complicaciones en su inicio. Recibirá unas finanzas bastante maltrechas, un terrible desorden administrativo y un personal decidido a enfrentarlo si es que decide empezar con un proceso de despidos para poder cumplir a quienes le ayudaron en la campaña, y que obviamente están esperando recibir su recompensa: trabajar para la Comuna.
Pero más que nada, Otto llegará a la alcaldía ante los expectantes ojos de una ciudadanía que espera, hasta ahora pacientemente, a que cambie la situación de nuestro municipio, sobre todo en imagen. Hoy en día Guaymas guarda un estado realmente lamentable. Calles destrozadas, alumbrado público deficiente, y en el aspecto general, una ciudad sucia porque desde las últimas lluvias, no ha habido una labor de limpieza.
Debido a que el alcalde electo no ha dicho hasta ahora quiénes serán sus colaboradores, no podemos advertir si entre alguno de ellos habrá quien asuma el compromiso de arengar a la comunidad para que se integre a los esfuerzos que tendrán que hacerse para cambiar la fisonomía de nuestra área urbana. Desde hace muchos años, no veo a alguien que, desde el Ayuntamiento, haya sabido estimular a la gente para participar en el mejoramiento de la ciudad en que vivimos.
Es decir, no todo es seleccionar al más hábil en el manejo de la política para la Secretaría, ni el más inteligente en el manejo contable para la Tesorería. Tampoco al menos corrupto para la Dirección de Seguridad Pública, ni al mejor ingeniero para Infraestructura Urbana. Podrá tener Otto a los mejores hombres y mujeres para ocupar estratégicamente los puestos de primer y segundo nivel, pero también debe buscar a alguien que sea un vínculo directo con la comunidad, para que ésta sienta que se le toma en cuenta y así coadyuvar en las tareas del municipio.
En lo personal, creo que Oralia Sánchez Hernández hubiera hecho un excelente papel en una responsabilidad así, pero ella figuró como aspirante a la Sindicatura Municipal, y ahí el trabajo es absorbente. Difícilmente podrá dedicarle tiempo suficiente a algo que a ella en lo personal le gusta: promover entre la comunidad tareas que van en su propio beneficio.
Establecer el contacto directo con los ciudadanos debe ser compromiso de todo alcalde. Si Otto desde su arribo se rodea de una aureola de rey y evita el contacto con la “plebada”, todo esfuerzo que haga por ser el mejor alcalde será infructuoso.
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Seguro que Francisco Vidaurrázaga Soto hará una buena labor como Director de Seguridad Pública en estos menos de quince días que le quedan como tal. El hoy comandante aspiró siempre a despedirse con todos los honores por su trayectoria policiaca, y no va a desperdiciar la oportunidad de hacerlo.
En lo personal, y porque conozco a Vidaurrázaga Soto desde hace más de 30 años, puedo decir que ha sido de los mejores policías que ha tenido siempre la corporación.
Su trabajo le da hoy, cuando tiene la jubilación ya en su bolsa, la oportunidad de concluir de manera positiva ante la opinión pública.
Suerte, Pancho!
Víctor, en las dos ultimas columnas que has publicado, coincido plenamente contigo. Un abrazo amigo.
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