Nos cruzamos la calle para ir al Malecón, donde se reunían decenas de familias para gozar de un festival navideño, y donde habitualmente pasea la gente en busca de un poco de tranquilidad. Ya ahí, me quedé observando las citadas ruinas, y mis ojos se dirigieron también a lo que alguna vez fue el exitoso Restaurant “Los Barcos”, mismo que tras haber sido embargado como consecuencia de un litigio, ya está también convirtiéndose en un local abandonado y en futuro estado ruinoso. La enorme palapa ya advierte el descuido al que se sometió desde hace mucho tiempo.
Desde que Antonio Astiazarán Gutiérrez, en su tarea como alcalde de Guaymas, gestionó y logró la construcción del Malecón Turístico tras haber ganado importante terreno al mar, el tiempo parece haberse detenido ahí. Llegó el gobierno panista y no se volvió a aplicar un solo centavo para darle continuidad al proyecto, del cual desde entonces sólo una parte se ha convertido en el sitio especial para el paseo familiar, mientras que el resto permanece en completo estado de abandono.
Los guaymenses seguimos siendo un poco especiales para todo. Con esta visión, yo quería imaginarme ayer que una autoridad, la que se anime, entrara en tratos con los dueños tanto del ruinoso edificio como del antiguo local de inolvidable restaurant de mariscos. Me imaginé un CUM rehabilitado con una inversión no muy costosa, de tal forma que ahí se pudiera ubicar a los señores de los puestos que se colocan sobre el área del relleno, con espacios adaptables para su negocio en base al pago de una renta módica y estimulante, baños públicos bien aseados y el etcétera.
También pensé en que se pudiera llegar a un acuerdo con la institución bancaria que tenga la posesión de la aún rescatable palapa y se hiciera ahí un centro de diversión para la gente, donde pudieran asistir los que se cansaran de andar caminando por el relleno y tomarse ahí un refresco y hasta una copa. Darle vida a toda esa área, donde aún hay tímidos intentos por levantarla, como la reciente rehabilitación del sistema que controla la llamada fuente danzante.Creatividad, imaginación, decisión. Todo esto y más hace falta para no permitir que una obra que al menos para mí como guaymense es un orgullo, se quede estancada y ofreciendo aspectos deprimentes como los ya descritos. Tenemos aquí recursos para ser una ciudad muy atractiva, pero mostramos una profunda apatía para aprovecharlos. Nos dejamos llevar por el tiempo y desaprovechamos la oportunidad de recuperar el nivel turístico que un día tuvimos.
No todo es pavimentar una calle, arreglar un foco, barrer la banqueta o vender un coctel de elote. Como comunidad, creo que bien podríamos sumar esfuerzos para seguir mejorando el aspecto físico de la ciudad, pero particularmente de aquellos puntos que puedan irse en la mente de un visitante como un lugar que vale la pena visitar de nuevo.
En Guaymas aún hay mucho por hacer. Y algunas de estas cosas no cuestan mucho dinero.
¿Qué esperamos?
¿un malecón?, yo diría todo Guaymas descuidado, debería de cambierse de nombre a nuestro otrora Puerto de Guaymas y llamarse H. Guaymas Baches Sonora, la H no por lo de heroíco que no se le quitará jamas, sino por lo de hediondo.
ResponderEliminar