Ayer tuve el extraordinario privilegio de ser maestro de
ceremonias de un evento muy especial: la entrega oficial de los instrumentos a
los niños y jóvenes que ya están integrados de lleno a la formación de la Orquesta Sinfónica
Esperanza Azteca que, desde Guaymas, será la representativa del Estado de
Sonora.
La tarde del jueves inmediato anterior, tanto los impulsores
de este importante proyecto como los padres de familia, dimos cuenta del avance
que han tenido los miembros de la
OSEA (por sus siglas) cuando los integrantes del coro
interpretaron melodías a través de una perfecta combinación de voces, en tanto
decenas de jovencitos nos obsequiaron algunas muestras del talento musical que
poseen manifestado a través de los distintos instrumentos que conforman la
orquesta.
Destacable es todavía más que, gracias a la paciencia,
dedicación, empeño y profesionalismo de los 16 maestros con que cuenta
Esperanza Azteca, un 80 por ciento de los jóvenes que llegaron sin haber tocado
jamás un instrumento, hoy se perfilan ya como excelentes miembros de una
orquesta que seguramente será un orgullo no solamente para los guaymenses, sino
para todo el Estado de Sonora.
Desde el podium de donde conducía el evento podía ver los
rostros de todos los invitados, y en tanto en los pequeños y jóvenes músicos
veía la satisfacción por los logros alcanzados hasta ahora, en la sonrisa de
los padres era evidente el orgullo que se siente ver lo que los hijos son
capaces de hacer, sobre todo cuando se les brinda todo el apoyo para eso.
Mi reconocimiento a quienes están haciendo posible todo
esto, y muy en especial para el mejor benefactor que ha tenido Guaymas, Fray
Ivo Toneck, y a la coordinadora local de OSEA Leticia Medina, quien también ha
trabajado intensamente para ir consolidando esto que es uno de los mejores
proyectos que se han hecho para la niñez y juventud guaymenses.
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Por fuera de mi casa desde hace cinco días, si no es que la
semana ya, hay basura acumulada. Ya es mucha. La recolección brilla por su
ausencia en pleno sector centro de Guaymas y la consecuencia es que la avenida
Abelardo L. Rodríguez, por la que pasan los camiones del servicio urbano, está
literalmente inundada de desechos y olores nauseabundos. En pleno centro, insisto.
Sinceramente, que tristeza me da ver a mi Guaymas en
semejantes condiciones. Cómo lamento que aún con el retroceso que ya veníamos
arrastrando todavía vayamos aún más atrás. Una ciudad sucia, maloliente,
prácticamente olvidada de la mano de Dios, de sus autoridades y de nosotros
mismos como ciudadanos.
Sí, somos muchos los que nos enorgullecemos de haber nacido
aquí, y yo soy uno de ellos. Pero igualmente siento pesar cuando veo que mi
ciudad prácticamente se detuvo de unos pocos años para acá. Amo a Guaymas,
donde nací y donde seguramente voy a morir. Y siento impotencia de que no todos
lo queramos de la misma forma.
¡Pobre de mi Guaymas!
¡escondan los instrumentos, el cesar anda suelto todavía!. ¡que pena!, llevo 37 años viviendo en Guaymas y nunca lo había visto tan abandonado, mugroso,saqueado y con un desprecio tal de sus gobernantes hacia nustro querido puerto que, deberíamos hacerles un juicio ciudadano y el veredicto ser severo: 10 varazos con una rama pelada de pirul pero ¡bichis!, como lo hacen a los que roban en el mundo musulman que, hasta les mochan las manos. Exagero, siiii, pero da mucho coraje la situación tan irresponsable en como actuaron y cuyas conscuencias tiene sumida a nuestra ciudad en la podredumbre, tanto física como moral. Completamente de acuerdo contigo Víctor.Que tristeza.
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